miércoles, 18 de marzo de 2015

The Walking Debt

La verdad es que no podemos saber cuánto tiempo más va a aguantar en pie este sistema desquiciado que no para de generar deuda sobre deuda para pagar la deuda anterior. Desde 2008, la Reserva Federal no ha dejado de inyectar liquidez en los mercados, Japón lo está haciendo desde hace un año y el BCE lo ha empezado a hacer hace unos meses. Toda esa liquidez no sirve sino para engordar las deudas estatales, pues el dinero está redirigido a que el sistema financiero descarga sobre la deuda pública lo que era su deuda privada. De esta manera, lo que tenemos es que cada vez más, la ingente cantidad de deuda financiera privada se está transformando, por diversos mecanismos, en deuda pública, deuda de los países. Dicho en otros términos, lo que en principio era una deuda de una parte pequeña y privilegiada de la sociedad, pasa a ser deuda de la sociedad en su conjunto. Acto seguido, esas mismas instituciones que han ideado este perverso plan, acusan a los Estados de no saber gestionar por elevar su deuda y les exigen que hagan ajustes en sus cuentas, ajustes que siempre van en el mismo sentido: reducción del gasto social, sanitario y educativo públicos. Lo que en realidad sucede es que se produce una transferencia de rentas desde la sociedad en su conjunto hacia la pequeña parte privilegiada de la sociedad

Si hablamos en términos sociológicos y estadísticos, durante los primeros siete años del siglo presente, el 10% de la población enriquecida de la sociedad multiplicó por tres su riqueza a costa del endeudamiento y la especulación. Tras la crisis, entre 2007 y 2014, aprovechó la crisis para endosar su deuda a los Estados y multiplicar por cinco su riqueza. Una vez que los Estados están bien endeudados toca su desmenbramiento, en el periodo que comienza en 2015 y que nos llevará, probablemente, otros siete años, hasta 2021. No se trata de una estrategia al azar, ninguna estrategia lo puede ser. Tanto en Davos como Bildelberg, se toman las decisiones que luego se aplican de manera programada y sistemática. Si alguien puede ser escéptico respecto a las causas, el análisis de los efectos le convencerá de esa estrategia. No puede ser casualidad que los Bancos Centrales, de EE.UU, Unión Europea y Japón, coordinen perfectamente sus políticas de modo que el sistema financiero limpie sus deudas y los Estados acaben sometidos a programas de ajustes estructurales, precisamente por haberse endeudado para salvar a los bancos.

La política monetaria mundial, desde comienzos de siglo, tras el 11S, se parece al cuadro patológico de un paciente bulímico. A grandes atracones le sigue una fase de arrepentimiento y de 'vómito' del exceso. El sistema financiero se da el atracón de liquidez, engorda sus cuentas, aumenta la especulación y la volatilidad y llega la fase de arrepentimiento en la cual se dan cuenta de que no pueden hacer la digestión. Entonces llega el regulador bancario y pone la solución, 'vomitar' la deuda, el exceso, hacia los Estados. Ellos son los que se hacen cargo del paciente y lo cuidad y miman para que se prepare para el nuevo atracón. El BCE acaba de hacer eso mismo y las bolsas reciben las nuevas remesas de dinero fresco salibando ante el festín. Este festín que se están dando las entidades financieras europeas lo pagaremos con creces cuando llegue la fase de arrepentimiento, quizás este mismo año o el próximo.

El sistema de deuda mundial es un muerto viviente. El sector especulador financiero se ha adueñado de la voluntad de todos los actores económicos y sigue fomentando una economía de muerte y exclusión para muchos y riquezas y lujos para unos pocos. Remedando el título de una conocida serie de la Fox, estamos ante The Walking Debt.

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