martes, 26 de mayo de 2015

El voto oculto de las encuestas

Si algo nos han dejado claro estas elecciones municipales y autonómicas es que las cocinas de las empresas encuestadoras no han sabido sazonar correctamente sus platos. Mientras los datos brutos, la intención directa de voto, decían una cosa, ellas se empeñaban en la contraria. No sabemos si eso se produjo por una mala praxis o por una desviación ideológica. Poco antes de las elecciones, el diario La Razón daba una encuesta en la que el PP salía reforzado en todas sus lides. De haber acertado, hoy no estaríamos hablando de una estruendosa derrota del partido hegemónico aún en el gobierno. ABC hizo tres cuartos de lo mismo, aunque matizando la apuesta y suavizando la cocina de sus encuestas. Al final va a ser cierto que las encuestas las gana quien las paga. A día de hoy, los responsables de esas encuestas deberían hacer propósito de enmienda y corregir los aliños con los que cocinan sus resultados. De lo contrario, no podremos creernos más sus vaticinios y nos quedaremos con los datos puros y simples. Visto lo visto, cualquiera puede cocinar las encuestas, sólo necesitamos que no nos escondan los datos brutos. Por eso, la mejor encuesta es la del CIS, al menos en ella tenemos los datos y nosotros mismos podemos cocinarlos.

Según la intención directa de voto, la opción mayoritaria en la mayoría de encuestas era la que estaba relacionada con el cambio que propone Podemos y las distintas realidades que se le asemejan en las comunidades autónomas y municipios. Sin embargo, las encuestas se publicaban con victoria para las opciones de continuidad, como fue el caso de Barcelona, Madrid, Andalucía, Castilla La Mancha, incluso Valencia. El error garrafal de tales empresas fue confundir la realidad con sus deseos. Se escudan en que debe existir un gran voto oculto al PP, pues la gente tiene un recuerdo de voto inferior y eso indicaría que está ocultando que votará efectivamente al PP. No ha habido tal. Yo creo que el cambio en el voto es algo casi traumático y la gente prefiere olvidar antes que ser verdaderamente consciente, no quiere reconocerlo. Aquí en Murcia el PP ha perdido el 40% de sus votos, 150.000, una barbaridad, pero seguirá gobernando en minoría. Para algunos es un desastre que todavía gane las elecciones, pero hay que pensar en lo que le ha costado a toda esa gente no votarle. Creo que el proceso es irreversible y que los que ya han cambiado su opción de voto a Ciudadanos y los que se han quedado en casa no volverán, pues no tienen motivos para ello. En noviembre es probable que el PP sea derrotado en Murcia por primera vez en 20 años.


Qué decían las encuestas. Que el PP renovaría su mayoría absoluta tanto en la Comunidad Autónoma como en los principales ayuntamientos. Cuál ha sido la realidad. Que sus victorias son pírricas y que si no fuera por la ley electoral murciana, que divide una provincia en 4 distritos electorales, le sería casi imposible gobernar. La suma de las fuerzas tradicionales de oposición es superior al PP y sumaría una mayoría absoluta con otra norma electoral. Es decir, el PP gobernará por la trampa electoral, no porque la mayoría de los murcianos lo quieran. Pero aquí es donde las encuestas entran en campaña. Mediante sus pronósticos viciados crean una tendencia de voto o la anulan. Si la publicidad de la encuesta hubiera hecho visible el cambio, performativamente habría llegado ese cambio. Sin embargo, el verdadero voto oculto de las encuestas es el que frena el ímpetu de ese cambio. Las empresas de encuestas también votan, su voto está oculto en su cocina.

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