jueves, 3 de noviembre de 2016

Presentación de "La sociedad del escándalo".

Este día 2 de noviembre, a las 19:30, en el Instituto Teológico de Murcia tuvo lugar la presentación de "La sociedad del escándalo". Fue un acto emotivo para mí, tanto por el lugar donde se presentaba como por el público, abundante, que acudió: compañeros, alumnos y amigos. Las intervenciones me ayudaron a presentar el contenido del libro sin necesidad de ser yo mismo quien lo hiciera, aunque también dije algo sobre él. Quiero mostrar aquí mi agradecimiento tanto a José Antonio Molina como a José García Férez publicando el texto que leyó el profesor García Férez.

Es un placer estar aquí esta tarde, en este acto, precisamente para presentar un libro sobre la sociedad que tenemos, la sociedad que vivimos y el papel de los cristianos ante esta nueva realidad. 
Soy profesor de Moral, me dedico a enseñar Moral Fundamental y Moral de la Vida (Bioética), y entiendo que este es el motivo por el que Bernardo me pidió que le acompañe en la presentación de este libro que, aunque él no lo diga, habla de moral, de moral cívica y de moral teológica, así como de la inmoralidad que tenemos y de la moralidad que deberíamos tener…

Este libro es, pues, una invitación a analizar la vida de nuestra sociedad, de una sociedad “del escándalo”, como dice el autor, pero donde nadie se siente escandalizado y eso es lo terrible...

Cuando Bernardo me propuso presentar este libro, inmediatamente le dije que sí… Un libro que nos invita a reflexionar sobre nuestro mundo y nuestra vida, que nos propone hacer una radiografía de nuestra sociedad y de nuestra conciencia moral… Me pareció un libro necesario pues supone una llamada a la conciencia moral de la sociedad, en general, y a la conciencia moral de cada uno, en particular…

Este libro, de 128 páginas, está escrito con rabia y con cariño, con dolor y con amor, con dureza y con ternura… Sus cuatro capítulos, escritos en palabras sencillas, en “lenguaje televisivo” como algunos ya han comentado en foros periodísticos, hablan de los problemas del mundo actual, de la globalización posmoderna, del capitalismo y de la crisis de la llamada “sociedad del escándalo”. 

El primer capítulo muestra ocho postales de lo que puede ser el mundo venidero y lo que no debería pasar. El segundo capítulo trata de la antiteodicea en la globalización posmoderna, es decir, de la no presencia de Dios en un mundo dominado por la ideología de la opresión capitalista. El tercer capítulo versa sobre los elementos que sustentan y alimentan el orden mundial del capitalismo y, el cuarto capítulo es una propuesta en firme para salir de este mundo, injusto y excluyente, para construir otro mundo mejor... Yo, al igual que él, parto de la convicción de que es posible un mundo mejor.

Este libro nos adentra, “en vivo y en directo”, en una sociedad deshumanizada que agoniza, que está naufragando o que ya ha naufragado..., una sociedad que camina hacia su propia destrucción, una sociedad de muerte y desolación, una sociedad de sufrimiento injusto, de miseria provocada, una sociedad donde la economía y la política provocan estructuras de pecado, una sociedad marcada por la seducción que lleva al hombre a la caída y a la desgracia, una sociedad del desenfreno moral, de la desvergüenza política, una sociedad de crucificados por el mal que unos infringen sobre otros, pero una sociedad rota y caída que ansia por una salvación… un “infierno sartreano” como dice Bernardo, que espera ser salvada. 

Tenemos una sociedad de la indignación que clama un cambio urgente, una salvación de lo humano,... eso es precisamente lo que viene a reivindicar este pequeño, pero gran libro, una salvación de lo humano. Cuando cayó en mis manos pensé que se trataba de un libro crítico con la sociedad postmoderna, pero nada más lejos de la realidad… Se trata de un libro profético, de un libro provocador, de un libro que quiere ir más allá de todo, que trata de desmitificar los pecados del mundo para llegar a eso que algunos llaman la utopía, una sociedad donde la dignidad de todo hombre sea la piedra angular de cualquier política, una sociedad donde reine la paz y la justicia, una sociedad donde se haga presente el Reino de Dios en la tierra… Se dice que los realistas, los que ven el mundo tal y como es, parten de la realidad que hay. Sin embargo, los idealistas, los utópicos, como 
Bernardo, los que ven el mundo como debería ser, quieren llegar a una reestructuración global del sistema, es decir, aspiran a hacer una revolución global a partir de una revolución personal… Como dice el autor, parafraseando al papa Francisco, si no hay un cambio de conciencia personal no habrá un auténtico cambio social. Necesitamos la transformación de las conciencias y de los corazones de las personas ante tanto “exceso excremental”...

Este libro nos adentra, además, en la visión humanista de la economía (oikonomía, gobierno del oikós, de la casa) que nos expone continuamente el papa Francisco, esto es, en la visión de la doctrina social más pura y genuina de la Iglesia. De ahí que el libro parezca estar en íntima conexión con la Doctrina Social de la Iglesia y, más en concreto, con la Exhortación apostólica “Evangeli Gaudium” (2013), el gozo del evangelio, el anuncio del evangelio en el mundo actual y con la Encíclica “Laudato Si”(2015), alabado seas, sobre el cuidado del planeta tierra, el cuidado de la casa común, ambas del Papa Francisco. La crisis profunda que atraviesa nuestro mundo es paralela a la crisis profunda que atraviesa nuestra Iglesia. Las palabras de la Iglesia tienen que doler y escocer… Son muchos los desafíos de nuestro mundo y por eso la Iglesia tiene que criticar los males de nuestro mundo. Tenemos una sociedad enferma que necesita ser sanada y salvada.

Así, en esta descripción del infierno económico en el que vivimos, dice el Papa Francisco: “...El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad” (EG 52). Francisco va directamente al grano: vivimos en una sociedad donde hemos pasado de la explotación y la opresión, a la exclusión,… “Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata” (EG 53) Bernardo opina que hemos aceptado que el dinero gobierno nuestro mundo, hemos caído en la idolatría del dinero, hemos idolatrado el neoliberalismo capitalista y eso genera una estructura de pecado que produce el mal, la iniquidad y la violencia. “El afán de poder y de tener no conoce límites” (EG 56). Hay un sistema perverso que rechaza la ética y rechaza a Dios, que prefiere vivir sin moral y sin creencia en un ser superior, que desprecia la ética y se burla de Dios… La antiética y la antiteodicea producen la degradación de la persona…. Sin ética y sin Dios el mundo camina a su extinción, lo humano camina a su degradación….

Por eso, hay que atacar las causas estructurales de la injusticia, de la violencia y del poder de los unos sobre los otros… La dignidad de cada persona y el bien común deben estar por encima de todas las cosas… La dignidad de cada persona, no en abstracto, sino la dignidad personal individual… y el bien común… han de ser las bases de una sociedad justa. El Papa Francisco da un paso más al afirmar que hoy día molesta que se hable de un Dios que defiende a los pobres, a los débiles, a los más necesitados,…. De un Dios que promueve el cuidado y respeto al planeta, que juzga inmoral el egoísmo lucrativo de unos pocos en detrimento de la calidad de vida de unos muchos y de la casa común. De ahí que en la encíclica Laudato Si hable de las heridas del mundo y de la sociedad: “el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. También el ambiente social tiene sus heridas” (LS 6).

Más aún, para Francisco “el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” (LS 13). Y eso exige responsabilidad moral hacia los demás y amor por la creación. 

De todo esto se deduce que si la vida moral de nuestra sociedad es irresponsable, si no es entendida como entrega y don, si la vida es sólo egoísmo, podemos decir que nuestra sociedad esta enferma, frágil y resulta indigna. Por eso Bernardo afirma que no sólo tenemos “miopía moral”, sino “ceguera epistémica”, no vemos ni queremos ver lo que nos molesta. Ante esto, ¿qué tiene que hacer la Iglesia?.. y los cristianos, ¿qué hacemos y debemos hacer? Este libro constituye un alegado a la moral y a la doctrina social de la Iglesia.

Ante la crisis de esta sociedad que agoniza, una “sociedad que escandaliza” como dice el autor, tenemos que hacer un ejercicio de reflexión interna para ver qué tenemos que cambiar en nuestra vida y en nuestro corazón para hacer de este mundo un hogar más justo, más habitable y más acorde con el Plan de Dios. De esto trata este precioso libro… de poner en práctica en nuestras vidas la revolución del amor de Dios al hombre y al mundo y derrocar el lema hobbsiano que rige los destinos del capitalismo de “mors tua, vita mea” (tu muerte es mi vida).

Termino con las palabras que el mismo Bernardo pone en el prólogo… palabras que hacen gala de lo que su autor manifiesta en su epílogo al declararse y sentirse un pesimista esperanzado… Dice así al final del prólogo: “lo único positivo que hay en esta sociedad del escándalo es que tenemos la oportunidad de transformarla, de trascenderla, de construir otra sociedad verdaderamente humana”.


JOSE GARCÍA FÉREZ
Profesor de Moral del ITM

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