
Pero me interesa más la cuestión de lo que pueden hacer los medios. Si analizamos las noticias que se dan a lo largo del día en las principales emisoras de radio, los periódicos y las distintas televisiones, encontramos una inquietante unanimidad y un casi cierre de filas en temas clave. Se comentan pocas noticias, se hace según un perfil muy definido y con un estrecho margen de disidencia entre unos y otros. Si tomamos el ejemplo del cambio climático nos encontramos el peligro de la equidistancia, tan criticada por el propio Panel Intergubernamental para el Cambio Climático. Esta equidistancia se realiza a costa de la objetividad y la imparcialidad. En el mundo el 95% de los investigadores serios y de los científicos están de acuerdo con que existe un cambio climático antropogénico y que sus consecuencias son gravísimas. El restante 5%, exceptuando a los que buscan notoriedad con la disidencia, suelen estar a sueldo directo o indirecto de empresas petroleras. Pero en los medios de comunicación, de forma sistemática, se da la misma cobertura a las dos posiciones, cuando en realidad la diferencia es abrumadora. Esto ha generado en el público una especie de desorientación y la creencia en la levedad del asunto, puesto que ni los científicos se ponen de acuerdo. Pero los científicos sí están de acuerdo, son los medios, que se deben a sus dueños, los que fomentan este pensamiento.
Los principales grupos de información del mundo están controlados por capitales asociados a empresas energéticas: Gazprom, Shell, Texaco, Exxon, Enel, Repsol… Todas estas empresas, con su poder económico, consiguen que las informaciones estén suficientemente matizadas si es que no pueden conseguir cortarlas a medida. Por ejemplo, la empresa editorial Lacorder, francesa, ha adquirido el grupo español Anaya. La empresa francesa está participada por el mayor grupo militar francés. Con esta información se puede entender el motivo por el que en los libros de esta editorial hay poca insistencia en la educación para la paz y en el sesgo que tienen sus informaciones. Otra empresa importante es PRISA en cuyo seno hay distintos capitales internacionales, pero todos son de corte atlantista y multilateralista. Es curioso un dato que puede resultar paradójico: en Bolivia, los centros controlados por el Opus Dei utilizan libros de la editorial Santillana, perteneciente al susodicho grupo mediático. Esto, que puede resultar contradictorio, no lo es si atendemos a la confluencia de intereses de ambos grupos. La última información que tengo es que se analizaran para su posible prohibición los textos de Santillana por extender una mentalidad colonialista.
Es significativo e iluminador conocer de donde viene el capital que apoya a los distintos grupos editoriales y periodísticos. He oído decir (y ahora lo repito con toda cautela dispuesto a aceptar cualquier rectificación) que el periódico "Levante" de Valencia que, por decirlo de forma rápida, podríamos situar en el centro-izquierda político, está participado por capital vinculado a la Prelatura que citas al final de tu post.
ResponderEliminarEl capital y sus aledaños. Café para todos. Lo que importa son las ganancias. Se han mantenido al vocero matinal de la Cope - y al nocturno Vidal, a pesar de ser protestante, porque llevan consigo un target de audiencia que proporciona dividendos por publicidad comercial. Y ese es su temor, que la audiencia seguirá al vocero allá donde vaya. ¿ Las firmas comerciales, mantendrán la publicidad en la Cope cuando los locutores estrella no estén? La Cope ¿ será portavoz del pluralismo eclesial? Lo serán los nuevos locutores estrella? Es un negocio, eclesial, pero negocio que exige dividendos. No lo olvidemos.
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