En los últimos meses venimos asistiendo a una especie de inversión de la realidad en los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales. Nos cuentan una vieja historia de piratas, como las que hemos visto en las películas del género de hace unos decenios. Supuestamente, unos grupos de piratas que actúan por su propia cuenta, están asaltando barcos pesqueros, petroleros y yates de lujo en las aguas costeras jurisdiccionales de Somalia. Su acción se extiende dentro de las doscientas millas reconocidas internacionalmente como de derecho exclusivo del país costero, y llegan hasta las quinientas millas sobre las que se tiene derecho preferente. Estos piratas actúan sin ningún tipo de miramiento, tomando rehenes y pidiendo rescate por ellos. Los gobiernos de los distintos países con barcos en la zona han tomado la medida de defender a sus nacionales del ataque de estos nuevos piratas, para ello han enviado aviones y barcos de guerra, con el fin de patrullar y prevenir los ataques de los piratas. Hasta aquí la información que nos ofrecen, pero la verdad resulta ser de otro tono un poco diferente.
Ahmedou Ould-Abdallah es el enviado de Naciones Unidas a Somalia. Él nos cuenta otra historia. En los últimos años, después de que cayera el gobierno somalí y la zona quedara sometida a la lucha entre grupos rivales, todos ellos subvencionados por distintos países occidentales con el fin de controlar las zonas ricas en recursos del subsuelo o, incluso, la propia pesca, las costas de Somalia se han convertido en zona franca para la pesca. Cientos de barcos pesqueros de grandes empresas, muchas españolas, se dedican al saqueo constante de las aguas jurisdiccionales somalíes, sin ningún tipo de acuerdo previo al faltar un gobierno legítimo, y sin ningún tipo de compensación a la población. Estos barcos asaltan esos mares y se comportan como verdaderos depredadores, arrasando con los crustáceos y con el atún principalmente. Los pescadores somalíes han visto como su modo de vida se veía arrasado por la acción de estos pesqueros y muchos de ellos no han tenido más remedio, en palabras suyas, de tomar por la fuerza lo que se les ha quitado, algo así como un cobro de impuestos por haber esquilmado sus aguas y acabado con su medio de vida.
Sería muy bueno que nos hiciéramos preguntas tan obvias como ¿qué hacen barcos extranjeros en aguas de otro país sin permiso? ¿Consentiríamos nosotros eso en nuestras aguas? ¿Cómo es posible que buques de guerra españoles y de otras naciones puedan dedicarse a patrullar en aguas de soberanía somalí y utilizar la fuerza si es necesario? ¿Desde cuando España ha declarado la guerra a Somalía para poder enviar tropas a invadir las aguas de aquel país? ¿Cúando se ha producido el pertinente debate al respecto? Estas son algunas de las más obvias, pero la respuesta es la misma en todos los casos: los poderosos hacen y deshacen a su antojo, y convencen a la población con falsedades o mentiras. En el fondo San Agustín tenía razón: quid sunt regna nisi magna latrocinia?. Lo que en traducción libre significa: qué son los estados sino unos grandes piratas.
Ahmedou Ould-Abdallah es el enviado de Naciones Unidas a Somalia. Él nos cuenta otra historia. En los últimos años, después de que cayera el gobierno somalí y la zona quedara sometida a la lucha entre grupos rivales, todos ellos subvencionados por distintos países occidentales con el fin de controlar las zonas ricas en recursos del subsuelo o, incluso, la propia pesca, las costas de Somalia se han convertido en zona franca para la pesca. Cientos de barcos pesqueros de grandes empresas, muchas españolas, se dedican al saqueo constante de las aguas jurisdiccionales somalíes, sin ningún tipo de acuerdo previo al faltar un gobierno legítimo, y sin ningún tipo de compensación a la población. Estos barcos asaltan esos mares y se comportan como verdaderos depredadores, arrasando con los crustáceos y con el atún principalmente. Los pescadores somalíes han visto como su modo de vida se veía arrasado por la acción de estos pesqueros y muchos de ellos no han tenido más remedio, en palabras suyas, de tomar por la fuerza lo que se les ha quitado, algo así como un cobro de impuestos por haber esquilmado sus aguas y acabado con su medio de vida.
Sería muy bueno que nos hiciéramos preguntas tan obvias como ¿qué hacen barcos extranjeros en aguas de otro país sin permiso? ¿Consentiríamos nosotros eso en nuestras aguas? ¿Cómo es posible que buques de guerra españoles y de otras naciones puedan dedicarse a patrullar en aguas de soberanía somalí y utilizar la fuerza si es necesario? ¿Desde cuando España ha declarado la guerra a Somalía para poder enviar tropas a invadir las aguas de aquel país? ¿Cúando se ha producido el pertinente debate al respecto? Estas son algunas de las más obvias, pero la respuesta es la misma en todos los casos: los poderosos hacen y deshacen a su antojo, y convencen a la población con falsedades o mentiras. En el fondo San Agustín tenía razón: quid sunt regna nisi magna latrocinia?. Lo que en traducción libre significa: qué son los estados sino unos grandes piratas.
4 comentarios:
No extrañe a los ricos occidentales que van de safaris y pasean sus lujosos yates ante la atónita mirada somalí, si despues de haberles esquilmado con hambrunas y miserias, deseen tambien ellos la ostentosa riqueza que les van a restregar por las narices. La nueva forma de terrorismo ahora se llama piratería. Como bien dice el blogger, comenzó en la ONU EEUU, y en su estela, la añosa y corrupta Europa, vieja dama de la Grandeur,cuyas pensiones las paga la emigración, que es quien pasea a nuestros abuelos por los parques. Por un lado y otro del planeta, el sistema capitalista hace agua: tocado y hundido. A veces es mejor que las cosas se hundan totalmente para re- iniciar nueva etapa. No sirven parches anti-virus. El ataque es masivo, y hay que formatear de nuevo. Saludos
¡Qué distinta es lo que ocurre de lo que nos cuentan! Gracias Bernardo por mostrarnos esta realidad. La verdad es que el tema de África es preocupante en grado máximo. Occidente no deja de verla como un objeto de explotación, en todos los aspectos. ¡E incluso aún se justifican! Y lo más grave, a mi entender, sin quitar un gramo de gravedad a lo anterior, es el hecho de que sus propios dirigentes, salvo honrosas excepciones, entran a trapo. Se me ocurren dos reflexiones.
Me planteo muchas veces qué ha de ocurrir allí para que ese continente salga de su situación. No sé yo si nos empeñamos en dar soluciones “occidentales” a unos pueblos, a un conjunto de naciones que no lo son. Lo primero de todo es una concienciación aquí para detener todo tipo de atropello. Pero, ¿y lo segundo? ¿Hasta qué punto tenemos derecho a ver a esos países con ojo occidental? ¿Qué tipo de cultura es la que nosotros pretendemos que consigan? ¿Una africana? ¿Una occidental con matices africanos? ¿O una claramente occidental? ¿Cómo se debería plantear una verdadera acción de ayuda, desde la cultura occidental a la cultura africana?
Y por otro lado, me doy cuenta de lo difícil que es diferenciar a nivel personal, de cada uno, lo que la realidad de las cosas es y cómo la percibimos. En distintos conflictos, cuando entran en juego elementos que nos afectan singularmente, ¡cómo tendemos a barrer hacia nuestra casa! Hay que hacer un verdadero esfuerzo para salir de nosotros mismos, y no intentar amoldar la realidad a nuestros intereses.
A veces no caemos en la cuenta de preguntas tan obvias como las que tú formulas. Gracias por ayudarnos. Preguntas obvias: ¿quien fabrica estos fusiles?, ¿cuántos vende cada trimestre?, ¿hay algún comisionista de por medio? En fin, ahora es África, mañana es la necesidad de declarar una guerra para revitalizar el comercio de armas, y esto es el cuento de nunca acabar. Los pobres cada vez más pobres, y los ricos cada vez más ricos. Si con una mínima parte de lo que se dedica a fabricar armas, se fabricaran alimentos, desaparecería la pobreza en Somalia y no asaltarían barcos de pesca. Pero interesa que haya pobres, porque si no, no seríamos más ricos. Esa me parece a mi la cuestión: la pobreza interesa... a los ricos.
Si bien es cierto lo que dices se te olvida decir que el centro de operaciones de los piratas está en el centro comercial de Londres, que desde allí operan los que piden los rescates.
Es cierto que podríamos preguntarnos que hacen barcos extranjeros en aquellas aguas, barcos de guerra, pues defendiendo a ciudadanos españoles en un territorio que no tiene gobierno democrático, sino señorcillos armados los cuales no dan valor alguno a la vida del que tienen un escalafón por debajo. Más me preocupa que en España los sindicatos no digan nada de los 5 millones de parados, que la HOAC hable de los malos que son los obispos y no del problema del trabajador. Ese es un serio problema, del que no tiene la culpa el americano del norte.
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