martes, 27 de julio de 2010

¿Evidencia científica de la fe?

Algo no cuadra en el subtítulo de un libro publicado por Planeta del científico, Premio Príncipe de Asturias de Investigación científica, Francis S. Collins, ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe. Tamaño subtítulo nos hace creer que el autor nos va a aportar una evidencia irrefutable de la fe y por tanto la imposibilidad de la increencia. Si la ciencia es capaz de demostrar los postulados de la fe, entonces los no creyentes pasarán inmediatamente al grupo de los necios o los incapacitados para el pensamiento. O peor aún, los tercos incapaces de aceptar las verdades demostradas por la ciencia. Técnicamente hablando es imposible que haya una evidencia científica de la fe. La fe no es algo racional que pueda ser demostrado, a lo sumo puede ser mostrada su razonabilidad. La fe está en un plano distinto del de la ciencia, no se opone a ella ni se superpone, sino que vive en la armonía que supone la pluralidad de la realidad humana. Mientras la ciencia actúa según los criterios del método empírico o el hipotético deductivo, la fe se rige por criterios distintos. La fe es una adhesión personal a algo o alguien que me merecen confianza, sin necesidad de una evidencia racional. La fe tiene razones que la razón no conoce, parafraseando a Pascal. La ciencia tiene su razón, mas no la razón. Si la ciencia quiere agotar la racionalidad, se traiciona a sí misma, puesto que la ciencia es una búsqueda del conocimiento, no el conocimiento mismo; si la fe pretende ser la comprensión del mundo, no una forma de estar en el mundo, también se traiciona a sí misma, porque la fe es una forma de asentarse en lo real, una forma de entender lo que nos rodea y una forma de ser en el mundo. La ciencia y la fe se complementan, cada una ayudando a su manera al hombre a entender el mundo, construirlo y transformarlo. No cabe disputa alguna, siempre y cuando cada una sepa estar en su sitio. La fe no metiéndose en las cuestiones que debe resolver la ciencia, básicamente cómo es el mundo y cómo funciona; la ciencia no queriendo ir más allá de lo que le prescribe su método, queriendo imponer respuestas a las preguntas existenciales básicas: porqué somos hombres, qué debemos hacer, qué debemos esperar.
El error del subtitulo no podemos cargarlo en el debe del autor. La obra lleva por título en el original The language of God, sin subtítulo. Ha sido el editor o traductor castellano el que ha introducido el subtítulo para atraer más público. El problema es que con ese subtítulo ha dejado mal al autor, él nunca hubiera cometido un error tan brutal, de principiante en esto de la reflexión. Lamentablemente está muy extendido esto de querer vender más a costa de la verdad, y no hablo de oídas.

2 comentarios:

Martín dijo...

No conozco el libro. Pero estoy de acuerdo contigo. Gracias por darnos el título original y aclarar que es el editor el que ha puesto este subtitulo que sirve para vender, pero desgraciadamente es falso y engañoso. Una fe evidente se destruiría a sí misma. Otra cosa es que también la ciencia comporta una cierta dosis de creencia. Incluso las cosas que nos parecen evidentes. Cuando yo digo que la sal es cloruro sódico estoy diciendo: creo que este cuerpo es cloruro sódico porque creo en la idoneidad de la química para ofrecerme como verdadera una parte de la realidad de la sal.

Desiderio dijo...

Entiendo que si Dios hubiese querido hacerse evidente lo habría hecho. Quizá no lo hiciera para salvaguardar nuestra libertad. Ante algo evidente, uno no puede negarlo: ¿podemos dejar de admitir la ley de la gravedad? En todo caso, aún nos quedaría la decisión de amarle o no, pero no podríamos negar su existencia. Yo creo que siempre habrá una pregunta que rondará la cabeza de un ateo: ¿y si existe? Y del mismo modo, la de un creyente: ¿y si no existe? En todo caso, eso es la fe, como dices: la adhesión a alguien en quien confiamos, de manera que si lo tuviéramos todo claro no habría lugar para ella. ¿Y no es esta confianza más fuerte que la más clara de las evidencias?, ¿no es precisamente la fe la que da vida, la que mueve montañas?

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