Primera promoción del Máster en Teología

Todos aquellos que tienen la suerte de conocer la paternidad o maternidad saben de la alegría que produce tener un hijo. Los hijos son todos únicos e irrepetibles, y se les quiere con la misma pasión, pero el primero tiene algo especial, precisamente por ser el primero. Este tipo de satisfacción es la que sentimos todos los que formamos parte del Instituto Teológico de Murcia con la primera promoción del Máster en Teología, que ayer culminó sus estudios con presentación y defensa del Trabajo Fin de Máster. Cada uno de los 12 alumnos (el número 13 defendió en junio), guiado por un Tutor de Máster, ha elaborado un trabajo de investigación autónomo sobre alguno de los aspectos del programa de Máster. De los 60 ECTS (Sistema Europeo de Transferencia de Créditos), el Trabajo Fin de Máster tiene un valor de 18, lo que es lo mismo que 450 horas de trabajo del alumno a lo largo del curso, de ahí que la mayoría de alumnos optara por presentarlo en septiembre. Sin embargo, esto no ha sido óbice, sino todo lo contrario, para que la calidad de los trabajos sea excelente.

Para la defensa de estos trabajos se constituyeron dos tribunales con tres miembros, doctores del Instituto Teológico de Murcia. A cada tribunal le correspondían seis alumnos y la defensa constaba de 15 minutos de exposición por parte del alumno y 15 minutos de preguntas del tribunal. Este acto es la culminación del proceso de aprendizaje del alumno de Máster, porque después de la elaboración guiada de un trabajo de investigación original, ha de defenderlo públicamente y demostrar que ha asimilado tanto la metodología como el contenido de aquello estudiado. He de decir, con toda satisfacción, que esto ha sido conseguido y que esta promoción de "maestros" está sobradamente preparada para la investigación doctoral posterior o para optar a aquellos menesteres para los que el Máster genera competencia.

Ha sido un año largo y duro para todos. Los alumnos, en su mayoría, provienen de ámbitos de estudio y de trabajo distintos de la teología. Así, unos son del mundo del derecho, otros de la pedagogía, los hay del mundo de la medicina y también de las ciencias físicas. Pero en todos ellos hemos visto tanto la actitud como la aptitud para realizar estos estudios y llevar con orgullo el ser la primera promoción en España, y casi en el mundo, de un Máster de estas características. Todos los profesores, tutores y responsables de este Máster sabemos del trabajo y la dedicación de los alumnos y por ello nos sentimos doblemente satisfechos.

Es hora de agradecer a tantos como han trabajado para hacer esto posible. En primer lugar a la Universidad de Murcia, que no sólo ha aceptado, con su Rector a la cabeza, este proyecto, sino que ha puesto todos los medios personales y materiales necesarios para que se lleve a término. Mención especial hay que hacer al elenco personal con que cuenta esta universidad, cuya valía profesional sólo es comparable a la grandeza humana que atesoran. Pero, junto a la Universidad de Murcia está el Instituto Teológico de Murcia, donde el empuje y el saber hacer de su director Pedro Riquelme Oliva ofm, ha sido la verdadera alma de este proyecto. Junto a él, los profesores Francisco Martínez Fresneda y José Luis Parada Navas, han aportado su saber y su valía profesional de muchos años de experiencia docente y el secretario del Centro, Miguel Ángel Escribano Arráez, que ha tenido que lidiar con todos los miuras que le han sido presentados. En esta labor ha estado acompañado por Domingo, el encargado de secretaría.

Gracias, por último, a todos los que se han interesado por este proyecto, por los que han colaborado de una forma u otra y a todos los que buscan un camino de encuentro entre la Teología y el mundo del saber y la investigación actual. Creemos que la Teología nunca debió de salir de su lugar apropiado, la Unviersidad, y esta es una forma de crear los lazos que nos permitan una labor conjunta más profunda. En esto llevan trabajando los Padres Franciscanos en Murcia más de 30 años y en esto seguiremos hasta que Dios lo quiera.