Ha ocurrido por fin. Muchos andan celebrándolo champagne en ristre, otros lo venimos lamentando desde hace mucho tiempo. Dos barcos han cruzado el paso del noroeste, es decir, han atravesado el Océano Exglacial Ártico por primera vez en la historia. Partiendo de Seul, arribaron a costas americanas y bordeando el estrecho de Bering se dispusieron a intentar el paso por el anteriormente siempre helado océano del Gran Norte. Ya están llegando a Rotterdam con un valioso cargamento y entre ambos barcos han ahorrado 92.000 dólares en combustible. Algunos ya se han apresurado a afirmar que esto es una buena noticia para el clima porque el ahorro de combustible supondrá una disminución de la contaminación. Es evidente que no piensan como las petroleras que se frotan los ojos ante la enorme pila de riqueza que se extiende ante ellos. Si el año pasado, como dijimos aquí mismo, se preveía que en 2015 estuviera ese paso expedito para el transporte internacional, suponiendo esto una verdadera constatación de la catástrofe climática, con esta noticia se le acaban a uno los calificativos. No se trata de asustar, sino de concienciar, pero es que no nos estamos dando cuenta de lo que esto significa. Y en primer lugar significa que en muy poco tiempo estaremos extrayendo nuevo petróleo para seguir alimentando la máquina infernal que hace de nuestro planeta un verdadero horno de cocción.
Cada vez nos quedamos más impactados por lo rápidamente que las previsiones sobre el cambio climático se quedan obsoletas, de seguir así el futuro muy próximo se parecerá más al Día de mañana, film donde se produce una catástrofe climática en cuestión de días y no de años, como las previsiones nos decían. Podría ser que sucediera con la crisis climática lo mismo que con la económica, que la viéramos de la noche a la mañana, literalmente.
Algunos piensan que los que alentamos el debate en torno al cambio climático nos alegramos con estas noticias y que en el fondo queremos que esto suceda. Esta forma de pensar, además de vil y mezquina, no para mientes en los mismos datos que los científicos, tan serios y poco sospechosos como la misma NASA, nos aportan no dejan lugar a dudas: el hielo en verano se pierde a pasos agigantados y el que se recupera en invierno es cada vez más fino y menos resistente al calor, por ello han podido pasar estos barcos, porque la capa de hielo es poca y resquebradiza; en invierno se recuperará, pero volverá a ser muy débil y se fundirá en cuanto llegue el calor otra vez. ¡Ojalá todo esto fueran locuras de ecologistas trasnochados!, pero no lo son y eso es lo grave, que hemos terminado la época de las tomas de conciencia y hemos entrado en una época de consecuencias, sean estas las que sean y sin poder poner casi remedio, siquiera algún paliativo pero poco más.
1 comentario:
Los profetas, lejos de alegrarse cuando se cumplen sus profecias, se entristecen. Porque la profecía no es la predicción del futuro, sino la lectura de los signos de los tiempos a la luz de la Palabra de Dios. Y es fácil leer que con el poco cuidado que tenemos de la tierra las consecuencias solo pueden ser malas para la tierra y por ende para el ser humano. Esta tierra que Dios nos ha regalado como un hogar, para que contemplemos su belleza y la cuidemos.
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