sábado, 27 de marzo de 2010

1200 millones de desgarros

No nos queda más remedio que seguir insistiendo en dar los ominosos datos que no paran de crecer sobre el hambre en el mundo. Hace bien poco hubimos de referir en este blog que la principal consecuencia de la crisis ha sido el aumento de la cantidad de seres humanos que sufren el flagelo del hambre. Si entre 2007 y 2008, los dos primeros años de la crisis, el número de hambrientos había pasado de 850 millones a 1020, en el año que ha terminado, 2009, el número ha crecido hasta llegar a los 1200 millones de famélicos, hijos de Dios. Este dato, que ahora confirma la propia ONU, nos lo habíamos recelado en aquel post donde informamos del anterior aumento. Ya decíamos que con ser grave que 1020 millones de seres humanos pasen hambre, lo más grave aún es que el número de desnutridos había alcanzado los 2000 millones y que estos pronto pasarían a engrosar las listas de hambrientos. Hoy no son mejores los datos en este terreno y aunque el número de hambrientos ha aumentado, también lo ha hecho el de desnutridos y subalimentados. Barruntamos futuros aumentos del hambre en el mundo, aumentos que serán casi a nivel exponencial, porque cada año que pasa aumentan las causas que provocan el hambre, la principal de ellas es la riqueza obscena de unos pocos.

Hay que saber que a la par que aumenta el número de hambrientos también lo hace la producción de alimentos y el número de ricos. No se trata de una paradoja, como los bienintencionados economistas liberales refieren, sino de una realidad estructural del sistema económico capitalista. Éste tiene una tendencia suicida hacia la creación de capital a costa de todo lo que se ponga por medio. La reproducción ampliada exige que cada vez se cree más riqueza y que esta se concentre en manos de menos poseedores. De esta manera se ha impulsado la producción de alimentos como nunca antes. Hemos referido el caso de multinacionales que están acaparando las tierras fértiles de África para hacerlas producir al máximo y llevarse los alimentos a los países enriquecidos con fines alimentarios y para la producción de combustibles. Mientras, un número mayor de africanos pasan a engordar las listas del hambre, lo único que África engorda.

Por otro lado, según informa la revista Forbes, el número de multimillonarios ha crecido en 2009 y su riqueza también lo ha hecho un 40 % de media. No hace falta saber de matemáticas para comprender que esa riqueza es consecuencia de un orden económico que, como reflejo bifronte, produce pobreza, miseria y hambre en el mundo. Este orden económico, criminal y, en último término, suicida, ha iniciado una huida hacia no se sabe dónde, que provoca la circulación más rápida de los capitales de todo tipo y la concentración de la riqueza en escasísimas manos. Como se puede colegir con facilidad, la pobreza es consecuencia de la riqueza, porque ambas están en relación dialéctica. Como suelo explicar cuando grupos solidarios me invitan a hablarles, no se trata de luchar contra la pobreza, eso ni siquiera es cristiano, se trata de luchar contra la riqueza. Si acabamos con el orden criminal que provoca hambre en la misma proporción que acapara la riqueza, habremos dado un gran paso hacia un mundo realmente humano.

1 comentario:

Martín dijo...

Lo del mundo es un escándalo. Y lo que tenemos en nuestra casa, en España, no lo es menos. Parece que son ocho millones y medio los españoles que pasan hambre, según informes serios de Caritas. Lo más escandaloso es lo que tú apuntas y yo digo de otra manera: no hay relación de causa-efecto entre el incremento de la población y el hambre, lo cual se confirma por la deplorable destrucción de excedentes alimentarios en función del lucro económico. O sea, sobran alimentos, pero no hay voluntad política de que lleguen a todos, porque la voluntad que prima es la económica; no se busca alimentar a los hambrientos, se busca obtener el máximo beneficio, aún a costa de los hambrientos. No solo un cristiano, cualquier persona decente debería tener bien presente que todos formamos parte de una única familia y por tanto que los excedentes son de todos. Cuando no llegan a todos, como ya has dicho en otras ocasiones, estamos ante un robo. Y un atentado contra la vida.

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