sábado, 20 de marzo de 2010

La hora de los canallas

Según los datos que la propia Inditex ha publicado, Amancio Ortega se confirmará como el español más rico y el séptimo europeo en el ranking de mayores poseedores de riqueza mundial. La empresa que fundara este gallego ha publicado una cuenta de resultados impresionante y el fundador de la marca se embolsará este año nada más que 450 millones de eurillos para él solito. Esto quiere decir que Amancio se posiciona firmemente entre los más ricos del mundo hoy en día, es decir, que hoy está 450 millones de euros más lejos del Reino de Dios que ayer.

Algunos dirán que lo ha obtenido con su esfuerzo, inteligencia y algo de gracia natural y, por qué no, divina. De esta guisa postulan todos los adalides del capitalismo financiero en que vivimos, hijos todos ellos del calvinismo más puro y de la miopía moral más absoluta. Todos estos no comprenden cómo se obtiene esa riqueza, pero lo peor es que no cabe en sus enjutas sienes que este hombre tenga algún tipo de obligación para con sus semejantes, dado que dispone de tal cantidad de recursos para "hacer el bien". No, es suyo y se lo ha ganado, nos dirán fríamente mientras apartan malos pensamientos de su costal cargado de imágenes de niños famélicos. El problema no está en repartir, aunque no dudo que estaría bien que lo hiciera, sino en el modo de obtención de esa riqueza.

Las marcas que enriquecen a Inditex (Zara, Massimo Dutti, Stradivarius, Pull&Bear, Bershka, Kiddy´s, Oysho) tienen un modus operandi similar. En España, donde los sueldos y las condiciones de producción son caras, disponen de pocos empleados, todos ellos dedicados a la elaboración de las líneas de las marcas, el marketing y la gestión. El grueso de la gente que trabaja para Inditex vive en países subdesarrollados y ni siquiera forma parte de la empresa. Son trabajadores de empresas que contratan con Inditex. Es curioso que la legislación española no sea capaz de encontrar relación laboral entre un asiático que trabaja para una empresa contratista de Inditex y la casa matriz. Aquellas empresas disponen de tecnología, patrones y medios de trabajo procurados por Inditex, trabajan casi en exclusiva para esta empresa y dependen en todo de ella para vivir, pero no tienen ninguna relación legal con ella, nada más que los contratos puntuales para la elaboración de una tanda de prendas. Lo que hace, por ejemplo, Zara es establecer una subasta entre el grupo de empresas que trabajan para ella. La mecánica es más o menos así: Zara necesita una partida de pantalones de tales características para tal fecha y los ofrece por un precio. La oferta, vía internet, se hace a todas las plantas productoras, la que lo coge al menor precio se queda con el trabajo. En muchas ocasiones, los dueños de aquellas fábricas en países pobres obligan a sus propios trabajadores a las condiciones para poder obtener un beneficio. Muchos de estos "trabajadores en la sombra" de Inditex realizan jornadas de más de 10 horas diarias, siete días a la semana, todos los días del año. Lo habitual es trabajar más de 70 horas a la semana sin ningún tipo de derechos sociales o laborales. Esta diferencia es la que permite que Inditex venda "buenas" prendas a un precio inmejorable. El beneficio es máximo, como se ve por la cuenta de resultados.

Aquí se da el caso de externalización de costes. Inditex gana mucho precisamente porque no paga lo que debe: no paga un salario justo a los obreros; no paga indemnizaciones; no corre con los gastos medioambientales; no gasta nada en seguridad social ni en pensiones ni en impuestos. Todos esos "ahorros" forman la parte del precio de un producto que no se ha pagado. Si un pantalón de Zara nos cuesta 35 euros a nosotros es porque los países pobres han pagado otros tantos como pérdidas en beneficios sociales y ecológicos. Por este motivo, comprar productos Inditex es hacerse cómplice con la rapiña constante que el señor Ortega ejerce con sus empresas. Somos cómplices y culpables de un latrocinio constante y de la muerte de la infancia, porque son muchos los niños que trabajan para fábricas de productos Inditex, de los países empobrecidos. La hora de los canallas ha empezado.

2 comentarios:

Martín dijo...

Muchas empresas españolas (y me imagino que de otros países desarrollados) contratan con empresas americanas o asiáticas, para obtener el mismo producto a un precio sensiblemente inferior a lo que costaría realizarlo en España. Entre otras algunas editoriales. Con lo que ocurre una doble estafa: al trabajador español, al que se priva de un trabajo y se le envía al paro; y al trabajador extrajero, que es vílmente explotado. Gracias, Bernardo, por recordarnos un caso bien patente. Si un propietario gana el solito 450 millones de euros al año, es que algo va muy mal. ¿Las empresas de ese señor hacen reparto de beneficios? ¿Y qué beneficios reparten? ¿Los sindicatos, el Estado, no tienen nada que decir? ¿No hay mecanismos de control?

Anónimo dijo...

Inditex vende diseño asequible de usar y tirar a los seis meses. Terminó con el concepto de algo bueno para usar durante mucho tiempo. Porque lo bueno es intemporal. El ciclo de la moda se acorta porque es negocio. Las marcas de segunda utilizan la misma explotación que las primeras marcas. Da grima ver a un conocido tenista español, con el logo de una marca norteamericana que explota laboralmente a niños orientales. Los deportistas de élite si cobran millonadas por derechos de imagen. Pero todos quieren estar in, a la moda. Se viste para figurar, en esta hueca cultura de la imagen. Una manita de "chapa y pintura" y como nuevos.
¡Y se lo creen!

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