No estaría de más que nos dejaran, al menos, aplicar otras recetas, o bien que se debatan las mismas. Estoy dispuesto a olvidar que en los últimos cinco años se han perdonado impuestos a los ricos por valor de 10.000 millones y que eso es un punto del déficit. También olvidaré que las prebendas a las empresas restan cada año a las arcas públicas dos puntos más. Incluso, en el colmo de la amnesia, olvidaré que hay fraude de los ricos por valor estimado de punto y medio del PIB. Pero lo que no voy a hacer de ninguna manera es aceptar que se niegue un debate sobre otras medidas posibles, toda vez que hemos aceptado la reducción del déficit como un mantra sagrado. Entiendo que la única manera de reducir ese déficit es obtener recursos allá donde están y no donde no están, por tanto, no sería descabellado plantear un impuesto de ejecución única e inmediata del 50% de la riqueza acumulada por las clases altas. Estamos hablando de cerca de medio billón de euros. Con ese dinero, que está en fondos de inversión, en especulación financiera y en cuentas opacas, por tanto no es productivo para nadies excepto para los especuladores, se podría acabar con todos los problemas de la economía española. Podríamos eliminar el déficit de un plumazo, dedicar una suma suculenta a inversión productiva, investigación, educación, sanidad y protección social. Y, aún, nos quedaría dinero para promover políticas de igualdad y derechos de las minorías. Todo eso lo podríamos hacer de golpe, sin necesidad de sufrir tanto tantas personas. Pero claro, esto es populismo, no es realista, dicen. O, peor, es ilegal e injusto. Vayamos por partes.
Resulta que quitar el sueldo a los trabajadores no es populista, pero quitar su riqueza acumulada, es decir, robada, a los ricos sí lo es. Resulta también que sería injusto, pero retirar las ayudas con las que malviven un tercio de la población no lo es. Además, sería imposible, nos dicen, pero sí es posible reducir los derechos de todos los demás. En fin, que ellos, los ricos que dominan los medios, imponen su agenda informativa y dictan lo que puede ser y lo que no. En mi caso está claro que es posible y además debe hacerse. Primero porque es una cuestión de justicia que quien tiene ayude a quien no tiene; segundo, porque es una cuestión de eficiencia: los que guardan el dinero no invierte en productividad; tercero, porque es lo único realmente posible: coger de quien tiene; y cuarto, porque tampoco sería un atropello: los ricos seguirían siendo ricos, sólo que la mitad. Pero la mitad de la riqueza sigue siendo riqueza y los demás no deberían sufrir tantas penalidades.
Si lo que digo es populismo, yo me acuso de populista.
2 comentarios:
Interesante propuesta, precedida de unos olvidos que son el chocolate del loro, en un vano intento de granjearte la benevolencia de los afectados por la propuesta. No lo vas a conseguir. Porque eso de reducir la riqueza de los ricos a la mitad, olvida una cosa fundamental, a saber, que los ricos nunca se desprenden por la sencilla razón de que nunca tienen suficiente. Por tanto, es un drama eso de reducir la riqueza de los ricos a la mitad, no serian igual de ricos, en fin, un montón de problemas, una tragedia nacional. Escribo a las doce del mediodía. Dicen que van a remodelar el gobierno en los próximos minutos. Ya verás como todo sigue igual. Cambios para que nada cambie.
Por eso mismo, querido Martín, habrá que obligarles a desprenderse de lo que les sobra. Como no lo harán, porque para eso son ricos, habrá que usar la fuerza legítima de la justicia y, ya puesto, una pequeña revolución.
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