sábado, 26 de febrero de 2011

Rojo, negro y verde.

La bandera Libia pre Gadafi y pos Gadafi, resume a la perfección lo que está sucediendo en la actual fase de desarticulación geopolítica mundial. Las revoluciones que se llevan a cabo en el mundo árabe están tiñendo de rojo las plazas y calles de sus ciudades. Los sanguinarios líderes, todos ellos puestos y/o sostenidos por occidente, no están dispuestos a dejar el poder así como así. Si Gadafi está dispuesto a morir matando, los regímenes corruptos del resto del mundo árabe no dejarán el poder con más facilidad. Mubarak se ha marchado, pero su régimen sigue; Ben Alí ha huido, pero los suyos controlan el país. En Yemen, Baréin, Arabia Saudí y tantos que aún quedan, la cosa no pinta mejor. Paradójicamente, las revueltas que ponen en riesgo esos gobiernos, son las que los acaban alimentando, pues el oro negro sube como la espuma y hace más apetecible aún agarrarse al poder.
El precio del petróleo, según todos los informes, entre ellos el prestigioso Nomura, puede llegar a los 220 dólares en breve y eso dispararía todas las alarmas. Así se entiende una medida tan inútil como estrambótica adoptada por el gobierno español: reducir a 110 la velocidad máxima con el fin de ahorrar 6.000 millones de dólares al año. Si el precio del barril llegara a tal nivel, por sí mismo reduciría el consumo. Pero el gran beneficiado con el aumento del precio del crudo, por derivación, es Estados Unidos. Un nivel tan elevado del petróleo hace más necesario que nunca una política agresiva para el control de se producción y comercialización, eso implica más poder para la industria armamentística y más fuerza para el lobby militar. Pero lo que realmente está ayudando a USA es que el alza del precio del crudo tira de la demanda del billete verde. La reserva federal estaba casi incapacitada para seguir imprimiendo billetes por falta de demanda. Pero si el precio del petróleo se duplica la demanda del billete verde también y Estados Unidos tiene resuelto por algún tiempo la financiación de su déficit fiscal y su enorme deuda, que supera con mucho la de aquellos países que han sido intervenidos, el 300% de su PIB. Una suma inimiginable y que no puede refinanciar si no es mediante la impresión de billetes, billetes que sólo tendrán salida si el mundo se sume en algún tipo de dislocación geopolítica que empuje a los países a asegurar sus ingresos en la divisa estadounidense.

3 comentarios:

Martín dijo...

Yo también sospecho, aunque me gustaría equivocarme, que esas revoluciones en los países árabes solo conseguiran maquillar un poco la realidad y, que en el fondo, todo seguirá igual. Una pena. Por cierto, hablando de petroleo y de USA. Resulta que USA es el único país en el que las reservas de petróleo no disminuyen. Compra petroleo al exterior y mantiene intactas sus reservas. Y hasta parece que las aumenta, porque llena con petroleo exterior algunos de sus pozos vacios. La conclusión es obvia: en caso de problemas serios, el menos afectado será Estados Unidos.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Sí, la política USA respecto al petróleo desde los setenta es cerrar sus pozos y reservarlos para momentos difíciles y controlar el resto del petróleo. Pero lo que más necesita es que el petróleo se pague en dólares para así vincular el comercio mundial del líquido a su moneda. De esta manera no tiene problema en seguir produciendo más y más billetes, dinero que no tiene ninguna base material real, sino que es pura y simple especulación.
Hace unos años Irak y después Irán, intentaron sustituir el pago de su petróleo por otras monedas. A la vista están los resultados para ellos.

Anónimo dijo...

¿Os acordáis cuando Gadafi era el terror del mundo?
Siempre me he preguntado cómo este tío pasó de ser, como digo, el terror personificado, a ser recibido como líder político por todas las democracias occidentales que, alguna más o alguna menos, fueron las que consintieron a mediados de los 80 bombardear Libia... Pffff ¡Qué mal huele todo esto! Luego dicen que si somos unos neuróticos sospechosos de todo... A mi me da la impresión de que, cada vez más, las grandes tomas de decisiones de los poderosos del mundo se parecen mucho a las reuniones de vecinos de escalera.
Lo que está claro es que, al final, siempre se joden los más inocentes.
¡Qué mundo!
saludos,
i

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