domingo, 11 de septiembre de 2011

Juan 11/9ss

La funesta fecha que se celebra hoy puede servir para muchos propósitos. Puede ser utilizada para reforzar las posiciones de aquellos que aprovecharon los luctuosos acontecimientos del 11/9 de 2001 para dar comienzo a la mayor barbarie que se ha conocido en la historia de la humanidad; otros la pueden utilizar para volver a buscar la verdad en medio de la ideología ambiente, la luz en medio de la oscuridad de esta hora. Porque lo que debemos hacer es preguntarnos los motivos y las causas de aquellos acontecimientos, y en eso nos pueden las víctimas. Una de ellas se decía a sí misma tras ver hundirse la Torre Norte donde murió su hermana que lo más doloroso era pensar que alguien había querido que aquello sucediera. Ni era fruto de un accidente ni el resultado de un lance bélico, sino que alguien, quien fuera, lo había querido así, planificado hasta el último detalle. Ese es el signo del mal absoluto, el de querer el mal y sus consecuencias sabiendo plenamente todo el dolor y el sufrimiento que se va a causar. Esta misma víctima pertenece a una asociación que pide la justicia, pero no la venganza, porque la venganza sólo legitimaría a quien lo ha realizado.
Pero el problema para el resto del mundo, para los que no hemos sido víctimas directas de la barbarie en las Torres Gemelas, es saber bien quién y porqué quiso que aquello sucediera. Cuáles son los motivos que llevaron a aquello y cuáles las consecuencias buscadas por sus autores. Responder a esto es de extrema importancia, porque si no acertamos en el análisis de causas y autores es muy posible que nos quedemos encerrados en un laberinto de falacia del que nos será imposible salir este siglo.
Como el ser humano dispone de inteligencia y razón para poder reflexionar y llegar a conclusiones, una de las formas de arrojar luz sobre los hechos es mediante la facultad intelectiva. Apliquémosla y concluiremos que el "relato oficial" hace aguas por todos sitios y no explica, sino más bien al contrario, los acontecimientos que hemos visto. Pero lo que explica menos aún son las consecuencias. Dicho de otra forma, como consecuencia directa del 11/9 de 2001, el pueblo americano fue embarcado en una serie de guerras por el control geoestratégico del planeta que aún estamos padeciendo; los derechos civiles en el mundo entero han sufrido una merma considerable; las acciones de tortura, control de la información y engaño informativo han acabado con el orden mundial anterior a 2001 y han convertido este planeta en un mundo más inseguro de lo que ya era; por último, el control sobre los recursos y la destrucción sistemática de las redes sociales de organización ha llegado a la máxima expresión. Todo esto se ha realizado tomando como excusa la necesidad de luchar contra el terrorismo y para evitar otro 11/9. La conclusión es fácil de obtenerla: quienes se han beneficiado de los resultados son los más que probables autores de los hechos.
Si, por otro lado, analizamos los hechos en sí, la versión oficial se cae por su propio peso. Resulta de todo punto imposible que 19 personas sin ninguna preparación en vuelos, aunque después se inventaran lo de las clases de avioneta de uno de ellos, cosa que no hace sino confirmar las sospechas de fraude, pudieran conseguir estrellar dos aviones de los más complejos del mercado contra dos objetivos tan precisos, modificando el plan de vuelo y alcanzando el objetivo de lleno. También resulta imposible que un avión comercial provocara los daños observados en el Pentágono, sólo un misil pudo realizar ese boquete. Pero si los aviones se estrellaron, imágenes que nos han marcado hasta la saciedad y a las que han asociado la versión oficial, esas explosiones, por sí mismas, son incapaces de hacer colapsar las torres, preparadas como estaban para soportar incendios más duraderos. De hecho, las versiones que dieron los bomberos y policías incluían múltiples explosiones que descendían a la vez que se hundían las torres. Queda, claro está, por aclarar lo sucedido con el WTC7, un edificio colapsado sin choque de avión.

Creo que las palabras oportunas del capítulo 11, versículo 9, del evangelio de Juan, pueden ayudarnos a aclararnos en esta hora aciaga del mundo:
Jesús respondió: "¿No hay doce horas en el día? Si alguien anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él".

Sí, el que camina en la noche tropieza y cae, pero el que camina de día ve la luz del mundo. Tras los acontecimientos del 11/9 se esconde la intención de hacer que todo el mundo caiga en medio de la oscuridad y llevar al planeta entero a la catástrofe más absoluta, catástrofe que empieza en el orden intelectual y moral. Sólo la verdad nos hace libres y sólo la verdad nos permite hacer el bien. La mentira y la falacia nos llevan a la esclavitud y al mal. Quien vive en la luz ve el camino correcto y no se deja engañar, pero el que se deja llevar por la noche tropieza y cae con facilidad en el engaño y la mentira. Que esta fecha no nos empuje más aún por el camino de las tinieblas y seamos capaces de ver la luz de la verdad, para nosotros y para el mundo.

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