Noviembre de 2019, ya está aquí. |
Que la Teología tiene mucho que aportar al pensamiento actual, que es una rama del saber como cualquier otra, que su método y sus contenidos son homologables al resto de las ciencias humanas, que su labor fue, es y será pertinente, son cuestiones que no están muy claras en la gente común, mucho menos en los que se dicen científicos o pensadores. Especialmente en España, la Teología fue recluida en los seminarios, las capillas y los conventos, y lo fue por culpa de aquellos que decían profesarla y defenderla. No hubo ningún complot, ni conspiración laicista o secularista. Fue la propia Iglesia quien encerró la Teología para protegerla del mundo. Hoy quiere abrirse al mundo y se encuentra, lógicamente, con las reticencias de quienes no saben, no quieren o no pueden entender qué es la Teología.
Desde el Instituto Teológico de Murcia estamos empeñados en que la Teología vuelva a estar en el lugar que nunca dejó de ocupar: el ámbito de reflexión académica y civil. Allí es donde realmente puede dar un servicio al mundo y a la Iglesia que suponga "dar razón de nuestra esperanza" y cumplir con la parte que le toca en la "encarnación de nuestra fe". Medios para ello son tanto el Máster Universitario en Teología como el Programa de Doctorado en Teología, ambos en colaboración con la Universidad de Murcia. También lo es el incipiente Grupo de Investigación Metanoia, Ciencias, Humanidades y Teología. Ahora bien, desde la programación de actividades del Instituto Teológico también hemos querido abrir la Teología a la reflexión del mundo contemporáneo desde hace más de 30 años. Por eso, la serie de mesas redondas con el título genérico Diálogos en la frontera quiere ser esto mismo, quiere poner el medio para que las artes, las ciencias y la teología puedan pensarse en el límite mismo de sus respectivos territorios.
El viernes 30 de noviembre, a las 18 horas, tendrá lugar la inauguración de esta serie de mesas donde intentaremos reunir a pensadores venidos del ámbito de las ciencias, las humanidades, las artes y la teología. El objetivo es poner en común el pensamiento para dar respuestas a la experiencia humana. El formato de mesa redonda es el que mejor se adapta al intercambio de ideas en pie de igualdad, a la dialéctica del saber. Diálogos en la Frontera quiere ser eso mismo, un intercambio dialéctico en los límites mismos de los saberes, borrando los márgenes del texto, saltando los límites de demarcación, colmando el espacio entre los procesos de pensamiento, en un momento en el que la Globalización se ha crecido cual Minotauro encerrado en el laberinto postmoderno.
Hoy, cuando el proceso de desterritorialización ha llegado al máximo de su expresión geopolítica, precisamente hoy, necesitamos redefinir las fronteras de lo que nos hace ser humanos. Por eso también, hoy, necesitamos los mismos mimbres que hace 200 mil años, cuando nuestra especie nacía en este planeta. Porque hoy, nuestra especie es capaz de destruir ese mismo planeta que la alumbró, por ejercer despiadadamente los instrumentos de los que la naturaleza lo dotó para sobrevivir en medio de un mundo necesariamente hostil para una criatura inerme y desamparada, necesitada de prótesis que le ayuden a subsistir. La técnica, el fuego, la palabra, esas fueron las primeras herramientas de supervivencia con las que esta especie inadaptada al medio se las pudo apañar.
Desde el Instituto Teológico de Murcia estamos empeñados en que la Teología vuelva a estar en el lugar que nunca dejó de ocupar: el ámbito de reflexión académica y civil. Allí es donde realmente puede dar un servicio al mundo y a la Iglesia que suponga "dar razón de nuestra esperanza" y cumplir con la parte que le toca en la "encarnación de nuestra fe". Medios para ello son tanto el Máster Universitario en Teología como el Programa de Doctorado en Teología, ambos en colaboración con la Universidad de Murcia. También lo es el incipiente Grupo de Investigación Metanoia, Ciencias, Humanidades y Teología. Ahora bien, desde la programación de actividades del Instituto Teológico también hemos querido abrir la Teología a la reflexión del mundo contemporáneo desde hace más de 30 años. Por eso, la serie de mesas redondas con el título genérico Diálogos en la frontera quiere ser esto mismo, quiere poner el medio para que las artes, las ciencias y la teología puedan pensarse en el límite mismo de sus respectivos territorios.
El viernes 30 de noviembre, a las 18 horas, tendrá lugar la inauguración de esta serie de mesas donde intentaremos reunir a pensadores venidos del ámbito de las ciencias, las humanidades, las artes y la teología. El objetivo es poner en común el pensamiento para dar respuestas a la experiencia humana. El formato de mesa redonda es el que mejor se adapta al intercambio de ideas en pie de igualdad, a la dialéctica del saber. Diálogos en la Frontera quiere ser eso mismo, un intercambio dialéctico en los límites mismos de los saberes, borrando los márgenes del texto, saltando los límites de demarcación, colmando el espacio entre los procesos de pensamiento, en un momento en el que la Globalización se ha crecido cual Minotauro encerrado en el laberinto postmoderno.
Hoy, cuando el proceso de desterritorialización ha llegado al máximo de su expresión geopolítica, precisamente hoy, necesitamos redefinir las fronteras de lo que nos hace ser humanos. Por eso también, hoy, necesitamos los mismos mimbres que hace 200 mil años, cuando nuestra especie nacía en este planeta. Porque hoy, nuestra especie es capaz de destruir ese mismo planeta que la alumbró, por ejercer despiadadamente los instrumentos de los que la naturaleza lo dotó para sobrevivir en medio de un mundo necesariamente hostil para una criatura inerme y desamparada, necesitada de prótesis que le ayuden a subsistir. La técnica, el fuego, la palabra, esas fueron las primeras herramientas de supervivencia con las que esta especie inadaptada al medio se las pudo apañar.
Hoy, la
frontera no es una simple metáfora, es una realidad que nos puede poner ante el
borde mismo del abismo. La frontera es el lugar donde se encuentran los
diferentes, pero también donde se identifican las diferencias. La frontera
entre el mundo habitable y el no-mundo se juega en nuestras elecciones, en
nuestras convicciones, en nuestro modo de contarnos lo que somos y lo que
queremos ser. Por eso, el Instituto Teológico de Murcia abre este espacio, este
lugar teológico para dar cabida a los no-lugares que se están atisbando en el
horizonte. Queremos poner en diálogo las ciencias, las artes, la filosofía y la
teología para ir creando mapas que nos permitan asentarnos en el nuevo
territorio del tercer milenio. Porque, como nos recordaba Juan Pablo II en Novo Millenio Ineunte, 5, el cristianismo es la religión que ha
entrado en la historia, y lo ha hecho por ser expresión del Dios que se
compromete, que abandona su lejanía y se hace uno con nosotros en la
encarnación de su ser más íntimo. Fieles a este compromiso con el mundo, la
historia y los hombres y mujeres de este siglo, el Instituto Teológico de
Murcia busca vivir más profundamente esta kénosis de la fe y la teología.
Abstract: Los sueños son el indicio de realidad biológica
de los seres superiores. Un androide no puede soñar, las máquinas están sujetas
a los programas que las determinan. Pero, si las máquinas son programadas para
soñar, si se puede introducir un software que lo realice, entonces ¿qué nos
diferencia de ellos? Quizás, dirán algunos, las respuestas emocionales. Las
emociones son difíciles de codificar binariamente y tienen muchas posibles
respuestas que dependen de algo que Descartes dio por supuesto, el sentido
común, pero ¿dónde está el sentido común cuando nos damos a la barbarie, cuando
respondemos con violencia o cuando nos arrastra la pasión? En definitiva, si
los hombres podemos ser ya programados, al menos en parte, nuestros recuerdos
implantados y los sueños inducidos, entonces, ¿sueña Dios con androides?
Key words: actitud prometeica, deicidio, distopía,
nihilismo, silencio de Dios.
Mesa:
Ignacio
Martín Lerma, profesor y director
de cine.
Vicente
Llamas Roig, físico y filósofo.
José A.
Molina Gómez, historiador y
traductor.
Bernardo
Pérez Andreo, teólogo.
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