De todos es conocido que no compro lotería, ni sucumbo a los juegos de azar, ni consiento que algo en mi vida quede al capricho de esos veleidosos dioses de las ruletas, bombos y algoritmos combinatorios, trucados todos como están para que siempre, sin excepción, ganen los dioses de la Fortuna, es decir, la Banca. No he sucumbido nunca a tan artera artimaña para sacar la pasta del bolsillo y dejarla allí, al mostrador de la oficina de loterías, al vendedor de ese engendro de ciegos regido por un tuerto, al que el Señor le conserve la vista que tiene, ya que la educación nunca se la concedió, o a esos que en silla de ruedas o renqueando, quieren hacernos creer que comprar un boleto de lotería te hace más solidario, más digno, menos ruin al cambiar el motivo de la adquisición. Nada de eso. Comprar lotería, de cualquier tipo, es caer en la ilusión de la riqueza fácil. Por eso se compra, no hay ningún otro motivo.
Bueno, está los consabidos "compromisos": el hijo de un amigo que se va de viaje de estudios y no se les ocurre mejor opción que hacer el negocio a Loterías del Estado. El cuñado que quiere ayudar a no se qué asociación y va por ahí endosando décimos o participaciones. O el más retorcido de todos: "y si toca". Este es el de peor calaña, porque destapa la miseria moral de muchos de nosotros. Podemos aceptar que alguien tenga suerte, pero que la tenga estando a mi lado deja en evidencia mi mala suerte, así es que todos tontos. Si toca a todos y si no toca nos jodemos todos. Así funciona la envidia. Por mi parte estoy curado en salud. La mera combinatoria se alía con mi defección por los juegos de azar: la posibilidad de que te toque un décimo de lotería de Navidad es inferior a la posibilidad de que te parta un rayo. Nadie piensa que le partirá un rayo, es algo imposible, pero todos piensan que les tocará a ellos la Lotería.
Este argumento, el del "si toca", me lo han esgrimido en multitud de ocasiones en el trabajo para venderme lotería, pero ya se ve que fuerza no tiene y que lo máximo que puede suceder es que les toque a ellos perder. Pero no seré yo quien haga leña del árbol caído, en el pecado les va la penitencia. Al fin y al cabo, yo, un hombre que se tiene por cabal, considera que tener quien te quiera y a quien querer, poder hacer lo que te gusta y pasar buenos ratos con la gente que quieres es la verdadera y única lotería que quiero y que tengo la suerte de disfrutar cada día. Lo triste es que esas cosas que son las que hacen la vida digna, las que permiten la felicidad, son un puro azar en este mundo. Si has nacido en los países del Sur, es muy difícil que te toque; si has nacido en los del Norte, depende. En el mundo que vivimos, la dignidad humana se cuantifica mercantilmente y quien dispone de los medios la disfruta, quien no se hunde en la miseria de tener que estar al albur de la diosa Fortuna. Después de tres años de desmantelamiento de un orden medianamente humano, y con cinco años por delante de más medicina neoliberal, lo que quedará para ser humano no será otra cosa que meros sueños, sueños de un mundo mejor, sueños de un organización del bien común que nos permita vivir, sueños al fin, loterías, no realidades. Pero es lo que quieren la inmensa mayoría, que con su consentimiento pasivo lo consiente. Qué le vamos a hacer, soñemos.
Ah, si el 22 cierro el blog es que ha tocado el 95000. Sorry, era un compromiso.
5 comentarios:
Ah, la lotería. Buen ejemplo de lo que espera mucha gente en estos días de Navidad. Dime lo que esperas y te diré si tu esperanza es cristiana. En fin, la lotería, las luces, la música, los grandes almacenes, todo eso es Navidad para muchas y muchos. La Navidad pagana, o el paganismo listo que se ha apropiado de la Navidad. Quizás porque nosotros somos culpables de haberla presentado de forma tal que se presta a este horroroso malentendido. Feliz Navidad, Bernardo, pero de la buena, claro.
De la buena, Martín, de la de verdad, de la que celebra el nacimiento de la esperanza, la paz y la alegría y comparte lo que se es y por eso lo que se tiene.
Un abrazo.
Totalmente compartido el sentimiento acerca de la cosa esta de la lo(ton)tería.
Nosotros tampoco compramos (por convicción) y nos sorprende mucho otra actitud anexa a este "evento de esperanza": la de los amigos del entorno que se ven en la obligación de preocuparse por ti y ofrecerte lotería... ¡No vaya a ser que toque y no te hayamos avisado!. :P
No en vano la lotería esta denominado por los medios como "el hito que arranca la Navidad". ¡Qué pena! pero, comparto con Martín, que hemos sido nosotros mismos, los creyentes, los que colaboramos en esta deriva navideñopagana... ¡A lo mejor eso nos lleva, cuando todo toque fondo, a re-encontrar el sentido de la celebración de la Navidad.
Un chiste para terminar. No es mío sino del gran Chipola.
Un extraterrestre observa desde su planeta a la Tierra y dice: "Ya están los terráqueos con esa extraña manía que les ataca a final de año en la que muchos ponen dinero para hacer rico a uno de ellos... Lotería le llaman"
Que las luces de las calles, comercios y demás fanfarrias no nos cieguen e impidan ver en la oscuridad del rincón de un establo que nace el Misterio.
Feliz Navidad
i
Invito al blogger, a su fino e independiente análisis de la realidad, a que, pasados los efluvios de ¿ternura? sociológica navideña dedique un post titulado algo así como: “en busca de solidaridades decentes”
La lógica del “…y si toca” vacía nuestras carteras, con o sin paga extra, de unos eurillos considerables, en ocasiones con la ¿noble? tarea de financiar, no sólo el viaje de estudios del nene o la nena, sino la los buenos propósitos, incluso, de unas tantas ONG’s, que ven en la “suerte” una salida razonable a sus expectativas caritativas.
De mismo modo la lógica del “…por lo menos…”, permite la competencia no ya tras las cajas registradores de los grandes supermercados, sino “ante” dichas cajas, cuando el Banco de Alimentos, o Asociación de…., y la Cofradía de…., deciden revestirse de solidaridad esos días para que, dicen, al menos Nochebuena, las familias pobres puedan comer… (sic).
La lógica del “…es importante estos días…”, llena de festivales de villancicos de niños y niñas muy bonicos, de maratones solidarios y demás experimentos, buena parte de nuestras iglesias o centros culturales afines, con la “sana” idea de compartir con un donativo a tan nobles causas propias de la “caridad navideña”.
Y ya en el tiempo ordinario, no falta la lógica del “… hay que colaborar también estos días…” cuando a nuestras ferias y fiestas, llegan las tómbolas de Cáritas donde, de nuevo, la suerte se convierte en la aliada de la solidaridad. Lo de menos es el premio…ya lo sabemos pero ¡ay si no sale la moto o el ordenador, o el coche…! (si la tómbola de la Caridad tiene nivel).
Invito al blogger a discernir todas estas iniciativas. Que hile fino, porque en el ágora, en los atrios, y en los altares, a veces, no hay alternativa: o estás con eso, o estás contra eso.
Mi mirada, coyunturalmente abrupta, me hace estar con Benedicto. La dictadura del relativismo también se ha metido en la solidaridad y en la caridad.
Buena Navidad.
Invitación aceptada, de hecho estaba en cartera algo por el estilo.
Gracias por la finesse d'esprit, Winibal.
Feliz Navidad, sin coña.
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