No se puede estar en misa y repicando, eso es algo que todo el mundo con sentido común entiende y no debería hacer falta ningún tipo de explicación. Sin embargo, la élite económica de este país quiere ambas cosas a la vez, de ahí que quieran aligerar el proceso de concentración de la riqueza ante eventuales cambios en el sistema político español que inviertan la tendencia actual. La intensidad del proceso de concentración de riqueza en pocas manos ha sufrido un incremento desde hace año y medio ante la pasividad dulzona de la ciudadanía, anestesiada ante tamaña injusticia que está viviendo. Entre el miedo y la natural confianza de los seres humanos, los buitres de las élites económicas implantan su agenda, nada oculta ya, de destrucción de los derechos sociales y económicos y de eliminación de todo lo que, hasta ahora, había convertido el capitalismo en un sistema social aceptable. Dentro de un par de años, el capitalismo será irrespirable en España y eso lo hará más peligroso aun, pues deberá utilizar la fuerza bruta para defenderse de una población empobrecida y, quizás, enfurecida.
Hemos asistido a la creación de un ingente ejército en reserva de parados que permite la destrucción de los derechos laborales y de los sueldos. Este ejército se mantendrá durante una década o más, mientras el capital necesite seguir aumentando su tasa de ganancia en este país para poder pagar sus enormes deudas y seguir inyectando dinero en sus cuentas paradisíacas. Durante este tiempo, además, aprovechando el miedo inducido en la ciudadanía, se destruirá lo único que quedaba como espacio de igualdad y democracia: la educación y la sanidad. Las empresas privadas de gestión de recursos financieros han entrado a trapo en la gestión de la sanidad y la educación y necesitan un marco que permita la destrucción del sector público. Esto está en marcha y en poco tiempo veremos que se implementa completamente, a partir del modelo piloto que es la Comunidad de Madrid. Pero ahora toca el guinda del pastel.
Las pensiones no son una cuestión menor para la élite económica. Se trata de la mayor tajada que pueden obtener. De seguir el sistema como hasta hace unos años, dentro de una década habría más redistribución de la riqueza, por la simple y pura aplicación de la justicia redistributiva que subyace al sistema público de pensiones. Esto detraería enormes recursos del capital para aplicar a la ciudadanía y eso no están dispuestos a soportarlo. Por tanto, toca destruir el sistema pública de pensiones. Primero endureciendo las condiciones de acceso a una pensión digna; segundo, alargando la vida laboral, cuyo fin quieren hacer coincidir con la biología, permitiendo también un acortamiento de esta; tercero, sacando del sistema público a quienes tienen recursos para un sistema privado. Aquí es donde está todo: desviar el dinero de las pensiones hacia fondos privados para así seguir manteniendo la tasa de ganancia del capital. Esto es todo amigos, así es como funciona esto y no hay nada más.
Si somos tan idiotas de dejarnos convencer con estos cantos de sirena de la demografía y la ineficiencias, acabaremos devorados por los grandes monstruos de la economía mundial. Así es que, o espabilamos ya o mañana será muy tarde para esto.
1 comentario:
Bernardo estoy completamente de acuerdo con la llamada a la movilización y a despertar. ¿Cómo inyectar en esta sociedad, en mi pueblo, en mi casa, desde mi propio corazón esa pequeña revolución necesaria si no me duele el sufrimiento de la víctimas, si tengo los ojos y los oídos vendados para no conmoverme con el que sufre? Hemos de abrir los ojos y los oídos, esa es la tarea urgente de la religión también...
Publicar un comentario