No nos cansaremos de insistir en explicar las causas de las atroces barbaridades que contemplamos en este mundo cada día. Es probable que las mayores de estas estén sucediendo en Centro África, donde una guerrilla de corte islamista está sembrando el terror entre la población, especialmente entre la población cristiana o refugiada en la diócesis del comboniano Juan José Aguirre. En una inquietante entrevista, el obispo africano nos explica cuáles han sido las consecuencias, pero también las causas de esta barbarie continuada. Se trata de un hombre que lleva muchos años en África y sabe muy bien quiénes son los verdaderos responsables de los crímenes que de forma continua asolan el enorme y rico continente negro. De entre las causas próximas hay que señalar, como hicimos nosotros en su momento, la intervención "humanitaria" de la OTAN en Libia. Aguirre sabe muy bien quienes son estos islamistas llegados del norte: tropas que salieron de Libia tras la guerra cargados de armas y dispuestos a imponer su voluntad por toda África. Así sucedió en Mali, donde Francia intervino para proteger sus intereses, pero no ha sucedido lo mismo en la República Centroafricana, que ha sido dejada a su suerte.
Pero la causa profunda y fundamental de todo lo que sucede en África hay que buscarla en los intereses económicos de los principales capitales mundiales, que han estado, están y estarán detrás de todas las guerras de África. Aguirre lo dice con claridad: "el mismo talonario que ficha a Neymar paga la guerrilla de Bangassou". Son los mismos intereses económicos porque el capital no sabe de continentes ni de actividades, solo sabe del lucro, de la búsqueda del máximo beneficio. Ha sido así desde las colonizaciones europeas, pero el proceso se ha acentuado tras la colonización 3.0 que hemos visto desde finales del siglo pasado. Centenares de grupúsculos armadas, financiados por grandes empresas, países o corporaciones financieras, han sembrado el terror para conseguir extraer los enormes recursos naturales de forma económica. Lo primero que se pretende con estas acciones es evitar la independencia de las naciones africanas, tras eso conseguir que las condiciones de vida sean tan pésimas que toda la población pueda ser utilizada para la extracción barata de los recursos: niños para la extracción del coltán o la recolección del cacao; niñas para el aprovechamiento sexual; mujeres para las empresas extractivas y hombres para la guerra. Todo se aprovecha en África. Así funcionan los intereses del capital internacional.
La unidad del capital internacional puede ser ejemplificada con dos botones de muestra. En los años 90 se produjo una bárbara matanza en Ruanda, matanza que necesitó de un millón de machetes, adquiridos a China con la financiación de de Credit Lyonnais. Un gobierno pidió un préstamo para adquirir unos machetes con los que masacrar a la población. La unidad es perfecta. Lo peor del caso es que tras ser juzgados los criminales, Credit Lyonnais sigue cobrando los intereses de aquella operación. De la misma manera, hoy, los mismos que financian a los grupos guerrilleros en Centro África financian la compra multimillonaria de un jugador. Aunque el público en general no vea la relación, no solo existe sino que son las dos caras de la misma moneda. De un lado se consigue destruir un país para poder robar sus recursos y de otro se mantiene en la idiotez supina con el deporte a una población anestesiada en su mayoría. Con una operación se mantiene la otra. Mientras se consigue instalar en el poder a un grupúsculo que permita extraer los recursos naturales (petróleo, diamantes, etc.), por otro lado se financia el panem et circenses occidental.
La unidad del capital internacional puede ser ejemplificada con dos botones de muestra. En los años 90 se produjo una bárbara matanza en Ruanda, matanza que necesitó de un millón de machetes, adquiridos a China con la financiación de de Credit Lyonnais. Un gobierno pidió un préstamo para adquirir unos machetes con los que masacrar a la población. La unidad es perfecta. Lo peor del caso es que tras ser juzgados los criminales, Credit Lyonnais sigue cobrando los intereses de aquella operación. De la misma manera, hoy, los mismos que financian a los grupos guerrilleros en Centro África financian la compra multimillonaria de un jugador. Aunque el público en general no vea la relación, no solo existe sino que son las dos caras de la misma moneda. De un lado se consigue destruir un país para poder robar sus recursos y de otro se mantiene en la idiotez supina con el deporte a una población anestesiada en su mayoría. Con una operación se mantiene la otra. Mientras se consigue instalar en el poder a un grupúsculo que permita extraer los recursos naturales (petróleo, diamantes, etc.), por otro lado se financia el panem et circenses occidental.
Por tanto, si queremos acabar con los problemas de África, hay que empezar por Europa. Es en el deseo de riqueza de los europeos y americanos, aunque también se unen los chinos, donde reside el mal que aqueja al mundo. El enigma del capital, del que ya hemos hablado, está detrás de todos los crímenes que asolan el mundo y es ahí donde hay que intervenir. Como nos dice este buen obispo, en unos días puede venirse abajo el trabajo de varias décadas. Todo lo que se haga, mientras exista el sistema económico y social vigente, está amenazado. Hemos de saber ver las relaciones subyacentes del sistema social y renegar, como si fuera un crimen, de todo aquello que nos hace menos humanos. Sólo si sabemos ver la relación entre el fichaje de Neymar y la guerra en Centro África, seremos verdaderos seres humanos dignos de ese nombre.
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