Humanizar la economía: para una salida
cristiana de la crisis actual.
No hacía falta que llegara Francisco para decirnos lo que es
obvio, que este modelo económico mata, que es un modelo asesino y suicida que
acaba con los recursos y con las personas por el puro y simple egoísmo de
producir más riqueza para unos pocos. Muchos llevamos mucho tiempo denunciando
esta situación y denunciando que no basta con unos parches aquí y allá, que se
trata de un problema de fondo, de una crisis sistémica y estructural, que, como
nos ha recodado el papa, es una crisis antropológica en primer lugar y solo se
solucionará cuando se produzca una transformación de las conciencias. La misma
forma de hacer y pensar que nos trajo hasta aquí, no nos podrá sacar de aquí.
Necesitamos transitar nuevos caminos, nuevas formas de relacionarnos con el medio
natural y con los otros. Necesitamos una metanoia.
Unos datos para situarnos: en los seis años oficiales de la
crisis llevamos perdido tan solo un 5% del PIB español; en el caso del PIB
mundial ha seguido creciendo. Sin embargo, el número global de parados ha
crecido un 5%, mientras en España lo ha hecho un 100%. Por otro lado, en España
los salarios han decrecido entre un 20 y un 30%, mientras las rentas del
capital y el excedente bruto de explotación han aumentado más de un 30%. Si
leemos estos datos conjuntamente vemos claro que la riqueza total apenas ha
caído en España y lo que ha sucedido es una redistribución de la misma: los que
más tienen, el 1% más rico, aumentan su riqueza y los que menos tienen la
disminuyen. En lugar de una crisis habría que llamarle una redistribución de
rentas.
El Estado ha perdido capacidad de acción. Cada vez son menos
las opciones que tiene de intervenir en la economía. El euro nos ha restado
opciones de intervención; la supuesta autonomía del BCE nos resta posibilidades
de actuación. Los Estados están siendo ahogados con un fuerte dogal que les
impide ser lo que deberían, los servidores del Bien común. Se achaca la
responsabilidad de la crisis, en un cierto discurso ideológico, a los excesos
del Estado, pero los datos puros y duros desmienten esta falacia. Justo antes
de 2008 las cuentas del Estado español estaban equilibradas: 28% de deuda neta
del Estado, 1% de superávit fiscal, 7,9% tasa oficial de paro. Se podría decir
que macroeconómicamente España cumplía con los deberes. El 80% de la deuda
actual no se ha debido al despilfarro, sino a hacer frente a la crisis. De los
750 mil millones de deuda sumados desde 2009, solo un tercio se ha debido a los
efectos de la reducción de recaudación, el resto ha sido debido a las
necesidades de financiación de los bancos. Por tanto, la mitad de nuestra deuda
es debida al rescate de los bancos. Sin embargo, los bancos no están mejor. A
pesar de haber endosado al Estado casi 250 mil millones de su deuda, aun deben
más de un billón de euros. Su modo de financiación sigue repitiendo los
patrones anteriores a la crisis: especular. Ahora lo hacen con deuda pública
española, de la que ellos son propietarios en un 90%, antes lo hacían con
casas.
El discurso de la crisis, discurso que ha sido
convenientemente acaparado por cierto sector de los medios de comunicación que
ha ido imponiendo su propia visión en un intento por crear un estado de opinión
que impida verdaderos cambios en este país, no acepta lo que es obvio para
cualquier economista o historiador, a saber, que “las raíces de la crisis no se
encuentran en el gasto del sector público, si no en un proceso de cambio en el
equilibrio del poder político y económico hacia los intereses de la élite. Para
incrementar la tasa de ganancia del capital se favoreció un deterioro de gran
parte de la industria manufacturera, o bien se promocionó su traslado a países
con mano de obra más barata; el movimiento sindical fue atacado y casi
diezmado; los salarios se han deprimido y han caído en términos reales a lo
largo de más de tres décadas. Entonces, claro está, para compensar el
vaciamiento de la economía, los bajos salarios y el aumento del subempleo, el
crédito se convirtió en la solución a corto plazo para estimular la demanda. Y
de aquellos barros estos lodos: una brutal crisis de deuda impagable y un
sistema bancario quebrado. Pero en vez de solucionar los problemas, estas
élites, que al principio de la crisis estaban acorraladas, han sido capaces de
revolverse panza arriba, “convencer” a una clase política mediocre y hacernos
creer que la culpa es nuestra, que el Estado del Bienestar es insostenible”.
Fin de la cita (Juan Laborda, Vozpópuli 11/01/2014, http://vozpopuli.com/blogs/3913-juan-laborda-pauperizacion-de-los-trabajadores-y-acumulacion-de-capital).
Por tanto, no estamos mejor, sino peor que en 2010, y sin
embargo se nos vende la moto de la mejora de la economía española. 6 millones
de parados, empobrecimiento de los colectivos vulnerables, aumento de la
exclusión social y disminución de los presupuestos sociales son el resultado de
seis años de intentos por mantener a flote un modelo económico y social
difunto. Ahora se trata de empezar a implementar las medidas que nos lleven
hacia otro modelo. Algunos elementos a tener en cuenta serán los siguientes:
1.
Nuevo modelo de banca.
2.
Reconsideración de los mercados.
3.
Fortalecimiento del papel del Estado en vistas
al Bien común.
4.
El trabajo como realidad antropológica, no como
mercancía.
5.
Nuevos procesos productivos y distributivos.
6.
Un camino hacia el decrecimiento.
7.
Nueva política energética.
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