miércoles, 22 de enero de 2014

¿Crisis o redistribución de rentas?

Humanizar la economía: para una salida

cristiana de la crisis actual.

 (Mesa redonda en el Instituto Teológico de Murcia. Jueves 23 a las 18:30 horas. Plaza Beato Andrés Hibernón, junto a La Merced)


No hacía falta que llegara Francisco para decirnos lo que es obvio, que este modelo económico mata, que es un modelo asesino y suicida que acaba con los recursos y con las personas por el puro y simple egoísmo de producir más riqueza para unos pocos. Muchos llevamos mucho tiempo denunciando esta situación y denunciando que no basta con unos parches aquí y allá, que se trata de un problema de fondo, de una crisis sistémica y estructural, que, como nos ha recodado el papa, es una crisis antropológica en primer lugar y solo se solucionará cuando se produzca una transformación de las conciencias. La misma forma de hacer y pensar que nos trajo hasta aquí, no nos podrá sacar de aquí. Necesitamos transitar nuevos caminos, nuevas formas de relacionarnos con el medio natural y con los otros. Necesitamos una metanoia.
Unos datos para situarnos: en los seis años oficiales de la crisis llevamos perdido tan solo un 5% del PIB español; en el caso del PIB mundial ha seguido creciendo. Sin embargo, el número global de parados ha crecido un 5%, mientras en España lo ha hecho un 100%. Por otro lado, en España los salarios han decrecido entre un 20 y un 30%, mientras las rentas del capital y el excedente bruto de explotación han aumentado más de un 30%. Si leemos estos datos conjuntamente vemos claro que la riqueza total apenas ha caído en España y lo que ha sucedido es una redistribución de la misma: los que más tienen, el 1% más rico, aumentan su riqueza y los que menos tienen la disminuyen. En lugar de una crisis habría que llamarle una redistribución de rentas.

El Estado ha perdido capacidad de acción. Cada vez son menos las opciones que tiene de intervenir en la economía. El euro nos ha restado opciones de intervención; la supuesta autonomía del BCE nos resta posibilidades de actuación. Los Estados están siendo ahogados con un fuerte dogal que les impide ser lo que deberían, los servidores del Bien común. Se achaca la responsabilidad de la crisis, en un cierto discurso ideológico, a los excesos del Estado, pero los datos puros y duros desmienten esta falacia. Justo antes de 2008 las cuentas del Estado español estaban equilibradas: 28% de deuda neta del Estado, 1% de superávit fiscal, 7,9% tasa oficial de paro. Se podría decir que macroeconómicamente España cumplía con los deberes. El 80% de la deuda actual no se ha debido al despilfarro, sino a hacer frente a la crisis. De los 750 mil millones de deuda sumados desde 2009, solo un tercio se ha debido a los efectos de la reducción de recaudación, el resto ha sido debido a las necesidades de financiación de los bancos. Por tanto, la mitad de nuestra deuda es debida al rescate de los bancos. Sin embargo, los bancos no están mejor. A pesar de haber endosado al Estado casi 250 mil millones de su deuda, aun deben más de un billón de euros. Su modo de financiación sigue repitiendo los patrones anteriores a la crisis: especular. Ahora lo hacen con deuda pública española, de la que ellos son propietarios en un 90%, antes lo hacían con casas.


El discurso de la crisis, discurso que ha sido convenientemente acaparado por cierto sector de los medios de comunicación que ha ido imponiendo su propia visión en un intento por crear un estado de opinión que impida verdaderos cambios en este país, no acepta lo que es obvio para cualquier economista o historiador, a saber, que “las raíces de la crisis no se encuentran en el gasto del sector público, si no en un proceso de cambio en el equilibrio del poder político y económico hacia los intereses de la élite. Para incrementar la tasa de ganancia del capital se favoreció un deterioro de gran parte de la industria manufacturera, o bien se promocionó su traslado a países con mano de obra más barata; el movimiento sindical fue atacado y casi diezmado; los salarios se han deprimido y han caído en términos reales a lo largo de más de tres décadas. Entonces, claro está, para compensar el vaciamiento de la economía, los bajos salarios y el aumento del subempleo, el crédito se convirtió en la solución a corto plazo para estimular la demanda. Y de aquellos barros estos lodos: una brutal crisis de deuda impagable y un sistema bancario quebrado. Pero en vez de solucionar los problemas, estas élites, que al principio de la crisis estaban acorraladas, han sido capaces de revolverse panza arriba, “convencer” a una clase política mediocre y hacernos creer que la culpa es nuestra, que el Estado del Bienestar es insostenible”. Fin de la cita (Juan Laborda, Vozpópuli 11/01/2014, http://vozpopuli.com/blogs/3913-juan-laborda-pauperizacion-de-los-trabajadores-y-acumulacion-de-capital).
Por tanto, no estamos mejor, sino peor que en 2010, y sin embargo se nos vende la moto de la mejora de la economía española. 6 millones de parados, empobrecimiento de los colectivos vulnerables, aumento de la exclusión social y disminución de los presupuestos sociales son el resultado de seis años de intentos por mantener a flote un modelo económico y social difunto. Ahora se trata de empezar a implementar las medidas que nos lleven hacia otro modelo. Algunos elementos a tener en cuenta serán los siguientes:

1.        Nuevo modelo de banca.
2.       Reconsideración de los mercados.
3.       Fortalecimiento del papel del Estado en vistas al Bien común.
4.      El trabajo como realidad antropológica, no como mercancía.
5.       Nuevos procesos productivos y distributivos.
6.      Un camino hacia el decrecimiento.
7.       Nueva política energética.

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