lunes, 15 de mayo de 2023

"La guerra es el camino para la paz"

El Papa Francisco ha recibido a Zelenski en el Vaticano y le ha expuesto su plan de paz, pero el presidente de Ucrania lo ha rechazado "con todo el respeto". Zelenski no quiere la paz ni la mediación del Vaticano, quiere ganar la guerra a Rusia. Esa es la apuesta de la OTAN y de la Unión Europea representada por Josep Borrell. El Papa Francisco ha debido constatar que este camino para la paz es inviable, pues si uno no quiere dos no dejan de pelear, y parece que Ucrania, por boca de su líder ha tomado el camino de la guerra y la destrucción de su país, así como el sufrimiento para tantos cientos de miles de familias ucranianas y rusas. Sin entrar en las responsabilidades de esta guerra, Ucrania debería ser la primera interesada en una paz justa, que respete los legítimos intereses de Ucrania, pero también los de Rusia, pues de lo contrario hablamos de derrota militar y cualquiera que tenga dos dedos de frente es capaz de entender que la primera potencia nuclear de la tierra no aceptará una derrota militar en Ucrania. Por tanto, el único camino posible es el de la paz y ese es el camino que discretamente quiere recorrer el Vaticano y su diplomacia.

De los cuatro actores que hay en esta guerra, tres parecen haber optado por la guerra como camino para la paz, una paz que se basará en la victoria militar y la destrucción del adversario. Veamos cada uno de estos cuatro actores para ver los intereses geoestratégicos que están implicados.

El primer actor visible es Ucrania, gobernada desde el golpe de estado del Maidán en 2014 por fuerzas extremistas con filiación fascista. Ahí están los nazis que tienen como referencia a Stepan Bandera, responsable de las masacres de judíos y soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, los del Sector Derecho y los grupos como el Batallón Azov. Este actor de la guerra se mueve por el odio a todo lo ruso y por la lógica de cuanto peor mejor. Desde el comienzo de la invasión ha boicoteado todos los intentos de negociación, siendo responsables del asesinato de uno de los negociadores ucranianos cuando las negociaciones se hicieron en Bielorrusia, Denis Kireev, acusado de traición. Asismismo, llevaron a cabo, de la mano de la inteligencia británica, la ruptura de negociaciones con Rusia en Estambul, un acuerdo que estuvo a punto de parar la guerra y que los no esclarecidos acontecimientos de Bucha malograron. Desde entonces, no ha habido más negociones y Ucrania se ha alineado con la lógica de la guerra de la OTAN.

Otro actor es Estados Unidos, quien está desarrollando una agenda largamente elaborada de desmembración de Rusia, para ello estableció un plan supervisado por Victoria Nuland desde 2005 que incluía el golpe de estado en Ucrania y el enfrentamiento con Rusia. Este plan fue detallado en un documento de la Rand Corporation de 2019, donde se dice con total claridad que hay dos caminos para conseguir desgastar a Rusia y desmembrarla: el primero es el acceso de Ucrania a la OTAN, lo que llevaría a la instalación de misiles estratégicos a las puertas de Moscú y la victoria de EE.UU sobre Rusia, pues no habría opción a respuesta, los misiles OTAN impactarían mucho antes de que Rusia pudiera detectarlos y la guerra nuclear tendría un vencedor claro aún antes de comenzar. El segundo es que Rusia invada Ucrania, lo que llevaría a esta a un desgaste económico y militar en una guerra prolongada. Parece que este es el plan que se está llevando a término. EE.UU ha conseguido tres objetivos estratégicos: involucrar a Rusia en este guerra de desgaste, poner a la Unión Europea a su servicio suministrando armas y dinero a Ucrania y obligarla a comprar su gas, un gas que es tan caro que solo puede ser adquirido por países desarrollados y al que no conseguía dar salida. Por último, y no menos importante, EE.UU consigue fortalecer un debilitado dólar, que vuelve a ser moneda de refugio, debilitando de paso al euro.

El tercer actor es la Unión Europea. Estamos claramente ante un "tonto útil". Europa no obtiene nada positivo de esta guerra. En primer lugar porque ahora depende energéticamente de EE.UU y de su política. En segundo lugar porque para sostener al euro debe subir los tipos de interés, aumentando la inflación y desincentivando la inversión. En tercer lugar porque la industria europea está considerando la deslocalización para encontrar energía barata, la que ya tenía con el gas ruso. Junto a este actor está Reino Unido, que lleva su propia agenda geopolítica, pues sus intereses seculares siempre han sido debilitar al continente europeo. Una unión entre Alemania y Rusia es la pesadilla del Reino Unido y ya ha conseguido romperla utilizando a Polonia y las repúblicas bálticas como ariete de sus intereses en la Unión Europea. El Brexit toma sentido a la luz de la guerra en Ucrania.

El cuarto actor es Rusia. Los hechos demuestran que su intención con la invasión era conseguir por la vía de la guerra lo que la diplomática no obtuvo: garantías de seguridad mediante la doctrina de la seguridad indivisible de la Carta de París para la seguridad europea de 1990. Nadie, decía esta carta, puede buscar su seguridad al margen o contra la seguridad de otros. Las negociaciones previas a la invasión de Ucrania pivotaban para Rusia sobre dos ejes: el primero es que Ucrania no entre en la OTAN y el segundo que se respeten los acuerdos de Minsk de 2015 para la paz en Dombás. El primero fue rechazado por el secretario general de la OTAN, Stoltenberg, y el segundo sabemos por las declaraciones de Merkel y de Poroshenko, presidente ucraniano entonces, que los acuerdos de Minsk se firmaron sin intención de cumplirlos, solo para dar tiempo al ejército ucraniano para armarse y prepararse para la guerra. Los acuerdos de Minsk eran un principio de paz equilibrado, que respetaba la integridad territorial de Ucrania al tiempo que daba al Dombás una amplia autonomía y el respeto por sus tradiciones y lengua rusas.

Como vemos, Rusia ha sido llevada a la guerra y Ucrania ha sido formateada internamente para que sostenga una guerra que acabará con su destrucción como país viable. Rusia está ante un dilema existencial que le puede llevar, muchos lo exigen ya en Rusia, a la guerra nuclear para no perder una guerra que no puede ganar contra toda la OTAN. Aplicando la lógica del desgaste, la OTAN está suministrando armas cada vez más sofisticadas, mientras los muertos los pone el pueblo ucraniano. Esta lógica ha conducido a suministrar tanques modernos, sistemas antiaéreos poderosos y el siguiente paso, si no se está dando ya, es suministrar misiles de largo alcance y aviones de combate occidentales. Esto va a suponer una escalada peligrosa en la guerra que no tendrá un final muy halagüeño, pues esta lógica concluye en la guerra nuclear.

Parece que se ha optado por una especie de "solución final" que hará de este planeta un lugar inhabitable por milenios. Solo nos resta rezar y esperar que las gestiones del Papa Francisco acaben con esta locura de la guerra, pero parece que en Occidente damos por descontado que esto no es tan malo. Solo queremos derrotar a Rusia, sin percatarnos de que Rusia tiene en su doctrina nuclear que es preferible la destrucción del mundo a un mundo sin Rusia.


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