No, no puede ser que todo quede en este residuo; que 84 años queden contenidos en unos kilogramos de masa inerte. Más allá de nuestros propios recuerdos quedan las realidades paridas y sostenidas por una vida difícil pero fructífera. El agradecimiento colma los intervalos del olvido y de los errores. Todo ha sido para bien aunque se haya mezclado con el barro de este mundo. La gracia prevalece y ya sólo queda cuidar el cuerpo, prepararlo para integrase a la masa del universo y recordar el don que cada uno vivió. Dios acoge y mantiene ese recuerdo que nosotros elevamos en oración y mantiene la esperanza contra toda evidencia.
El duelo hace su trabajo con lentitud, pero ese trabajo del duelo ayuda a vivir con plenitud una vida que tiene en la muerte su "beso" más purificador. Aceptamos nuestra finitud y agradecemos a los que nos precedieron y nos sucederán.
En el cuerpo donde habita su ausencia la recordamos con cariño.
A la memoria de María Andreo Melero
3 comentarios:
Bernardo, te envío solidaridad orante en estos momentos.La Raiz Materna siempre en tí. Ahora más luminosa si cabe. Un abrazo.
Mi solidaridad y mi oración. Que Dios te bendiga y te consuele. Seguro que ella está ya sonriendo ante la sonrisa de Dios
Un fuerte y cariñoso abrazo.
Publicar un comentario