sábado, 18 de julio de 2009

El cuerpo es importante

Hoy he tenido la comprensión perfecta de la importancia del cuerpo. Y ha sido así precisamente cuando el cuerpo ya no tenía importancia, cuando el cuerpo era lo único que nos quedaba. Ella no responde, pero su cuerpo está allí, presente, con una presencia que reclama el cuidado, la atención y la estima; más incluso que cuando respondía a las solicitudes y cuidados filiales. Su cuerpo se ha convertido en el hueco donde todos recordamos su ausencia; en el vehículo de las inquietudes por lo sucedido. Las conversaciones en voz baja se suceden, como si pudiesen despertarla; las confesiones de acontecimientos pretéritos que habían sido arrumbados en la memoria; los ayes se unen a algún comentario jocoso sobre gustos que mantuvo en otro tiempo. Todo sucede muy despacio, como si el tiempo ya no tuviera importancia, se hubiera detenido para hacer más amplio el espacio y dilatar la presencia hasta extremos inusitados.

No, no puede ser que todo quede en este residuo; que 84 años queden contenidos en unos kilogramos de masa inerte. Más allá de nuestros propios recuerdos quedan las realidades paridas y sostenidas por una vida difícil pero fructífera. El agradecimiento colma los intervalos del olvido y de los errores. Todo ha sido para bien aunque se haya mezclado con el barro de este mundo. La gracia prevalece y ya sólo queda cuidar el cuerpo, prepararlo para integrase a la masa del universo y recordar el don que cada uno vivió. Dios acoge y mantiene ese recuerdo que nosotros elevamos en oración y mantiene la esperanza contra toda evidencia.


El duelo hace su trabajo con lentitud, pero ese trabajo del duelo ayuda a vivir con plenitud una vida que tiene en la muerte su "beso" más purificador. Aceptamos nuestra finitud y agradecemos a los que nos precedieron y nos sucederán.


En el cuerpo donde habita su ausencia la recordamos con cariño.


A la memoria de María Andreo Melero

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bernardo, te envío solidaridad orante en estos momentos.La Raiz Materna siempre en tí. Ahora más luminosa si cabe. Un abrazo.

M. Gelabert dijo...

Mi solidaridad y mi oración. Que Dios te bendiga y te consuele. Seguro que ella está ya sonriendo ante la sonrisa de Dios

Desiderio dijo...

Un fuerte y cariñoso abrazo.

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