lunes, 9 de marzo de 2009
Daños colaterales de la crisis
Esta persistente crisis, que ya nadie puede negar, está teniendo unos “daños colaterales” mucho más graves que los debidos a los de la propia crisis económica. Entre ellos vamos a citar sólo dos, pero de una enorme gravedad. El primero es el daño que se está haciendo a la ecología planetaria. Hasta hace poco más de un año, todos los países, excepto Estados Unidos, decían asumir los acuerdos del protocolo de Kyoto para la reducción de los gases de efecto invernadero. Hoy nadie se acuerda de eso porque ahora se trata de salvar el problema principal, según nos dicen. Como si el derretimiento de la Antártida, que se creía imposible, observado por los satélites de la Nasa, no fuese algo preocupante. Lo es y mucho. Si la Antártida se une al Ártico en su proceso de derretimiento, pronto perderemos los termostatos naturales que el planeta tierra tiene para regular la temperatura. Los dos polos funcionan a modo de reguladores térmicos, enfriando las aguas y el aire y distribuyendo ese frío por las zonas cálidas. De esta manera se evita que las aguas de las latitudes meridionales sean algo así como una sopa caliente y sin vida. Pero también enfrían el aire, provocando la circulación de las lluvias y repartiendo esa riqueza que es el agua dulce. Todo ese frío repartido por el planeta lo convierte en un lugar acogedor para el ser humano, en su casa en medio de este inmenso universo. Ahora se nos dice que no hay posibilidad de preocuparse por eso, a lo sumo se dan subvenciones a la industria del motor, la mayor causante del cambio climático, para que adapten en los próximos diez años, sus productos a una era de menor consumo. Aún así, creo que es más grave el segundo de estos daños colaterales, el de la lucha contra la pobreza. En un año de crisis ha aumentado el número de personas que pasan hambre en 60 millones. Ahora ya son mil millones los hambrientos y, un dato peor si cabe, son dos mil quinientos millones los que están en situación de subalimentación, al borde de la inanición pura y simple. Si esto no se corrige, en breve tendremos dos mil millones pasando hambre. Pero los gobiernos no pueden ponerse de acuerdo para dar los treinta mil millones de euros que se necesitan para paliar esta situación. Por qué, porque estamos en crisis. El mismo argumento que sirvió para dar a las entidades financieras tres billones de euros y lo que haga falta. Es muy curioso el lenguaje de la política. Creo que el peor “daño colateral” es el de la semántica. Ya lo dijo San Pablo: “los hombres ocultaron la verdad con la injusticia”. La primera víctima de esta crisis está siendo la verdad, y junto a ella, la capacidad para discernir lo que es justo de lo que no lo es. Ciertamente estamos ante una crisis del sistema en la que son más importantes los aspectos morales que los económicos. Hay que empezar por cambiar la conciencia de las personas, como decía el evangelista Marcos: “cambiad de mentalidad y creed en la Buena Noticia”.
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