martes, 31 de marzo de 2009

La comunión de bienes

La sociedad capitalista está basada en las "preferencias" de los consumidores y no en la satisfacción de las necesidades de los seres humanos, eso le lleva a la búsqueda del crecimiento exponencial que acaba, irremediablemente, en las burbujas de todo tipo, y por fin en las largas depresiones para recomponer el capital (véanse las ondas de Kondratieff). Una economía de corte humano sería aquella que se limitara a la satisfacción de todas las necesidades humanas, tomando estas en un sentido elástico: necesidades bio-fisiológicas, psico-afectivas y técnico-sociales. Si esto se hiciera acabaríamos de un plumazo con la pobreza y con la riqueza, causa esta y origen de aquella. Deberíamos caminar hacia una economía del don, no hacia el socialismo de ricos en que nos han instalado los anarco-capitalistas y liberal-comunistas actuales. Hablo de la socialización de la producción y distribución. Es la única solución real, viable y posible.
Entiéndase bien que no hablo de estatalización ni de socialismo y mucho menos de socialismo soviético, sino de Socialización. Cuando digo socialización me estoy refiriendo a que la sociedad, por los medios que sean más adecuados, sea la que ejerza el control de qué se produce y a quién se le asigna. De lo contrario nos vemos llevados a esta absoluta irracionalidad capitalista que sólo piensa en la producción a cualquier precio ecológico y humano. Juan Luis Vives en La comunicación de bienes nos enseña que la propiedad privada sólo se justifica cuando se ejerce en vistas del bien común, porque todo lo que yo pueda poseer es fruto de un modelo social que me lo ha permitido o impedido. En realidad, nada nos pertenece excepto aquello que nos es imprescindible para seguir siendo quienes somos, diría Santo Tomás. Que socialmente se controle la producción y distribución es una exigencia "natural" y hasta divina. Si no se hace así, serán los más fuertes los que controlen a la sociedad, Hobbes tendrá razón y el cristianismo habrá perdido su fundamento. La política es anterior a la ética, como la comunidad es anterior al individuo y los progenitores son anteriores al retoño. Desde mi perspectiva, la propiedad es un hecho social, no individual. Se trata de un "factum" que nos es dado y por ello no llegamos a pensarlo. La propiedad es comunal en esencia: la materia de que estamos hechos no nos pertenece, el agua, el aire, la tierra. Nada de lo existente es mío particular, pero no somos educados en ello, en que todo lo que somos es puro don, ya sea de otros o de lo otro. Si hubiera una educación en este sentido, la ética sería más sencilla. Socializar no es más que humanizar, privatizar es pervertir lo humano. De la misma manera que Dios es una comunidad de amor perfecta en la que cada cual tiene lo que da y da lo que recibe, la humanidad debe tender a eso (1 Cor 15, 28). Soy de la misma opinión que San Juan Crisóstomo: la riqueza siempre es fruto de la injusticia; y de San Basilio: las posesiones que nos sobran son un robo a los que las necesitan; también Santo Tomás: tomar lo que se necesita no es robar.
Todo lo que somos nos es común y no puede ser apropiado por unos en perjuicio de otros. Lo más esencial, la humanidad, nos ha sido regalada, entiendo que por Dios, para que la compartamos, regalemos y poseamos en común. Es la comunión de los santos, reflejo de la Comunión intratrinitaria y modelo de la comunión de los bienes de este mundo.

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