miércoles, 11 de marzo de 2009

Religión en un mundo globalizado

Con ocasión de las IX Jornadas de Teología del Instituto Teológico de Murcia en 2008, tuve ocasión de realizar una ponencia en torno a la religión y la globalización. El resultado fue un artículo posteriormente publicado en Carthaginensia. Mi intención era remarcar la dificultad de los tiempos actuales y la ambigüedad de la religión. Si de un lado puede ser un enorme legitimador del desorden mundial llamado "globalización", de otro bien puede ser una fuerza crítica que ayude a deslegitimar, primero, y cambiar, después, los patrones de desarrollo de esta barbaridad globalizada. Añado un pequeño extracto y el enlace para bajarse el documento. «En los comienzos turbulentos de este siglo, que se presiente largo, hemos tenido que asistir a varias guerras explícitas y a multitud de conflictos más o menos encubiertos. Se barruntan muchos más y los ánimos no están muy tranquilos en este terreno. Siempre hay quien busca culpables para poder tener el chivo expiatorio que libere nuestras responsabilidades. No ha sido menor la culpabilización que en bloque se ha atribuido a la religión, como si ella pudiera ser el verdadero emisario de nuestra culpa. En todos los momentos históricos difíciles se ha buscado a quién culpar, recordemos la utilización del pueblo judío por parte de la ideología nazi, no es menos el nuestro. Se nos ha dicho que todos los problemas son derivados del fanatismo religioso y de los fundamentalismos, en último término todas las religiones tienen un núcleo perverso que las hace proclives al fanatismo. La famosa teoría de Huntington tiene ese sentido oculto. El Choque de civilizaciones aparece como la justificación ideológica de los conflictos actuales. Sí, se trata de una justificación ideológica, porque encubre el hecho real de que es la mal llamada globalización la responsable de estas circunstancias históricas tan difíciles en las que nos vemos. Es más fácil aceptar que los conflictos se originan por la confrontación de cosmovisiones y por las diferentes maneras de vivir lo humano entre los diversos lugares del planeta. Resulta mucho más complicado elaborar un discurso coherente donde salgan a relucir los verdaderos causantes de esta situación. Si una empresa se traslada a otro lugar del globo es porque allí trabajan por menos, no porque la empresa se aproveche de la situación de miseria y corrupción para producir a precios irrisorios. El otro, sea emigrante, extranjero, musulmán o pobre, es el culpable de nuestra desgracia. Los otros son siempre culpables a causa de su alteridad. Nosotros siempre somos los buenos, ellos los malos. Creo que debemos plantearnos tres cuestiones para afrontar la religión en un mundo globalizado. En primer lugar hay que saber claramente dónde nos encontramos. Un mal diagnóstico puede ser letal a la hora de curar una enfermedad. Si somos capaces de definir estos tiempos que corren de manera adecuada, habremos hecho la mitad del trabajo. Pero, una vez asentados en la realidad, hemos de perfilar el horizonte desde el que queremos proponer, en nuestro caso es la religión cristiana. Esto deslinda el terreno de juego, nosotros somos seguidores de uno que fue ajusticiado por el orden mundial entonces vigente y eso debe tener consecuencias en nuestro ser y pensar. La religión cristiana siempre mantuvo, hasta en los momentos más oscuros, encendida la llama de la profecía y la utopía. Hecho esto, podremos plantear la propuesta de la religión al mundo globalizado. La línea de argumentación debe ser una propuesta alternativa basada en la civilización del amor y de la pobreza».

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicidades por el blog. Hace pensar porque está escrito por alguien que piensa y sabe lo que dice. La globalización, la crisis, la religión... Ayer me contaban de una empresa en la que se gana dinero, pero un poco menos que antes de la llamada crisis. Pues bien, la empresa ha reducido drásticamente la producción (dejando a la mayoría de los trabajadores en la calle, claro) con el fin de reanudarla cuando los precios suban. Otra que me contaban: en el registro de la propiedad de Valencia el trabajo se ha reducido a la mitad. Suerte con el blog y un abrazo, Bernando. Martín Gelabert

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