¿Quién sería tan malvado de no estar contra la pobreza? Es evidente que todos los seres humanos de bien desean que nadie viva en situación de indigencia, pero no es tan evidente que estos mismos seres humanos se pongan de acuerdo en una definición de pobreza y en las causas que la provoca. Porque el problema central sobre la pobreza en el mundo radica ahí, en el análisis de las causas de la misma. Cuando se le preguntó a Rockefeller por las causas de la pobreza en el mundo, su respuesta fue un lacónico: “cuestión de mala suerte”. Si se pregunta a los neocons estadounidenses, y a sus acólitos europeos, dirán que es la voluntad divina. Si la pregunta la lanzamos a los pseudoprogres socialdemócratas, nos indicarán que es la falta de oportunidades y la ausencia de tecnología adecuada. Se trata siempre de lanzar balones fuera, la causa nunca radica en el modelo económico y social en el que vivimos, básicamente el capitalista, sino en la fortuna, la providencia o la ignorancia. Todos están embarcados en el mismo barco a punto de hundirse y no son capaces de buscar otro navío diferente, es el cierre del discurso, la imposibilidad de alternativas, como promulgó la pareja de moda de los ochenta: there is no alternatives, no hay alternativas al capitalismo.
Si somos capaces de hacer un análisis de estas causas, veremos que son muy variadas, pero coinciden en un punto focal: la riqueza. Hay pobreza porque hay riqueza. El resto de causas dependen de esta principal. Si tienen mala suerte los pobres es porque no se les ha dejado desarrollarse. Los grandes recursos naturales, es decir, las riquezas, están en países empobrecidos, porque las grandes empresas se los apropiaban favoreciendo guerras intestinas y dictadores sanguinarios. Si los desastres naturales se ceban en ellos es porque no tienen los recursos que se les ha expoliado para poder hacer frente y prevenir los riesgos. Si estos países intentan salir del subdesarrollo, cuando por ventura encuentran políticos honestos, entonces los organismos internacionales tales como el FMI, el BM, junto a las multinacionales y agencias de espionaje, ponen en marcha el plan de ataque, como nos ha revelado John Perkins en Confesiones de un gángster económico. Se pone en práctica el plan A, intentar sobornar y corromper a los políticos, ofreciendo fuertes sumas y privilegios en los países enriquecidos. Si este falla, entra en marcha el plan B, la contratación de chacales, para que lleven a cabo un magnicidio o pongan al país al borde de la guerra civil. Si esto tampoco funciona, se pasa al plan C, las instancias militares pertinentes toman cartas en el asunto. Antiguamente eran los marines: Panamá, Granada, etc. Ahora la OTAN y los cascos azules de la ONU.
No hay que luchar contra la pobreza, hay que luchar contra la riqueza. La pobreza puede ser el único medio de salir de esta crisis sistémica sin destruir el planeta. También es un don para el ser humano, incapaz ahora de vivir en lo esencial. La riqueza es el verdadero enemigo, hay que evitar esa lacra contra la humanidad, precisamente hoy, que Intermón Oxfam celebra la fiesta de la solidaridad. Todos los esfuerzos deben ir encaminados a la lucha contra la riqueza y a la concienciación de los seres humanos de bien. La solidaridad con el que sufre debe mantenerse, pero no se debe poner todo el esfuerzo en ello. Un paso dado en la dirección de acabar con el modelo económico que se basa en la producción de la riqueza, es mucho mejor que alimentar a un millón de hambrientos. Los cristianos perseguidos en el cristianismo primitivo sabían muy bien que no debían rendirse a la Bestia pensando que nada podría acabar con ella. La Bestia puede ser aniquilada.
Si somos capaces de hacer un análisis de estas causas, veremos que son muy variadas, pero coinciden en un punto focal: la riqueza. Hay pobreza porque hay riqueza. El resto de causas dependen de esta principal. Si tienen mala suerte los pobres es porque no se les ha dejado desarrollarse. Los grandes recursos naturales, es decir, las riquezas, están en países empobrecidos, porque las grandes empresas se los apropiaban favoreciendo guerras intestinas y dictadores sanguinarios. Si los desastres naturales se ceban en ellos es porque no tienen los recursos que se les ha expoliado para poder hacer frente y prevenir los riesgos. Si estos países intentan salir del subdesarrollo, cuando por ventura encuentran políticos honestos, entonces los organismos internacionales tales como el FMI, el BM, junto a las multinacionales y agencias de espionaje, ponen en marcha el plan de ataque, como nos ha revelado John Perkins en Confesiones de un gángster económico. Se pone en práctica el plan A, intentar sobornar y corromper a los políticos, ofreciendo fuertes sumas y privilegios en los países enriquecidos. Si este falla, entra en marcha el plan B, la contratación de chacales, para que lleven a cabo un magnicidio o pongan al país al borde de la guerra civil. Si esto tampoco funciona, se pasa al plan C, las instancias militares pertinentes toman cartas en el asunto. Antiguamente eran los marines: Panamá, Granada, etc. Ahora la OTAN y los cascos azules de la ONU.
No hay que luchar contra la pobreza, hay que luchar contra la riqueza. La pobreza puede ser el único medio de salir de esta crisis sistémica sin destruir el planeta. También es un don para el ser humano, incapaz ahora de vivir en lo esencial. La riqueza es el verdadero enemigo, hay que evitar esa lacra contra la humanidad, precisamente hoy, que Intermón Oxfam celebra la fiesta de la solidaridad. Todos los esfuerzos deben ir encaminados a la lucha contra la riqueza y a la concienciación de los seres humanos de bien. La solidaridad con el que sufre debe mantenerse, pero no se debe poner todo el esfuerzo en ello. Un paso dado en la dirección de acabar con el modelo económico que se basa en la producción de la riqueza, es mucho mejor que alimentar a un millón de hambrientos. Los cristianos perseguidos en el cristianismo primitivo sabían muy bien que no debían rendirse a la Bestia pensando que nada podría acabar con ella. La Bestia puede ser aniquilada.
1 comentario:
Efectivamente. Eso es no lo que no hemos aprendido; que el problema es la riqueza. Hemos tenido que llegar a esta crisis, "sacrificar" a cuatro millones de trabajadores (¡Qué bien se aleja el sufrimiento y la compasión cuando solo se habla de cifras y no de vidas!)... ¿Seremos capaces de darnos cuenta (sobre todo aquellos que vamos del palo de cristianos) qué nos están pidiendo estos "signos de los tiempos"? Este tiempo seguro que nos enseña algo, la cuestión es si estamos preparados para recibir esta enseñanza. Hace años escuché una voz que clamaba en el desierto que hablaba de inaugurar un nuevo sistema socio-económico... el Solidarismo. Es tiempo de sacar el candil de debajo de la mesa para alumbrar a todos los de la casa... y también a los que puedan venir desde el horizonte.
Abrazos,
PD: Curioso; la semana pasada en esa genial asignatura inventada que es Educación para la Ciudadanía tuve que leer que Tatcher es un modelo de mujer en la lucha de los derechos de la igualdad. ¡Joé!
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