lunes, 29 de abril de 2013

¿Y ahora qué?

Se hace difícil pensar en quién será el próximo chivo expiatorio del gobierno que cargue con las culpas por la situación económica, aunque sabemos que puede sorprendernos todavía más. Ciertos voceros, por no decir bocazas, del gobierno, han tenido la osadía de pedir a otros que pidan disculpas por los datos del paro. Tras 15 meses de gobierno y 1,2 millones de parados más, aún están pasando la factura al anterior gobierno. Decididamente seguirán sin madurar y creyendo que la ciudadanía es disminuida mental. Al fin, el problema es de ellos. A nosotros nos compete, ya que el gobierno no lo hace, hacer un análisis lo más preciso de las causas y consecuencias del dato terrorífico que arroja la EPA del primer cuatrimestre e intentar apuntar alguna salida a este marasmo en el que nos han anclado; los unos y los otros. Es falso que la culpa recaiga sobre este o sobre el anterior gobierno, recae sobre las políticas adoptadas desde 1993 para cumplir con el pacto de estabilidad que imponía Maastrich y los requisitos para acceder al euro. Ahora estamos viendo las consecuencias.

Las políticas aplicadas en las últimas dos décadas en España abonaban el terreno para el crecimiento especulativo de la economía, basado principalmente en el turismo y la construcción. Al principio, los 10 años que van de 1993 a 2002, la evolución económica era lenta al mantener la peseta y controlar la impresión de moneda. Pero la entrada en el euro disparará la financiación de las políticas especulativas por parte de una Alemania con superávit financiero. Los bancos alemanes y su órbita de influencia, debían buscar rentabilidad para sus pasivos y la encontraron inflando la burbuja de los países del sur de Europa. Billones de euros migraron felices a las costas del Marenostrum para hacer su especial agosto financiero. Recalentaron la economía de España hasta un punto en el que ni los políticos ni los reguladores ni los banqueros tenían ya control sobre el monstruo que había creado. Una deuda de cuatro veces el PIB nacional, una economía que dependía en un 40% de la burbuja especulativa inmobilidaria, un mercado laboral desestructurado, un país sin especificidad económica, ese es el legado de la locura de los gobiernos últimos de España, a cuyo timón económico estuvieron Solbes, Rato y de nuevo Solbes


La situación actual es consecuencia de esas políticas y no va a parar aquí. La incapacidad y la obstinación hacen del gobierno actual un peligro para España. La profundización en las medidas que nos han traído aquí nos llevará, si nada lo remedia, a 7 millones de parados en 2014, a la imposibilidad de mantener la Seguridad Social con 15 millones de cotizantes, un tercio de los cuales son de cotizaciones irrisorias, y a la destrucción de los sistemas públicos de solidaridad social, que son la salvaguarda de la paz social. Las declaraciones de los responsables (!) políticos van en esta dirección. Frases como que hay que profundizar en las reformas, o que hay que acelerar el proceso de reforma del Estado, no dicen otra cosa nada más que han perdido la cabeza y lo único que les queda es aferrarse, cual náufragos, a la supuesta tabla de salvación que es la fe en que esto tiene que cambiar. No, señores, no. Esto no cambiará si no se hace nada por cambiarlo. Las políticas aplicadas nos llevan hacia la depauperación de la población y la pérdida de la autonomía económica. En otras palabras, nuestro futuro es ser una colonia del capital Alemán y sus satélites. Sin economía productiva, que sigue perdiendo empleos e inversión, sin investigación más desarrollo, frenado por los recortes, y con una concentración en el turismo y el sector servicios, España va directamente hacia el subdesarrollo como nación.

¿Qué hacer? Pues, dado que esto ha fracasado, quizás sea hora de probar otras opciones. Entiendo que será muy duro para nuestro país, pero la única opción, si no queremos entrar en el colapso de Grecia o Portugal, es salir de la influencia alemana, reestructurar la deuda, repatriar los capitales, abandonar el control de la Troika y buscar otras alianzas con países emergentes y nuestra área natural de influencia, América Latina, que sigue creciendo como zona económica y puede sernos de gran utilidad. En fin, que debemos ir hacia una transformación-conversión social, económica y política, si queremos salir de verdad de esta situación. De seguir como vamos, no hay futuro para el país llamado España.

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