domingo, 28 de junio de 2009

Erre que erre

Empieza ya a cansarme la insistencia organizada con la que intentan convencernos de que la solución a la crisis pasa por una reforma del mercado laboral. Empiezo a estar harto de oír la sarta de sandeces que dicen los estipendiados del modelo fracasado y sus altavoces radiofónicos y plumíferos. Empiezo a rebosar ira contra tanta mentira repetida una y otra vez. Creo que es la misma táctica que Catón quien, viniera a cuento o no, lanzaba su grito de guerra: "Delenda est Carthago", hasta que lo consiguió. Ahora parece que nos dicen: "los derechos laborales deben ser destruidos" como medio para salir de la crisis. Es el remedo de la doctrina del schok aplicado a los trabajadores. “Si no queréis perder el trabajo, debéis renunciar a los derechos que tanto os costó conseguir”, les dicen; los trabajadores, sumisos, aceptarán todo antes que perder el empleo.
Para colmo, el gobierno crea un fondo de 9.000 millones y otros 90.000 en reserva, para salvar cajas o para la reestructuración de las mismas. Ese dinero no sale de los que provocaron la crisis, saldrá de los enormes beneficios que reportará a las empresas la reducción de los derechos laborales. Eso no se dice o se le pone sordina, pero la supuesta necesidad de reforma laboral permea la conciencia de la sociedad hasta que esta entienda que debe aceptarla como remedio a sus males. Tampoco se nos dice que sólo diez familias en España controlan el 80% del PIB. Esas mismas familias aumentan sus ingresos y su poder con este proceso de crisis y sus ingresos no se ven afectados por los impuestos que se suben a todos mediante el incremento de los impuestos indirectos, mientras se dejan intactos los directos. Es curioso que esto no se diga casi nunca; que se oculte la realidad de que en los últimos quince años España es el único lugar de Europa donde los salarios reales han disminuido un 20%, mientras las rentas del capital han aumentado esa misma proporción; que en España hemos pasado de un tipo impositivo máximo del 56% al 35%, mientras que las rentas del trabajo han visto aumentada su contribución a los gastos del estado.
Creo que va siendo hora de mostrar nuestro hartazgo ante tanta mentira descarada y ante la manipulación consciente. Entiendo que un trabajador sensato y honesto nunca dará su apoyo a aquel político que propugne una disminución de sus derechos, mientras otros se jactan de su poder y ostentan su riqueza. Espero que la indignación nos rebose y eso tenga consecuencias graves para los que gobiernan o esperan gobernar, pero no soy iluso. Sé muy bien que este proceso desembocará en que se reducirán los derechos, aumentará la presión sobre las clases más pobres y algún pescador en río revuelto nos vendrá con la cantinela xenófoba: que si los extranjeros nos quitan el trabajo, que si abusan de los servicios sociales, que si colapsan la sanidad, que si son un lastre… Al final nos habremos olvidado de cuáles son las causas reales de la crisis y de quiénes son los responsables. No nos quepa la menor duda, los inmigrantes son los causantes y los culpables.
Una anécdota puede ilustrar esto. Hace dos años explicaba a un grupo de alumnos los entresijos de la crisis y a continuación de clarificar las causas y las posibles consecuencias les dije: “ya veréis como al final serán los inmigrantes los culpables de la crisis, como hoy se le regala el dinero a los causantes de la misma, pero mañana no habrá dinero para los que sufren sus consecuencias”. Estas palabras me fueron recordadas por un alumno que las recordaba muy bien. Gracias a Dios todavía queda memoria y mentes abiertas con ganas de conocer la verdad.

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