viernes, 3 de julio de 2009

La "banda de los cuatro"

En el argot económico mundial, especialmente en el de lengua francesa, se conoce como la "banda de los cuatro" a los cuatro países que aparentemente habían encontrado la senda del crecimiento virtuoso en el que se unía un fuerte incremento del PIB, creación de empleo, bajo déficit y concentración económica financiera. Estos países tenían en la construcción el principal motor de su economía, unida a un fuerte endeudamiento para financiar la burbuja especulativa. Los cuatro empezaron la senda ascendente al mismo tiempo, en 2001 de la mano de una fuerte reducción de las tasas de interés unidas a las facilidades en construcción residencial. Durante los años dorados el incremento de la riqueza fue muy desigual en el interior de ellos: mientras el PIB crecía a ritmo del 4% anual, los salarios reales disminuían esa misma cantidad, mientras las retribuciones de los working rich (trabajadores ricos) aumentaban un 29% de media. Si vemos parcializado el incremento, el 1% de los trabajadores (directivos, managers, etc.) aumentó ese 29%, el 0,1% de aumentó el 34%, y el 0,01% aumentó el 43% sus ingresos, principalmente por las opciones sobre acciones y por otras bonificaciones en especie. Esta manera de retribuir a los directivos está en el meollo del crecimiento rápido de las economías porque tanto entidades financieras como constructoras o telecos abonaban los supersueldos en función del incremento del valor bursátil de la empresa, es decir, la percepción del mercado que suele ser especulativa, y no en función del incremento de la riqueza real de la empresa. De esta manera, tanto las empresas como esos mismos cuatro países, crecían a un ritmo excesivo sin poner ningún tipo de reparo en el modo del mismo.
Pero, gracias a Dios, lo que es falso no puede durar mucho y la verdad, el principio de realidad, se impone. Los mismos cuatro países que encabezaron el crecimiento especulativo desaforado, son hoy los que encabezan la destrucción de la riqueza ficticia que habían creado, del monstruo financiero y especulativo alimentado durante siete años. Ahora también se les conoce como la "banda de los cuatro" a estos mismos, pero por motivos totalmente diferentes: porque destruyen su PIB a pasos agigantados, como es el caso de Irlanda; porque destruyen empleo sin parangón, como España; porque su sector financiero está hecho añicos, como Reino Unido; o porque es el responsable de este desaguisado mundial: USA. Es como en aquella película donde cada uno moría según el pecado capital que había cometido, o como decimos por aquí: "cada marrano tiene su San Martín". Los mismos que han cometido el pecado deben pagar las consecuencias de sus actos, de lo contrario volverán a cometer los mismos pecados.
Pero no está siendo así, los pecadores no están expiando su pecado sino que se lo están haciendo pagar a otros. No son los directivos de empresas los que pagan la deuda contraída sino que son ellos los que se llevan los beneficios y las consecuencias las pagan los simples curritos que poco o nada han tenido que ver en el asunto. No son los banqueros los que pagan los billones de pérdidas por su avaricia, sino que somos todos los ciudadanos los que hemos de sufrir las consecuencias, nosotros y los que vengan, porque la deuda es tan ingente que no será posible pagarla en dos generaciones.
Se hace necesario que se siga el proceso de reconciliación que decimos en teología: primero han de reconocer su pecado, un reconocimiento público y sincero donde se cuente ante todo el mundo con pelos y señales cómo se organizó esta locura y quién se benefició; segundo, debe haber una verdadera contrición, hemos de ver que el mal les duele y que conocen perfectamente el alcance de su conducta; tercero, debe existir un propósito claro de enmienda de todos los responsables mundiales de esta crisis especulativo-financiera; cuarto, deberán cumplir la penitencia, una penitencia en proporción al pecado cometido, de modo que todas sus posesiones, riquezas y haberes sean puestos a disposición de todos para que se intente arreglar esto, de nada serviría que siguieran con sus riquezas en paraísos fiscales; por último vendría la reconciliación y la creación de un mundo más humano y justo.
Como se puede ver, esto es una utopía, pero es lo que pedimos constantemente en la Iglesia para poder arreglar el mal que se genera en el mundo. No estaría de más que las autoridades eclesiásticas abanderaran la lucha por una reconciliación de este tipo que proponemos aquí, claro que deberíamos empezar por nuestra propia casa, pero así daríamos ejemplo. Por supuesto, hay algunos que tienen más responsabilidad que otros, dentro de la ""banda de los cuatro" hay una "banda de tres" que se reunieron y fumaron juntos con el fin de organizar todo esto, sería muy bueno que empezara por ahí la penitencia.

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