Es un enorme gozo ver como se arreglan los problemas del mundo de forma constante, ver de qué manera todos vamos entrando en razón y conseguimos concienciarnos de las necesidades de los demás y del propio planeta. Los líderes mundiales reunidos en L'Aquila lo tenían muy claro desde que llegaron y han alcanzado un acuerdo para la reducción de los gases de efecto invernadero en un 80% para 2020, lo cual va a evitar la catástrofe prevista para 2050, puesto que si hubieran seguido contaminando de igual manera la temperatura del planeta habría alcanzado de media un incremento superior a 2ºC y eso sería el fin de la especie humana en pocos decenios. También se han preocupado de ello los países de gran producción industrial como China e India, donde se produce la mitad de todo el planeta y, por tanto, se contamina una gran cantidad. Sus decisiones han ido más allá: prohibirán que las multinacionales se aprovechen de los trabajadores, a veces niños, pagando sueldos de hambre, con jornadas espeluznantes y sin ningún tipo de cobertura social y sanitaria. Tampoco les dejarán contaminar a sus anchas como hasta ahora, porque esa contaminación es la principal responsable del cambio climático en esos países.
Los líderes mundiales también se han preocupado de los pobres. Les van a dar ayuda al desarrollo no vinculada a condiciones beneficiosas para las empresas y países ricos, sino pensando en el verdadero desarrollo de sus naciones como medio para acabar con la miseria, con la destrucción del medio ambiente y con los males endémicos en esos países. Se trata de una ayuda a fondo perdido con la única condición de estar supervisada por organismos internacionales neutrales y de beneficiar al pueblo. Con este compromiso podremos ver en 2020 cómo el número de hambrientos se reduce drásticamente en un 90%; el número de pobres a la mitad; las personas sin cobertura sanitaria, educativa o social será casi imperceptible. Habremos hecho de este mundo un lugar para la felicidad de las mayorías.
¿O no ha sido así? No, no ha sido así. Hubiera sido muy bonito, la verdad que también muy fácil hacer lo que hemos dicho arriba. No hace falta ninguna revolución para conseguir esto, basta con poner en práctica lo que los organismos internacionales y ONGs piden en sus documentos, documentos elaborados por expertos en las distantas ramas del saber humano, no por sediciosos subversivos que quieren llevar a la humanidad a las cavernas. Es una verdadera lástima que estas cosas no puedan realizarse y que la realidad sea todo lo contrario de los deseos expresados arriba. La fecha de 2050 pesa como una espada de Damocles sobre el planeta y 2020 es un límite que no deberíamos sobrepasar sin hacer nada para cambiar la situación.
Hubiera sido muy positivo que las autoridades religiosas del mundo se hubieran reunido en Italia para dar un toque de atención a los líderes y amenazarles, sí amenazarles, con poner toda su fuerza en un cambio real y drástico de la situación. Ya no estamos en tiempos de andar con paños calientes, ha llegado el tiempo de los compromisos proféticos y de las soluciones reales. Pero los líderes religiosos se dedican a defender su posición dentro de este mundo, antes que a cambiarlo por otro mundo posible y mejor para todos, no sé si es que les ha dado miedo tomarse en serio su propio mensaje y prefieren esperar a ver.
Por lo demás, nos gustaría que en Honduras no desaparecieran al alba los líderes populares, como hace veinte años; que en Nigeria no se secuestrara a los jefes de poblados y tribus para que las multinacionales del petróleo no tengan obstáculos; y que en España no fuera lo mismo una anchoa que un traje, aunque ambos compartan semejanzas kafkianas con la realidad que vivimos.
2 comentarios:
Leyendo los dos primeros párrafos de tu post iba de sorpresa en sorpresa y pensaba que me había equivocado de blog. Y ahora en serio: falta voluntad política. Soluciones hay, pero no interesan a los políticos. El hambre no es un dato natural. Cuando Jesús dice que pobres siempre los tendremos, entiendo que constata un dato histórico, cuya causa es histórica, no pretende justificar la pobreza. Al contrario, en esto su línea es la de los antiguos profetas de Israel, que clamaban claramente contra el explotador y a favor del explotado. Algunos textos de los profetas, algunas palabras de Jesús y alguna carta como la de Santiago, resultan más claras que muchas pastorales episcopales.
la utopía de Aldouz Huxley era literatura. Y ya sabemos que siempre la realidad la supera. Los líderes religiosos hacen política, y algunos políticos tiñen sus discursos de utopías religiosas ( Obama en África). Todo mentira: aquí cada cual juega su juego, con ocasión de la crisis o sin ella. Ni G8, ni G20 darán un cambio a la situación. El humanismo cristiano es una visión sobre la realidad, pero claro, no baja a la arena política porque su reino no es de este mundo ( ya sabemos de las andanzas de los partidos democristianos). El cristianismo o es profético-místico, o es otra cosa. Los testimonios de un cristianismo llevado a sus últimas consecuencias están ahí : Romero, Ellacuría y los miles de mártires anónimos.Como Jesucristo. El resto...se trata de política y economía: reino de la mentira y sepulcros blanquados. Como "el tiburón trajeado"- ejemplo de político cristiano de misa dominical quien no dudó en dar contratos a dedo con facturas fraccionadas y sin concurso público- presuntamente- para estar hecho un pincel ante la visita papal. Total unos trajes de nada. ¿ Quien hablo de vanidad, de politica, de cristianismo ? Si ahora los grandes se mueven es porque el planeta no da para más. Y hay que ser hipócritas para decir en África que la contaminación tambien depende de ellos, cuando los grandes no han firmado Kyoto. ¡ Teatro puro teatro, de la Casa Blanca, al Vaticano ! Urge un cambio de paradigma global en el que todos estamos implicados. Y en el tiempo de escribir este comentario han muerto de hambre más de diez niños. Descansen en paz. Peace on earth
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