Está claro que los gobiernos más importantes del mundo no quieren acabar con la crisis económica. Lo único que están dispuestos a hacer es sumergirnos más en las causas que nos llevaron hasta esta situación. Tanto los gobiernos como las instituciones financieras internacionales han decidido inyectar liquidez en un sistema financiero que se comporta como un yonqui: cada vez que recibe dinero va a por su nueva dosis. Se les da dinero de todos, porque el dinero siempre es una creación social del valor, para que lo hagan circular por la economía productiva, pero los bancos siguen haciendo lo mismo que hacían: especular con nuevas invenciones de ingeniería financiera, ahora con cargo a los presupuestos generales de los estados. Lo hacen de dos formas principalmente. La primera no tiene ningún tipo de riesgo para las instituciones financieras y les reporta pequeños pero seguros beneficios con los que blanquear sus desastres inversores.
Se trata de hacer algo muy inteligente: se toma el dinero que el Banco Central Europeo da a espuertas al 1%, acto seguido se compra deuda pública al 3% mínimo. Al cabo de unos meses la ganancia es del 2% limpio, sin hacer nada, sólo llevar el dinero de un sitio al otro. El que esto escribe es poco avezado en economía y necesita que alguien le explique por qué misterioso motivo, los países soberanos no pueden ellos mismos acceder al dinero al 1% que el BCE regala a los bancos. Cuál es la razón insuperable por la que los bancos deben ganar un 2% a costa de los habitantes de un país que necesita de ese dinero para financiarse. Entiendo que lo lógico es que el BCE aporte esa liquidez directamente a los países y no que utilice a los bancos como intermediarios inútiles.
La segunda forma es más jugosa pero también muy peligrosa. Se trata de volver a la especulación pura y dura, esta vez sobre los bonos del tesoro americano. Estados Unidos necesita mucho dinero para financiar su déficit y la forma de hacerlo es emitiendo bonos, bonos que son adquiridos por las entidades financieras y por los propios países. Estos bonos está sufriendo un valoración especulativa que hace que USA se endeude más de lo que cualquier otro país lo podría hacer. El resultado cuando se pinche esta nueva burbuja puede ser peor de lo que fue el pinchazo de las hipotecas subprime hace dos años y podría llevar la economía americana y tras ella el resto del planeta a la catástrofe económica total. Son riesgos de los que avisan los expertos, algunos tan significativos como Krugman, el premio novel que ya avisó sobre el riesgo de las hipotecas basura. No es, por tanto, para tomarlo a la ligera.
Pues bien, los bancos siguen a lo suyo, como yonquis necesitan una cura de desintoxicación plena, pasando el síndrome de abstinencia correspondiente. Pero estos bancos no saben hacer otra cosa y lo mejor sería que otros gestores cambiaran el modelo de negocio bancario para hacer de él lo que debe ser: el intermediario financiero entre los ahorradores y los invasores. Si nunca hubieran dejado de hacer eso, la economía no se vería así. Pero ahora ya no saben hacer otra cosa porque viven para el máximo beneficio en el mínimo tiempo, no importándoles las consecuencias que esto puede acarrear al resto del planeta. La solución es salvar los bancos eliminando a los banqueros que han llevado así el negocio. Esta adicción al beneficio ha pervertido su ser y no pueden ya curarse, deben ser apartados del negocio si queremos salvar los muebles.
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