
En esta distinción es donde nosotros situamos los milagros de Jesús. Nos interesa más la sanación del mal social y personal que lleva a cabo que la curación efectiva de las enfermedades. No negamos las últimas pero consideramos infinitamente más significativa la primera. Veámoslo con algunos ejemplos tomados de los evangelios que, puestos en relación con el contexto nos pueden iluminar sobre el significado que tenían los milagros de Jesús: su significado estriba en que la sanación es para cambiar la sociedad y no para reintegrar en ella al enfermo sin modificar nada. Lo importante en la sanación no es únicamente que se lleve a cabo, también el significado que tiene, en términos evangélicos en nombre de quién se hace. No es lo mismo la sanación en nombre de un reputado médico que en nombre de una sociedad mejor y más justa, como es el caso de Jesús, que lo hace en nombre del Reino: “si yo hago esto es que el Reino ha llegado a vosotros”. Por eso puede Jesús entablar una lucha contra el mal que se ha instalado en la saciedad y sanar ese mal desde su propia raíz. Para ello, Jesús exorcizaba los espíritus inmundos o demonios de la gente. En el caso de Mc 1, 24: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». El demonio se expresa en plural sabiendo que Jesús entabla una lucha contra ellos. Jesús les manda callar y les hace salir del hombre poseído. Podríamos entenderlo como unas voces internas que han robado la palabra al hombre y se han apropiado de él. Han sustituido su pensamiento, su habla y su ser por el de los demonios, es decir, lo han colonizado, esto significa socialmente la posesión.
Por tanto, hemos de sanar el mal antes que curar enfermedades, porque es el mal social el que ha colonizado las conciencias de los hombres y les impide vivir en un mundo de justicia, misericordia, paz y armonía con la naturaleza. Si no sanamos este mal de raíz nos veremos ante una situación límite en breve tiempo. Hemos de enfrentar el mal, como Jesús lo hizo, arrostrando el peligro de la cruz.
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