El análisis de la situación mundial debe ser acometido con la vista puesta en las consecuencias que hemos podido observar los dos últimos años pero que vienen configurándose en los últimos dos decenios y a su vez proceden de los dos últimos siglos, amén de los dos últimos milenios. Este proceso ha sido llamado de varias maneras, desde capitalismo financiero, a tercera revolución industrial (tecnológica), a capitalismo del desastre. Yo creo que la palabra globalización es mejor porque aglutina más realidades que las meramente económicas, aunque la economía es la predominante. El término nació precisamente como el eufemismo que impedía la utilización de la palabra correcta, capitalismo, pero hoy se convierte en el concepto nuclear que puede servir para pensar estos tiempos. Ahora que ya ha pasado de moda hablar de globalización y se vuelve al concepto originario, capitalismo, ahora, decimos, es cuando hay que utilizar con más interés si cabe el concepto de globalización. Mediante este concepto, nosotros queremos unificar en una misma conceptualización el proceso histórico mundial de los últimos cinco milenios. De esta manera, creemos estar en la misma línea de análisis histórico de los profetas de Israel, que tiene su continuidad en la literatura apocalíptica. Nos situamos de lleno en una tradición crítica pero cargada de esperanza. Crítica con un mundo que no se aviene a los parámetros queridos por Dios, pero que está llamado a ser esa realidad en la que el hombre puede vivir en el querer de Dios.
Nos vemos en las circunstancias de una crisis que algunos quieren que sea pasajera, una simple cuestión de reactivar las economías después del fuerte resfriado que han padecido. Incluso los hay que hablan de tsunami para referirse a esta realidad socio-económica, como si la naturaleza tuviera algo que ver en la organización que el hombre hace de su mundo. No, no se trata de un resfriado pasajero, sino de una verdadera metástasis del modelo de organización social, política y económica. La globalización, última hija del capitalismo más salvaje, llevó hasta el extremo las circunstancias en que se desenvolvía el mundo del siglo XX. Sus resultados, que expondremos en esta conferencia, son tres:
a) Extensión del modelo financiero al mundo entero mediante la desregulación de los mercados y de toda actividad económica.
b) Mercantilización de todas las dimensiones humanas: el hombre lleno de nada.
c) Agotamiento crítico de los recursos naturales e impacto ecológico devastador: la huella ecológica.
El cristianismo tiene que poder argumentar contra un mundo que sólo puede aportar muerte y destrucción, por ello debemos crear grupos de contraste que sirvan de palanca de cambio y de construcción de una realidad alternativa, la Nueva Creación que anhelamos y que debe ser construida con esfuerzo. No debemos confundirnos con la masa, está podrida y no podrá fermentar. Se necesita sustituir a la masa creando grupos que por contraste creen las condiciones para que el Hombre Nuevo alumbre la Sociedad Nueva.
2 comentarios:
Estoy plenamente de acuerdo: o el cristianismo se presenta como una experiencia de contraste, o su levadura quedará de tal modo absorbida por la masa, que dejará de fermentar. ¿Cómo sabremos que somos experiencia de contraste? Cuando se cumpla la novena bienaventuranza: dichosos vosotros, cuando os insulten y persigan por mi causa. Enhorabuena por estas conferencias que son un modo muy necesario de apostolado.
Gracias Martín y felicidades, hoy es San Martín de Tours, si no me equivoco. Como sabemos todos los que te conocemos, haces honor a tu homónimo antecesor en tu aplicación concreta de la "experiencia cristiana". Yo, por mi parte, soy un tenue reflejo de tus clases, enseñanzas y profundo saber teológico y humano.
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