domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Vivos o muertos?

No sé que medio de esos que se llaman católicos ha difundido que la fiesta de Halloween es una fiesta anticristiana y se ha extendido como un reguero de pólvora a través de todos aquellos adeptos a estos medios sin ningún tipo de capacidad de reflexión posible. Es más, cuando se intenta razonar se le mira a uno como si fuera un partidario de este tipo de celebraciones paganas y resulta imposible llegar a expresar con una mínima coherencia aquello que uno piensa. Esto es lo que más me preocupa, porque se reduce a las personas a meros repetidores de las opiniones que se vierten por medio de las ondas o en la red.
Personalmente no tengo ninguna querencia por esta fiesta, no la he vivido nunca como propia, pero sé que en países de tradición sajona tiene una raigambre consistente y los cristianos la viven como propia.
Se trata de una tradición ancestral que tiene que ver con el culto pagano a los muertos y que puede resultar muy interesante a nivel antropológico. Enfrentar la muerte como algo natural y como una compañera en nuestra propia vida es saludable a nivel psicológico y social, pero no es una fiesta cristiana, por eso nosotros celebramos el día de Todos los Santos y no el de difuntos. Pero se da el caso que, por una especie de pacto tácito, la gente sigue celebrando el culto a los muertos justo el día que la Iglesia celebra a todos aquellos que siguen vivos a la espera del día en que Dios haga nuevas todas las cosas, en que Dios sea todo en todos. Los cristianos no celebramos muertos sino vivos, no adoramos a un Dios de muertos sino de Vivos, porque es un Dios de la Vida y no de la muerte. Muchos siglos de tétrica adoración de la muerte y de los instrumentos de tortura de Jesús nos han devuelto al culto pagano, pero no debemos dejarnos llevar por ello y hemos de afirmar nuestro culto a la vida que tanto nos ha dado, como dijera la canción.

No se trata de luchar contra unas fiestas paganas para imponer otras no menos paganas, sino de transustanciar las fiestas "naturales" para transformarlas en fiestas del gozo de la vida y de la alegría por el compromiso por un mundo nuevo. Los que nos precedieron y los que vendrán después (Todos los Santos) forman una familia junto a los que aún caminamos por esta vida de compromiso y amor sin límites. Todos juntos formamos la familia de los hijos de Dios y esperamos la plenitud de los tiempos en que nuestros cuerpos gloriosos se unirán para formar el universo transfigurado de los cielos nuevos y la tierra nueva donde el mar ya no existirá.
Las celebraciones cristianas siempre son expresiones del amor que Dios nos tiene y que anticipan la alegría definitiva de la Vida plena de todas las víctimas de la historia. Quien no sabe vivir en esta vida está muerto definitivamente, y quien ha vivido el amor pleno nunca morirá. Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que profesamos en Cristo Jesús Señor Nuestro, no se trata de ninguna lucha por imponer modelos sociales, sino que es una Vida en el Amor.

2 comentarios:

M. Gelabert dijo...

Casí me dan ganas de decir: Amen. Porque me siento en comunión con todo tu escrito. Pero diré algo más: hay una identidad entre los que han muerto en el Señor y los santos. Lo que celebramos hoy y mañana en el fondo viene a ser lo mismo. Más aún: hay santos que no tienen conciencia de su santidad en sentido cristiano, pero que desde nuestra perspectiva bien podemos considerarlos como tales. E invocarlos, claro. Un abrazo

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Te refieres a algo así como "santos anónimos" imagino. Tienes toda la razón, la comunión es universal y no puede cerrarse sólo a la comunidad de los que hemos conocido quién nos ama.
Un abrazo

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...