Pues bien, viene este asunto muy a propósito de la última encíclica papal donde se afirma con meridiana claridad la imposibilidad de confundir la caridad con el beneficio particular y menos con la utilización en favor de los intereses partidistas; ha de ser gracia pura, porque la caridad es "amor ofrecido y recibido. Es gracia (cháris)" (Caritas in Veritate, 5). En el momento en que entran los intereses personales o de grupo en la consideración de la caridad, ésta, ipso facto, desaparece y pasa a ser acción política partidista, interés especulativo o mero lavado de (malas) conciencias. De ahí que no podamos estar más de acuerdo con el actual pontífice cuando afirma en su citada carta circular que "sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad" (n. 3). Cuando los responsables de Cáritas actúan del modo que lo han hecho en Madrid se está atentando más contra la verdad que contra la caridad. Cáritas Madrid tiene todo el derecho a decidir a quienes ayuda con los, entiendo, limitados recursos con que cuente, de ahí que lo mismo daría que ayudara a unos o a otros. El problema no está en el ejercicio de la caridad sino en la verdad que está detrás de la decisión de eliminar las ayudas a esas familias. Es evidente que esa es una decisión política, exactamente de política eclesial, que va dirigida contra una determinada forma de entender la Iglesia, la fe, los sacramentos y el compromiso cristiano.
La excusa que parece se ha esgrimido es que al no ser ya parroquia sino capellanía, ha perdido la posibilidad de repartir ayuda de la diócesis a los feligreses. Con este criterio Cáritas no debería ayudar a nadie que no demostrara su profunda fe católica y que no estuviera en plena comunión eclesial, criterio que obvia y afortunadamente no se aplica, al menos no se aplica hasta donde yo conozco. Si es cierto que ese es el motivo, habrá que decir que su caridad es muy estrecha y por tanto no es caridad; y si no es ese el motivo, como recelamos, entonces se atenta contra la verdad, atentado tan grave como el otro porque entre otras cosas está implicado el octavo mandamiento (no mentir). Sería bueno que muchos dejaran su obsesión por el 6º y el 9º (no sé si estos números son por casualidad, pero la conjunción de ambos...) y empezaran a aplicarse el 1º y el 2º.
1 comentario:
Caridad condicionada por la ideología es la destrucción de la caridad. Si esta ideología es religiosa, entonces la caridad además de destruída es insultada y profanada. Jesús curó a diez leprosos, solo uno le dió las gracias. Los otros nueve quedaron curados y muy bien curados. Siguiendo este modelo hay muchas instituciones vinculadas a las congregaciones religiosas femeninas y masculinas que honran no solo a los cristianos, sino al ser humano.
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