sábado, 9 de enero de 2010

Disciplinar y reprimir: carta a Juantxo.

Como es natural nos alegramos profundamente de la liberación de Juan López de Uralde, el director de Greenpeace España y del resto de los activistas que se "colaron" en la fiesta de marionetas del planeta. Nos alegramos porque era una injusticia flagrante y porque su gesto estaba motivado por la ineptitud de los que se reunían para arreglar el clima. Pero también nos ha quedado un regusto amargo, otra vez, de todo esto. Cuando Greenpeace hace campañas por todo el mundo sus activistas corren riesgos y los asumen con una mezcla de heroísmo y sentido de la responsabilidad global. Hasta tal punto llega su compromiso que los servicios secretos franceses pusieron una bomba en el viejo Rainbow Warrior en 1985 para acabar con su labor de crítica de las pruebas nucleares francesas en sus colonias en el Pacífico. El resultado fue el hundimiento del barco y la muerte de dos activistas y un fotógrafo que estaban en el barco cuando explosionó la bomba. Ese acto de terrorismo de estado no fue pagado suficientemente, se arregló con una indemnización económica al grupo ecologista que le permitió construir otro Guerrero del Arco Iris y sacar algún dinerito más. Fue lamentable que Greenpeace entonces no derivara hacia la desobediencia civil total y radicalizara su discurso. Al contrario, desde entonces los diversos grupos internacionales que nacieron en los años setenta para luchar contra las injusticias del planeta, tenían claro que si sobrepasaban la línea sufrirían las consecuencias más funestas que los estados de derecho estaban dispuestos a aplicar contra ellos.

Entiendo que la prisión contra estos activistas en Copenhagen ha sido un acto de disciplinamiento de la organización, un recuerdo de lo que podría volver a pasar con Greenpeace y con cualquiera que esté dispuesto a contestar el sistema. Y a fe que ha funcionado a la perfección. En Copenhagen se han violado los derechos de los manifestantes, todos ellos pacíficos, a los que se ha sometido a la ley antiterrorista y se los ha tratado como basura, pisoteando cualquier tipo de legislación internacional. Pero lo que ha quedado es lo sucedido a estos cuatro activistas de Greenpeace a los que, al menos, se les tenía en un cárcel formal y no en un pseudo Guantánamo como al resto. Se hace ya demasiado habitual que cada vez que el pueblo quiere ejercer alguno de los derechos que las leyes supuestamente le reconocen, los aparatos represivos de los estados actúan inmediatamente sin ningún tipo de miramiento, con tácticas de lucha urbana y con medidas contrainsurgentes, cuando los pueblos simplemente ejercen sus derechos a la protesta y a la disidencia. Es hora de que Greenpeace deje las medias tintas y empiece una campaña sistemática de denuncia del capitalismo que es el responsable de todo lo que sucede con el clima y se deje de veleidades socialdemócratas que ya nada pueden aportar a un mundo en quiebra.

Estimado Juantxo:

Se acaba el tiempo de componendas con el sistema, ha llegado el de las decisiones definitivas, es hora que Greenpeace esté donde debe estar: en la lucha por otro mundo para todos en el que podamos vivir fuera del marco de relaciones de este mundo podrido. Me alegro por tu liberación, pero sospecho que lo que han pretendido encarcelar es vuestro discurso, no vuestras personas, y eso lo tenéis que desmentir con los hechos. Desde la simpatía personal os pido un esfuerzo por radicalizar el discurso y empezar a cuestionar las causas reales no las que nos venden desde el sistema sobre el cambio climático. Es hora de dejar de jugar y apostar por la Verdad sin restricciones.

Un abrazo y que sigáis en la lucha.

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