lunes, 4 de enero de 2010

Sobran vacunas, faltan enfermos.

Otro de los temas que seguimos arrastrando del 2009 es la dichosa gripe A, que tanto les costó identificar con un nombre que no indujera a nadie a dejar de consumir cualquier cosa, como fueron los nombres de gripe porcina, que podía llevar al "error" a los consumidores, y la peor de todas: gripe española. Nadie se hubiera dignado visitar un país que comparte nombre con tan mortal enfermedad. En fin, que la gripe A sigue dando noticias sabrosas. No, no se trata de que haya muerto mucha gente, la décima parte que la gripe común; ni de que el número de contagios llegara a proporciones bíblicas: apenas el 25% de la gripe común. No, se trata de que las previsiones han resultado absolutamente desfasadas, como muchos habíamos previsto desde hace ahora nueve meses cuando se empezó con la mayor campaña del miedo desde la Segunda Guerra Mundial. Esa campaña consiguió que los gobiernos obtuvieran el beneplácito de los ciudadanos para detraer ingentes cantidades de dinero para reservar y comprar grandes dosis de vacunas, antes de que otros lo hicieran. En aquella carrera de locos por adquirir vacunas, los países ricos se adelantaron a los pobres que se quedaron sin nada. Hubiera sido lógico y humano que si la gripe iba a ser tan mortífera, la OMS hubiera implantado un sistema de racionalidad en la distribución. Pero lo que hizo fue abrir los mercados y cerrar las patentes para que las farmacéuticas tuvieran asegurada la venta masiva a los países ricos, los únicos que podían pagarla. El resultado ha sido lo que muchos dijimos: han sobrado ingentes cantidades de vacunas. En Francia se adquirieron 97 millones de dosis por un precio de 900 millones de euros, han sobrado 92 millones de dosis. En España se compraron 37 millones de dosis por un precio superior a los 300 millones de euros, aquí la campaña del miedo funcionó mejor, sólo han sobrado 33,5 millones de dosis.
Creo que la contracampaña que muchos hemos realizado, cada uno a su escala claro, ha surtido efecto. El simple hecho de no ser vector del miedo ya servía para parar la marea que las farmacéuticas y los gobiernos había levantado para asustar a la población. Si esa gripe tiene algún efecto sobre la población, la mejor opción es la inmunización natural y progresiva de la misma. Las vacunas no se justifican en todos los casos y menos cuando no se tiene suficiente constancia de la peligrosidad de la misma.

Ahora, los países ricos se están pensando qué hacer con tal cantidad de vacunas que no servirán el próximo año si el virus, como es probable, muta. Las opciones que se plantean son tres: 1ª y más lógica, devolverlas a las empresas. Para ello existe una cláusula en los contratos; 2ª darlas a los países pobres, no sabemos a cambio de qué se realizará la dádiva, pero intuimos que a cambio de derechos sobre recursos naturales o algo así; y 3ª venderlas en el circuito privado de farmacias. Esta última es la opción preferida porque asegura rentabilizar la inversión. Por supuesto que la 1ª opción está completamente descartada, las farmacéuticas no han realizado tanto esfuerzo para comvencernos de la compra para ahora recomprar el 90% del género.

Como ya he comentado en otros post, hay que estar espabilados para cuando empiece la próxima campaña del miedo. Creo que se atisba en el horizonte, hablaremos de ello en próximos post.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Otra de tantas parafernalias.
El miedo nos hace mas pasivos, sobran mitos... faltan ritos.

P.D.¿Cuánto queda para que el juego termine?

Bernardo Pérez Andreo dijo...

El juego ha tiempo que terminó, ahora se trata de ser conscientes de ello. Los términos en los que se desarrolla el mundo no son susceptibles de prórroga, es necesario un cambio profundo que en el lenguaje de Marcos se llama Metanoia, literalmente en griego un cambio de mente, de forma de pensar, de relación con los demás. En eso estamos y en eso debemos seguir hasta que Dios sea todo en todas las cosas, como diría Pablo.

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