martes, 23 de marzo de 2010

El corazón de las tinieblas


Ha vuelto a suceder y van ya no sé cuantas veces que esto acontece. Vivimos en la sociedad del espectáculo, como analizara Debord, y en ella sólo existe lo que está en los medios. Hasta tal punto es así que una pura falsedad se puede convertir en hecho social simplemente si los medios de comunicación se empeñan en ello. Ejemplo claro son las “bromas” que algunos medios de comunicación gastan a personas normales que, aprovechando un viaje en taxi y en connivencia con algún comunicador radiofónico, emiten alguna noticia increíble y el pobre usuario del taxi se traga completamente el bulo, hasta que le informan que es una broma y todos se ríen. Pero la cosa no es de risa, es para preocuparse porque demuestra que si los medios de comunicación quieren que creamos algo, lo conseguirán. Es cuestión de ser perseverantes y nada más.


Decía que ha vuelto a suceder con Haití. La enorme tragedia del pueblo haitiano ha salido de los informativos y únicamente una catástrofe igual a aquella devolverá su sufrimiento a nuestras casas. Ahora tenemos otras desgracias a las que enviar a los reporteros; otras víctimas a las que socorrer; otros remordimientos de conciencia que acallar. La desgracia de Chile ha expulsado a las víctimas de Haití de nuestras preocupaciones y hemos de ocuparnos de ellas. Pero el problema es mucho más grave, porque hay una desgracia aún mayor que hace tiempo que se olvidó, quizás porque no nos interesa: es el mismo corazón de las tinieblas, como escribiera Conrad, lo que acontece en el Congo.
La enorme tragedia humana, social, económica, política y moral que se vive allí, hace de aquel lugar el infierno literal en la tierra, y todo ello con la subvención o el silencio cómplice de los países occidentales. 
En el Congo están casi todas las reservas mundiales de Coltán, el mineral maldito que forma parte de casi todos los aparatitos que tanto molan a nuestros jóvenes y no tan jóvenes. Un país independiente que pudiera gestionar aquellos recursos sería de los más ricos del planeta y eso no es lo que interesa a multinacionales y gobiernos enriquecidos. Lo que interesa es que haya guerra para poder utilizar a los niños como mano de obra esclava en su extracción. Lo que interesa es la existencia de bandas armadas que dependan de las redes de poder organizadas por las compañías extranjeras. Lo que interesa es que nadie sepa la verdad y por eso los medios de comunicación silencian lo que allí sucede o, peor aún, ocultan la injusticia con falsedades. Las tinieblas se apoderan del corazón del hombre postmoderno a un ritmo semejante al declive de nuestra conciencia y a la voracidad de nuestras ansiedades.

1 comentario:

Martín dijo...

Si nos dedicamos a pensar en la ayuda que podemos prestar a tanta tragedia, es hasta lógico que nos olvidemos de una tragedia al aparecer la otra. No se puede estar en todo. Es lo ocurrido con Haiti. Por eso tienes razón cuando clamas por un cambio de estructuras. Es el único camino. Haces bien en recordar que junto a las tragedias que salen en la prensa, están las permanentemente silenciadas. En África hay bastantes. Detrás de ellas está el coltán, los diamantes, el uranio, la pesca, y otros bienes de los que se aprovechan las multinacionales. Y por delante, por detrás, a la derecha y a la izquierda, está la fraternidad en cueros.

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