martes, 30 de marzo de 2010

Qué hay detrás de Nestlé

Hay un vídeo que ha elaborado Greenpeace y que Nestlé está intentando por todos los medios evitar que la gente lo vea. Se trata de algo así como lo que pedíamos en este blog hace unos meses, una especie de gran pantalla que nos muestre la realidad que hay detrás de cada producto. El vídeo puede verse en youtube en el enlace que ofrezco y dura muy poco, pero es muy expresivo. Algo así es lo que explico a mis alumnos: si cada vez que mordemos un chocolate Nestlé se derritiera un nuestra boca la sangre de tantos niños que son explotados en las plantaciones, probablemente nos lo pensaríamos dos veces antes de comprar. Es duro, pero es real. Nestlé mata y lo hace impunemente mientras nos miente con sus grandes campañas publicitarias. Su cuenta de resultados no para de crecer y el sufrimiento de tantos millones de seres humanos y del planeta es proporcinal a sus beneficios. Si detrás de cada estante del super hubiera una pantalla donde nos presentaran el proceso de producción de lo que vamos a adquirir, podríamos decirdir libremente si queremos colaborar con la extinción de las selvas ecuatoriales o con la explotación infantil, tal como se hace hoy no podemos elegir y nos obligan a ser cómplices de un genocio sistemático de la población infantil del planeta.


Lo que Greenpeace denuncia: la tala indiscriminada de selva ecuatorial para la producción de aceite de palma y la subsiguiente pérdida del hábitat del orangután, no es más que la punta del iceberg de la destrucción organizada del planeta en vistas a la creación de riqueza para algunos. Detrás de esta imagen tenemos las siete octavas partes restantes que no se muestran al público en general por ningún medio y que son las que realmente nos están llevando a la catástrofe más brutal. Me pregunto hasta cuándo vamos a aguantar esto, hasta qué punto somos capaces de soportar antes de modificar nuestros patrones de conducta. Por qué las grandes corporaciones son capaces de seguir depredando el medio natural y nosotros de seguirles el juego con la estúpida excusa de que sus productos son mejores. Es hora de empezar a cambiar esto, de lo contrario nos veremos ante situaciones de difícil manejo, tanto a nivel personal como colectivo.

Bien podría decirse que detrás de Nestlé estás tú... y yo... y todos... todos somos responsables de que estos asesinos sigan haciendo de las suyas. Es muy sencillo: ¡No colaboréis con el mal!

9 comentarios:

Martín dijo...

La cuestión de fondo me parece que es: ¿cómo se apea uno de este mundo? Ya que esto no es posible, sí que lo es tener un poco de sensibilidad y, al menos, no colaborar con determinadas marcas que es claro que utilizan la explotación infantil o destruyen la naturaleza. La otra cuestión es: ¿cuántos están informados? Hay un mal de fondo que la teología llama pecado original. Ya sé que tampoco es un tema bien entendido. Vamos haciendo camino muy lentamente.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Como siempre tus dardos dan el la diana. Hay que aplicar la teoría del mal menor. Ya que hay que vivir en este mundo, puesto que no hay otro, tengamos una batería de criterios para sobrevivir lo más dignamente posible. Siempre recomiendo adquirir productos de comercio justo certificado o bien que tengamos seguridad de su producción, como son los cercanos a nuestro entorno.
Por otro lado está el tema del pecado original que apuntas. Es evidente que estamos inmersos en un mundo que nos ha legado a todos, por el simple hecho de estar aquí, una carga de ese pecado. Debemos levantar pococ a poco esta carga, algo que celebramos precisamente estos días.
Saludos

Anónimo dijo...

veo que recomiendas adquirir productos de "comercio justo"
¿podrías explicarme lo que se entiende por comercio justo?

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Lo que se entiende por comercio justo, con o sin comillas, está claro para todos. Sospecho en la pregunta otra intención diferente a la informativa.
El "comercio justo" nació como un modo para cambiar el modelo económico desde dentro y ahí está su limitación, pero al menos asegura que los productos como el cacao o el café son elaborados respetando una mínimas normas éticas: no utlización de mano de obra infantil, no discriminación laboral y repercusión del beneficio en la comunidad. Si esto se da es preferible a consumir los productos de las multinacionales que incumplen cualquier criterio ético.
El "comercio justo" es el mal menor, lo ideal sería crear un modelo distinto. También abogo por consumir productos cercanos, elaborados en el entorno, no porque sean más justos sino porque tienen menos impacto sobre el medio, huella ecológica, y porque en nuestro entorno se cumplen algunas leyes que protegen a los más débiles.
Mi recomendación real es no consumir, es decir, no entrar en la lógica de la destrucción capitalista, pero como vivimos en un mundo así, apliquemos el mal menor.

Anónimo dijo...

gracias a ti bernardo no pienso comprar productos basura no tiene otro nombre, lo que hace nestle.

ximena dijo...

si cada ves que compramos este tipo de basura ayudamos a estas mafias tenemos el deber y la obligación de detenerlo x lo menos espesando desde nosotros y por un vivir digno sin maltrato ni destrucción

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Bien definido, Ximena, es una mafia y hay que tenerlo claro. Sin piedad contra ellos.

Anónimo dijo...

Sí, hay que tener cuidado con el comercio justo. No todo el comercio que se vende como "justo" realmente lo es. Ni siquiera el que se certifica como tal. Si el comercio justo no va ligado a unos criterios REALES de producción artesanal a pequeña escala (es decir, de pequeños productores) y de distribución directa, con la eliminación de intermediarios innecesarios, seguro que NO es comercio justo.

Pongamos un ejemplo: la compañía Carrefour ha creado recientemente una línea de productos "justos" certificados que no son tales (ya están disponibles en Francia, aunque a España creo que todavía no han llegado). Por ejemplo, ya que estamos con el tema, el chocolate realizado con cacao de Ecuador. Carrefour presiona a las cooperativas de productores para abaratar los precios de compra y conseguir un precio final de su producto que pueda ser competitivo dentro de los mercados occidentales (porque evidentemente, el concepto de "justo" no se aplica a su política de obtener los máximos beneficios posibles). Al final, esto se traduce en que ellos pueden vender su marca de chocolate "justo" un 40% más barato que el de otros distribuidores que respetan los precios.

La mayoría de cooperativas de agricultores ecuatorianos se ven forzados a ceder a las presiones de estas grandes multinacionales porque estas compañías colapsan el mercado con sus compras a gran escala. ¿Qué deben hacer entonces los productores para compensar ese 40% que pierden en la venta? Pues sólo hay dos soluciones: reducir los salarios o aumentar la producción a lo bestia, para lo que es necesario robarle más y más terreno a la selva (deforestación), modernizar los métodos de producción (es decir, pasar del sistema artesanal al sistema mecanizado con la consiguiente pérdida de empleos) y convertirse en "grandes productores" con ·grandes explotaciones. Hay mucho listo con pasta que también ha aprovechado la demanda de productos "justos" para montarse una empresa al más puro estilo neoliberal. Así, en las comunidades se pasa de una economía de autoconsumo (productores que generalmente cultivan varios productos y venden el excedente) a una producción especializada que está inmersa dentro de las reglas del mercado (oferta y demanda) capitalista globalizado. Esto significa todo lo contrario a los valores y premisas de los que parte el comercio verdaderamente justo.

¿Cómo saber si un producto es realmente justo? Pues la clave está en comprender que comercio justo y multinacionales son conceptos contrapuestos que JAMÁS pueden funcionar bien juntos, al menos no para los productores. De cualquier forma, aunque el comercio justo bien utilizado puede ser una forma de colaborar puntualmente con un grupo reducido de agricultores, si realmente queremos ayudar es más efectivo presionar a nuestros gobiernos europeos que están firmando tratados con los gobiernos de Latinoamérica que asfixian la economía de estos países.

Para el resto de productos, lo más sensato sin duda es el consumo de productos locales, o que vengan del sitio más cercano posible, ya que es sin duda lo más ecológico (no se gasta combustible innecesario en transporte y se contamina menos), lo más social (te aseguras de que realmente estás ayudando a una familia a sobrevivir, que aquí también hay pequeños productores en apuros, y evitas un buen número de intermediarios, que generalmente son los que se llevan la mayor parte de las ganancias) y, a la larga, lo más económico: la alimentación es la nueva fuente de especulación de las multinacionales, que ya están comprando tierras en África a gran escala para poder seguir colmando las ansias de beneficios y enriquecimiento de sus accionistas, para cuando se acabe el petróleo.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Gracias, anónimo, por esta aclaración. De entrada siempre hemos de descnfiar de lo que hagan las multinacionales y ser muy rigurosos en nuestras acciones. Creo que el mejor criterio es reducir el consumo, "localizarlo" y asegurarse su procedencia.

Un cordial saludo

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