Que esto suceda con la comida, mal está, pero que se intente con cosas tan serias como la sanidad o la educación resulta de una gravedad que sólo las generaciones futuras sabrán valorar. Dentro de cuarenta años echarán la vista atrás y se preguntarán cómo es posible que en algún momento a alguien se le ocurriera que la sanidad o la educación pueden ser medidos con los criterios de mediocridad que están vigentes en la normativa ISO. Son muchas las comunidades autónomas que están delegando sus funciones de supervisión y control en un sistema externo de control de la calidad de los centros educativos o sanitarios y cada vez es más común escuchar las loas administrativas a estos sistemas. Por mi parte, siempre he entendido la calidad de algo como lo que le diferencia del resto, no como lo que le iguala. Creí que se asumía que algo tiene calidad cuando supone una mejora o avance respecto a otras realidades semejantes. Por ejemplo, tiene calidad quien se ha formado suficientemente en una materia y es capaz de enseñar a otros lo que sabe, no quien es capaz de enseñar a otros lo mismo que los demás.
Si nos asomamos al diccionario de la Real Academia, la entrada "calidad" nos dice: propiedad o conjunto de propiedades inherentes a una cosa... En sentido absoluto, superioridad, excelencia. Con esta definición se hace patente que la calidad de algo o en algo es lo que lo identifica y por tanto diferencia, no lo que lo asemeja o iguala. Mal vamos si los criterios que utilizamos para organizar nuestra sociedad, porque los procesos estandarizados de calidad se extienden como una mancha de aceite, son los patrones de valoración de nuestra realidad. Al final llegaremos a tener una sociedad isomórfica, es decir, muerta, por falta de lo que tanto presume nuestro modelo social vigente: calidad. Quizás habría que modificar el dicho e implorar un poquito de calidad, por caridad.
2 comentarios:
Interesante tema este de los certificados de calidad. Tú pagas a una agencia para que certifique la calidad de tu Centro o de tu empresa. Insisto: hay que pagar la verificación de la calidad. Y como pagas, el resultado es a gusto del cliente. O sea, te dan el certificado de calidad. Tú lo expones en la entrada de tu Centro o empresa. ¿Qué vale este certificado? Absolutamente nada. Bueno, sí, vale lo que te ha costado realizar la certificación. Te han estafado y tú te has dejado estafar y de paso engañas a los demás con un certificado que no vale nada. Lamentable
Según tengo yo entendido, la calidad que se certifica con la ISO en la educación o en lo que sea, no está tan relacionado con la calidad propiamente dicha de lo que allí se imparta o se produzca, como con la gestión necesaria para conseguir eso que se pretende producir. Lo único que garantiza la ISO9000 y similares es que la empresa, el colegio o lo que sea se gestiona según unos parámetros estipulados. Ahora bien, que lo que allí se haga sea mejor o peor, eso es otra cosa. Conozco el caso de una persona que fue contratada en una empresa para implantar el “sistema de calidad”, y curiosamente no tenía demasiada experiencia en el desempeño profesional de la empresa, situación que le produjo no pocos disgustos y sobrecostes a sus gerentes. Quiero decir con esto, que no sé exactamente para qué toda esta historia de la gestión de la calidad. Según yo entiendo, ya digo, ese famoso sello me garantiza que allí los papeles, las gestiones, las comunicaciones internas, etc., se llevan fenomenal; ahora bien, que la educación que allí se imparta o el producto que allí se fabrique sea mejor o peor, eso es otro cantar. ¿?
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