sábado, 8 de mayo de 2010

"Yo soy Espartaco"

La magnífica película de Kubrick, Espartaco, es tanto una epopeya de la lucha humana por la liberación de la esclavitud, como una denuncia de la injusticia que se vivió en Estados Unidos durante la ominosa caza de brujas de McCarthy. El guionista, Dalton Trumbo, dejó escrito en el guión su propia experiencia de delaciones, acusaciones e injusticias padecidas. Hay un momento en el que el actor Laurence Olivier (Craso) dice, “dónde está mi nombre en la lista de enemigos del estado”, la respuesta de Graco (Charles Laugthon) es “el primero”. Aquella frase de la película es el fiel reflejo de un acontecimiento histórico vivido por el propio Trumbo. De la misma manera, la historia de Espartaco, el esclavo que es capaz de romper sus cadenas y generar un movimiento de liberación, no ha dejado de repetirse. Espartaco es un símbolo utilizado por muchos como motivación, así fue el caso de los espartaquistas de Rosa Luxemburgo, pero también es un símbolo de la unidad de los oprimidos cuando la victoria del imperio es inevitable. Esa unidad da a los movimientos de liberación, no sólo dignidad, sino también la posibilidad de una victoria futura, cuando las circunstancias lo permitan. Perder la dignidad es la peor derrota que los victimarios pueden infringir a las víctimas de la historia.

Con el asunto de Grecia sucede algo parecido. Sería necesario que todos nos identificáramos con el primer pueblo del mundo enriquecido que es aniquilado por las fuerzas financieras mundiales. Era previsible que sucediera y nosotros ya lo advertimos: los carroñeros de las finanzas no pueden sacar más carnaza de los países del Sur, sea porque no tienen más que sacarles o porque no se dejan. Ahora le toca el turno a las repletas arcas de los estados desarrollados, pero como siempre, empiezan por la parte más débil. Si la cadena se rompe, podrán llevarse todo el pastel. Y la parte más débil dentro de los países desarrollados está precisamente en la Unión Europea. Los famosos PIGS son estados desarrollados con un fuerte gasto social. Se trata de atacar a estos países con la finalidad de que dediquen ese dinero que ahora va a las personas a pagar una deuda ominosa que no es sino un latrocinio organizado. Grecia ha sido elegida porque conocían muy bien su situación. Fue Goldman Sachs, los ladrones de guante blanco según la propia agencia americana de supervisión de inversiones, los que realizaron la contabilidad de los gobiernos conservadores anteriores. Muy bien sabían los mercados financieros que el gobierno griego había jugado a la ruleta rusa y estaba a punto de salir la bala. Aquellos juegos financieros crearon la mayor clase gozante de la historia del país. Se llevaron todo lo que pudieron y ahora las deudas quedan para el pueblo. Además de la deuda, queda la especulación que ha aumentado la deuda en dos tercios en poco tiempo.

La única posibilidad que tiene Grecia de no retroceder cincuenta años en la historia es no pagar. Sí, su error fue decir que pagarían cuando la deuda apenas era del 100% del PIB. Los mercados financieros intrepretaron que pagarían cualquier cosa que les pusieran por delante, porque el mal llamado rescate financiero de Grecia por parte de Europa, permitía apostar a lo grande. Es muy sencillo, si Europa paga la factura a los tenedores privados de deuda Griega, es cuestión de aumentarla todo lo posible. Una vez que estos tenedores de deuda, principalmente bancos franceses y alemanes, tengan el dinero líquido en sus manos, podrán dedicarse a atacar otros países, hasta conseguir el premio gordo que no es sino España, el cerdo más cargado de dinero. La única salida humana a todo esto era haber lanzado el grito de los esclavos vencidos cuando entre los derrotados las tropas romanas buscaban a Espartaco: "yo soy Espartaco". Al menos, si caemos, caeremos con dignidad y otra generación tendrá nuestro referente. Tal y como lo hemos hecho ha sido una invitación a masacrarnos.

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