martes, 15 de junio de 2010

"¡Es la economía, estúpidos!"

Perdón por el título, pero no lo digo yo, fue James Carville el que acuñó la frase que da título a este post y que sirvió para que Bill Clinton ganara sus primeras elecciones en el año 1992. Entonces se trataba de convencer a la gente que se lo jugaba todo en la cuestión económica y se debería llevar a cabo un cambio en los patrones de comportamiento. Efectivamente, su victoria electoral fue el aldabonazo de salida de lo que conocemos como neoliberalismo económico. El capital financiero empezó a gobernar la economía entera y los responsables de Wall Street se convirtieron en los amos del mundo. Fue tan simple como hacerle creer a la gente que su bienestar dependía de que esos tipos de la bolsa tuvieran carta blanca para hacer cuanto quisieran; nace el capitalismo popular, porque las responsabilidades se extienden a la gente normal. Desde entonces, las pensiones, las cuentas corrientes y hasta las vacaciones de la mayoría de los habitantes del mundo enriquecido dependen de que a los brockers les vaya bien. Y ahí está el problema. Si mi jubilación depende de que desplumemos a Grecia, pues que se hunda Grecia; pero lo más gracioso es que quizás la jubilación de un español dependa de que desplumen a España y seguramente no lo sabe, o peor, lo sabe y le importa un bledo. Lo hemos visto con el problema del escape de petróleo en el Golfo de México: BP ha lanzado una fuerte campaña para convencer a tantos británicos cuya pensión futura depende de las inversiones de su fondo de pensiones en BP. Si la empresa hace frente a las responsabilidades económicas que se le exigen, entonces las pensiones de muchos británicos se verán fuertemente reducidas. Y así podríamos seguir poniendo ejemplos tan sangrantes como el Congo: las pensiones de mucha gente dependen de que allí no haya paz y siga explotándose el Coltán como hasta ahora, a sangre y fuego.

No, la economía no es eso, la economía es la organización del modo de vida del hombre y la previsión futura de su existencia. El economista y premio Nobel de economía alternativo, Manfred Max-Neef, lo explica con los siguientes cinco puntos (
pinchar aquí para ver conferencia):
1- La economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía.
2- El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
3- El crecimiento no es lo mismo que desarrollo y el desarrollo no requiere necesariamente de crecimiento.
4- Ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.
5- La economía es un subsistema de un sistema mayor que es finito, la bioesfera y por lo tanto, el crecimiento permanente es imposible.

Si estos cinco puntos se tuvieran presentes siempre, la economía sería una ciencia al servicio de la humanidad y no un instrumento para que los desalmados de las finanzas engorden sus cuentas corrientes mientras el planeta entero se va por el retrete.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que ver, todo el mundo conspira para tener más de ellos, más y más. Y cuanto más tienen más quieren. ¿No se cansan? Son solo papeles con números.

El error ha sido el valor que le hemos llegado a dar. ¿Cómo hemos llegado a tanto? No es la injusticia el desajuste, sería más bien la avaricia, ¿no?

Un saludo.

Martín dijo...

"Es la economía, estúpidos" debe ser lo mismo que: "la bolsa o la vida". Y el truco debe estar en identificar bolsa con vida. Lo malo es cuando tu buena vida es directamente proporcional a la mala vida de muchos otros. Lamentable.

Desiderio dijo...

Me parece muy adecuado el punto de vista de este economista. Y es que es así: la economía, el crecimiento empresarial, etc., no son un fin en sí mismos, sino un medio para conseguir el verdadero desarrollo, que no es otro que el desarrollo humano. A mí me explicaron hace ya unos cuantos años que hay dos tipos de empresarios: aquel que monta una empresa para obtener rápidamente los beneficios de ese negocio —que desde luego no es un empresario—, y aquel que monta una empresa porque quiere construir algo que sea bueno para la sociedad, que aporte algo a la sociedad. En este último caso no se renuncia al beneficio empresarial —pues en ese caso la misma empresa no podría subsistir—, pero sí que se tiene claro que ese beneficio no se puede obtener a costa de lo que sea o de quien sea. Hay muchas ocasiones en lo que prima es reducir el beneficio para asumir otros costes… digamos humanos, y esto es algo perfectamente legítimo y querido por no pocos empresarios. Esto lo podríamos extender a cualquier campo de la economía, o de cualquier otro aspecto de nuestra sociedad: aquellos que buscan su propio provecho sin plantearse nada más allá de sus propias narices, y aquellos que consideran las repercusiones de sus actos y su viabilidad en función de una mejora social.

Anónimo dijo...

Economía está intimamente unida al discurso politico que lo sustenta. Y llegado el momento, como ahora prevalece el discurso de mercado, del capital. " Quien paga manda", antiguo refrán. Y paga quien tiene la sartén por el mango, el manejo del capital y su plusvalía, de la mano de obra de quienes ponen su mano de obra a disposición por un trozo de pan. Algunos incluso buscan ese pan entre los restos de contenedores de basura de nuestras aparentes opulentas ciudades del primer mundo. La bulimia económica de unos son la causa de la muerte anoréxica de una mayoría. La economía mundial está en manos de demasiados estúpidos.

Felicidades por el "maqueo" de la web. Se echa en falta un mayor "pluralismo de links", que amplie la paleta de temas ( solo una sugerencia)

es-tupido-velo-e-cono-mico ( o como hacen el mono algunos con los euracos de otros)

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado anónimo:
gracias por tu comentario, es muy interesante esa relación entre la bulimia y la anorexia, como sabrás ya escribí un post sobre esta relación. Lo del "maqueo" de la web se estaba haciendo necesario, pero uno no tiene tiene tiempo para todo y por eso mismo se aceptan sugerencias para ampliar el "pluralismo de links".
Un cordial saludo

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