viernes, 18 de junio de 2010

¡Estad alerta!

Es muy curioso ver cómo los sabios doctores de la economía internacional son capaces de diagnosticar la enfermedad con cierto grado de corrección y, acto seguido, plantear recetas que nada tienen que ver con el diagnóstico. Es evidente que la crisis es del sector financiero y que de ahí se pasó a la economía productiva por una falta de financiación. Se dijo por activa y por pasiva que fueron los excesos en los productos derivados de la banca de inversión y la falta de regulación por parte de los que debían haber supervisado el sector. Sin embargo, en lugar de tomar las medidas exigidas por tal diagnóstico, a saber: mayor control de los movimientos financieros y prohibición de la especulación, lo que hacen es exigir que los estados reduzcan su déficit para pagar la deuda convenientemente socializada. Además, aprovechando la circunstancia y como nunca está demás, o como decimos por aquí, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se ordena, porque ha sido una orden, la reducción del gasto público y la eliminación de parte de los derechos sociales y laborales que tantos decenios ha costado conseguir.
La verdad es que la crisis va a resultar un negocio redondo para el Capital: de un lado consigue enjugar su deuda acumulada por años de especulación y mala gestión, y por otro logra eliminar las trabas que las reglamentaciones de los estados ponían a la tasa de ganancia del Capital. Lo han pensado bien y han visto, no sé si el Club de Bilderberg, el de Roma, el de Montevideo, la Trilateral o la madre que los parió, que la única manera de aumentar la tasa de ganancia, única forma de que el capitalismo no quiebre, es eliminar el estado de bienestar de los países industrializados. Y lo están consiguiendo, además con la anuencia de las víctimas, porque los trabajadores han interiorizado el discurso hegemónico que les dice que ellos han sido los responsables y casi culpables de la crisis, por comprar tanto y pedir tantos préstamos. Nada de esto es cierto, el sistema capitalista cuenta con la seducción del consumismo y con todas las técnicas publicitarias para incitar al mismo, pero habría que decir que una simple decisión política, como la de elevar los tipos de interés o la de dificultar los préstamos, habría bastado para evitar esta orgía consumista de los últimos años. Pero esa orgía era necesaria para justificar tanto la especulación como la creación artificial de riqueza que algunos amasaron obscenamente. Ahora todos deben pagar y sentirse culpables por lo realizado.

La tajada más jugosa que el Capital va a obtener de esta crisis es la derrota de los movimientos sociales que se fraguaron en lucha desigual durante los años de la postguerra; se trata de dar el golpe de gracia a la contestación al sistema y ser, no el único modelo, sino el modelo de vida a seguir por todos, sin alternativa posible, no ya real. No sabe el Capital que este es su canto del cisne y que su muerte está a las puertas, que el cambio de época se está gestando y que la quiebra de este mundo ya es imparable. No creo en ningún deus ex machina que venga a solucionar esto, ni creyente ni ateo, ni espiritual ni material, pero cada vez se suman más signos de los tiempos que nos dicen, que barruntan un tiempo nuevo, un tiempo donde la heroicidad llamará a los corazón valerosos a tomar posturas radicales. Estamos en el umbral de una nueva era, no sabemos lo que tardará en comenzar, pero va a ser necesario que todos estemos dispuestos y bien alerta, porque el momento llegará como un ladrón en la noche y puede cogernos durmiendo. ¡Estad alerta!

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