sábado, 31 de julio de 2010

Vivir en la verdad

Sería imposible construir un mundo verdaderamente humano si no se hiciera desde un conocimiento profundo de cuál es la verdad de las cosas. Vivir en la verdad es una máxima de vida que el magisterio de la Iglesia repite de forma sistemática y que a muchos espíritus postmodernos les suena a imposición y autoritarismo, pero es absolutamente necesario para que el hombre no sea un mero autómata que sigue las consignas del poder. Vivir en la verdad es el único fundamento para la libertad que tanto pregonan los apologetas de la postmodernidad. La libertad es el fruto maduro de una vida en la verdad y la verdad es el humus del que nace la libertad; verdad y libertad se necesitan y se buscan.

En las circunstancias en las que vivimos se hace más perentorio si cabe una buena dosis de verdad para ser realmente libres, pero esa verdad se nos muestra como un proceso de descodificación de la realidad que se nos pone constantemente ante los ojos. Existe un código de lo real que ha sido concienzudamente ocultado para que los hombres, como en la película Matrix, vivan en una constante ilusión, en una irrealidad opresiva, en la mentira más burda. Algo de eso es lo que vivimos estos tiempos. Por mucho que nos cuenten sobre posibles fórmulas mágicas para salir de la crisis, lo cierto es que la tal crisis no es sino un medio para ocultar la verdad. Dicho en otras palabras, es una estructura ideológica que encubre la verdad: que la parte opulenta de la población mundial que ya disfrutaba de la destrucción de los recursos a todos dados por Dios, ahora es más rica aún y tiene más poder. Mientras, los hambrientos no dejan de aumentar y engordar, es lo único que engordan, las estadísticas oprobiosas de la miseria y la muerte programada. En los últimos tres años, esos de la supuesta crisis, el número de hambrientos, según Naciones Unidas, ha alcanzado la cifra de 1250 millones, y los desnutridos la de 3000 millones. A la vez y como contrapunto obsceno, la riqueza de los más ricos del planeta ha aumentado un cincuenta por ciento.

Esta es la única verdad: que la crisis no es sino un medio que el sistema económico y social que nos rige utiliza para aumentar la depredación del planeta y los niveles de riqueza de unos pocos, mientras que las inmensas mayorías de pobres sufren las más horrorosas calamidades para poder solamente subsistir. Se demuestra una vez más lo que nos decían los Santos Padres, que la riqueza es fruto de la injusticia (San Juan Crisóstomo) o que, si quitamos la justicia, los gobiernos no son sino una banda de ladrones (San Agustín). Eso mismo es lo que sucede con la globalización postmoderna, que no es sino un latrocinio organizado para beneficio de unos cuantos millones de seres humanos, mientras la inmensa mayoría de hijos de Dios padece infinitas calamidades.

2 comentarios:

Martín dijo...

Estoy de acuerdo. No hay libertad sin verdad ni verdad sin libertad. Por eso, para defender la libertad es necesario estar bien informados e ir más allá de toda esta apariencia que solo favorece a las fuerzas de la mentira. Gente que muere de hambre, niños que trabajan, niños guerreros, niños explotados sexualmente. ¿Qué clase de crisis económica es esta que hace a los ricos más ricos? ¡Cuánta miseria, cuánto pecado y cuánta mentira! El Evangelio es más necesario que nunca.

YA'AKOV BEN TZION dijo...

Estoy de acuerdo. Pudiera -vanamente- agregar más palabras a esta mi opinión. Y créame, que argumentos y léxico no me son escasa fuente. Mas ¿para qué? Si la verdad se encierra en este acuerdo, simple, y diáfana como es la verdad.

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