lunes, 2 de agosto de 2010

Estiajes: Viento Sur.

El mes de agosto es buen momento para reducir el paso, sopesar el pensamiento y aquilatar las palabras. Los calores estivales aminoran la marcha y acrisolan las ideas, es como si se produjera un estiaje mental, tan necesario para dedicarse a lo verdaderamente importante. Habitualmente dedico el mes de agosto a lecturas literarias y puesta al día científica, dejando la teología y reduciendo la filosofía al mínimo imprescindible, por eso dedicaré este mes a lo que he denominado estiajes. El primero es este Viento Sur.

Un poderoso viento sur se cierne sobre las conciencias de los escuálidos habitantes de occidente. Un viento que remueve las mentes y los corazones y nos hace sentir más de lo que nunca hemos sido capaces. Es un viento que trae el ozono de viejas luchas y los sinsabores de mil derrotas; también el hedor putrefacto de las víctimas sin justicia que claman por un lugar en la historia. Es un viento cálido, pero a veces se cierne sobre la tierra bajando del cielo y derritiendo los montes de injusticias y bruñendo las armas de la paz y la misericordia. Sí, Isaías lo pedía a voz en grito y nosotros lo anhelamos con pasión y arrebato.
El viento norte, gélido y oscuro, nos paraliza, como si la historia hubiera llagado al non plus ultra de todas las dictaduras. Nada nuevo bajo el sol, proclama; no hay sol, impone. Es un viento envuelto en soflamas victoriosas de cánticos hueros y filos de navaja ensangrentados con el alma de caín por empuñadura. Viento cainita de todos los augustos de la historia, viento recio que saca las junturas de la verdad y coloca la patraña en el lugar sagrado. Un viento que ha de cortarse con la espada de dos filos: uno el de la justicia, para aniquilar la mentira; otro, el de la misericordia, para extirpar la falsa compasión.

¡Viento sur!, llévanos hasta esos parajes de esperanza donde pacen juntos el lobo y el cordero y un niño apacienta al león; donde los hombres vivimos en torno a una misma mesa rebosante de vinos olorosos y manjares exquisitos; donde todos somos hermanos y nadie considera suyo nada de lo que tiene; donde veremos los cielos nuevos y la tierra nueva donde habite la justicia.

1 comentario:

Martín dijo...

El Sur también existe, sí. Aunque en el sur también hay mucho viento del norte. Y este viento del norte que hay en el sur, aunque solo sea por contraste, es más escandaloso que el viento del norte en el norte. También en el norte hay mucho sur, mucho. Todo está muy mezclado. Dicho con términos cristianos: la salvación viene de oriente, pero no conviene equivocar el oriente. ¡Que leas mucho y que leas bien! Yo en agosto prefiero lecturas muy ligeras.

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