jueves, 5 de agosto de 2010

¿Aprender a morir?

Una de las tareas que tiene encomendada todo ser vivo es aprender a morirse. No es algo fácil, puesto que uno puede morir y punto, desaparecer, dejar de existir para los demás; puede, incluso, evitar vivir, pero morirse es algo que hay que hacer conscientemente. De todos los seres vivos que hay en la naturaleza, el humano es el único que es consciente de su muerte más allá del peligro y la enfermedad. El ser humano es el único realmente mortal, el resto de seres vivos simplemente mueren, pero el hombre se muere. Todo el proceso evolutivo de los úlitimos 3.500 millones de años en el planeta tierra y los 10.000 millones anteriores en el universo, han estado destinados a la creación de un ser vivo capaz de asumir la difinitividad de las acciones y de su propio ser.
La evolucion natural ha desembocado en la evolución cultural por medio de la mortalidad. Por ser mortal, por ser consciente de lo definitivo de sus actos, el ser humano es moral ("mor(t)al", me gusta escribir). Pero esto, que se vive como especie y que ha sido ajustado en las cosificaciones de sentido que son las religiones, debe ser asumido por cada miembro de la especie humana, hasta tal punto que su asunción es el índice de su humanidad: ser consciente de la propia muerte es ser verdaderamente humano. Dicen los filósofos, ya desde Sócrates, que la filosofía es un aprender a morir. Pero ellos lo dicen como una especie de gnosis que nos daría el conformarnos con el hecho mismo, la ataraxia de todos los que han vivido bien en la historia. Sin embargo, no es esto lo que propone la tradición judeocristiana. Esta es una tradición de oprimidos que han padecido las injusticias de los que vivían para la ataraxia, de ahí que su relación con la muerte sea muy diferente.
Para la tradición que llega a su culmen con Jesús de Nazaret, la muerte es motivo de rebelión, porque el Dios de los pobres es un Dios de vivos y no de muertos, por eso, la única salida es la resurrección como respuesta a la injusticia de esta forma de organizar la vida que excluye a amplias mayorías. En la tradición occidental, que es deudora de todos los imperios de la historia, la muerte es el límite que hace que la vida tenga valor; para la tradición judía y cristiana, la muerte es el símbolo de la injusticia, es el saldo definitivo del pecado. Por eso, el cristiano sólo puede rebelarse contra la muerte, no para negarla, sino para negar su victoria. Sólo existen dos conceptos reales: la Vida y la Muerte. Quien ha asumido su existencia como un don que debe ser compartido, Vive; quien entiende su vida como un bien a disfrutar, a costa de lo que sea, está muerto. Ni más allá ni más acá, Vida y Muerte. Por tanto, no puede aprenderse a morir, como quiere y enseña toda la tradición filosófica, hay que aprender a VIVIR. Si estás vivo, si asumes tu vida como un don, frágil, finito y definitivo, entonces no habrá lugar para la Muerte.

5 comentarios:

Martín dijo...

Siempre me ha llamada la atención que la primera afirmación de la resurrección en la tradición judía naciera en una guerrilla, justamente a propósito del martirio de unos guerrilleros, los hermanos Macabeos. Por otra parte, estoy de acuerdo: lo importante es aprender a vivir. La manera de morir es un reflejo de la manera de vivir.

Anónimo dijo...

Morir forma parte del ciclo de Vida para todas las especies. Todo lo que comienza,termina. Morir,en mi opinión,- sin se- para quienes aceptamos por la fe que el "se"-eterno que somos, pasa a participar con mayor plenitud del Ser Divino y Eterno.Vida plenamente cristificada para los cristianos. De un cuerpo de carne a Ser Luz. Muerte,puerta abierta a un plus de Vida.Que así sea para todos. Saludos

Anónimo dijo...

LA VIDA Y LA MUERTE SE ABRAZAN, COMO EL SOL AL CIELO, COMO LA LLUVIA A LA TIERRA, COMO LOS SENTIMIENTOS AL ALMA, COMO LA ESPERANZA A LA FE... ES MUY BONITO ESO DE APRENDER A VIVIR. TENEMOS TANTO QUE HACER...PORQUE TODOS SOMOS IMPORTANTES PARA ALGUIEN O PARA ALGO.

Winibal dijo...

La filosofía es interpretación de la vida, la interpetación es una filosofóa de la vida. Sin ánimo de trabar rigurosos conceptos, probablemente haya una experiencia moderadora de esta existente tensión entre vida-muerte con la que cada día tiene que vérselas el ser humano, tal "experiencia moderadora" quizás sea el amor. El autor ya lo sostiene pero tengo para mi que "negando" realidad a la muerte. El "vivir" la sinfonía del amor es des-vivirse, es des-apropiarte, es morir. El morir es un "acto de amor", en el sentido de no "retener" la vida. Quizás, al estilo del segundo Levinas, haya que postular "otro modo que ser", más allá de la esencia. Sólo así se nos permitirá hacer de la muerte justicia

Anónimo dijo...

Estimado Winibal:
Efectivamente, la filosofía es una interpretación de la vida y casi viceversa, pero es una interpretación "situada". Esa situación de la filosofía ha venido siendo siempre la misma, como dijera Gadamer, el suelo elitista de la posesión (lease así el significado de la Ousía griega). Han tenido que producirse los acontecimientos del corto pero amargo siglo XX para que gentes como Lévinas, Rosenzweig, Benjamin o, incluso Chauvet (meontología), "resituaran" la filosofía en "otros" parajes, más cercanos a las consideraciones de las víctimas de la historia. Fue necesario matar a Heidegger y su desconsideración por la vida del otro, para que la filosofía empezara a ser "de otra manera", o como dice el gran Lituano, de otro modo que ser.
Aceptar morir es tomar en serio la vida, lo acepto, pero la Muerte es otra cosa, es el fruto maduro del pecado, de la gran soberbia de la negación de la otredad. Vivimos literalmente de los otros, del Otro.

Gracias por este magnífico comentario.

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