lunes, 6 de septiembre de 2010

Al principio no fue así

Sabias palabras las que dirigió Jesús contra aquella tropa de legalistas que exigían a Jesús tomar partido en sus interesados criterios. "¿Puede el hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?"; "Moisés nos lo permitió". Esas cuestiones las resuelve Jesús con su "al principio no fue así". El problema está en que el devenir de los siglos ha dado lugar a una situación de injusticia que de alguna manera hay que tener presente, pero eso no quiere decir que haya que "legalizarla". A ver, ¿es que todos los que ahora poseen "campos y casas" tienen un título de propiedad desde el origen de los tiempos? Es evidente que no es así y que toda la propiedad actual es fruto de un proceso histórico que tiene una explicación bien simple. En el origen, entre las comunidades más primitivas y hasta bien entrada la modernidad en el siglo XVIII, el 90% de los medios de supervivencia eran comunes. Las tierras de cultivo, los bosques, los mares y ríos, incluso los instrumentos para reproducir la existencia, todo era común. Las diferencias radicaban en las instituciones que las hacían efectivas. Sin embargo, la aparición de los grandes imperios será la que genere la ilusión de una propiedad particularizada de aquellos medios. Al principio de este proceso, lo que se apropiarán las élites será el fruto, el rendimiento de las cosas comunes para, poco a poco, ir apropiándose de las cosas en sí. Lo vemos en el Imperio Romano, pero también al final de la Edad Media, cuando los reyes de los nuevos estados que surgen en Europa, rompen con el sistema tradicional de propiedad comunal de la tierra, sistema que el feudalismo no había conseguido romper, sólo modificar. Empezando por Inglaterra y siguiendo por el resto de Europa, empiezan los cerramientos de tierras o vallados por los que los terratenientes, con la fuerza de la autoridad política, se quedan con aquellas tierras que habían sido comunales desde tiempo inmemorial. Hacia 1500 el 45% de las tierras ingleses habían sido expropiadas por los terratenientes. A final de la revolución industrial no quedaban tierras comunales.
Es el mismo proceso que se siguió en América tras la conquista. Los Estados Unidos y Canadá, aprobaron leyes que con excusas de falta de utilidad pública, expropiaban las tierras de los habitantes americanos originarios y las vendían a empresas y particulares. Este mismo modelo se ha seguido en África y Asia. Desde la colonización hasta hoy mismo. Las grandes multinacionales, con el apoyo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y la ayuda comprada de los gobiernos africanos, están comprando o alquilando por 99 años las mejores tierras de África. Esas tierras están siendo dedicadas al cultivo de productos para los países enriquecidos y no solucionan en nada sino que agravan el problema del hambre en el continente africano.
Al principio no fue así, pero hoy hemos aceptado que aquello que debe servir para la vida de todos sea apropiado por una minoría que lo utiliza en su propio provecho, mientras las inmensas mayorías de empobrecidos sufren las consecuencias de esa falta. Ayer expropiaban tierras, bosques y aguas, hoy expropian hasta el ser del ser humano. Las grandes compañías están en proceso de privatizar el conocimiento tradicional que ha sido conseguido tras miles de años de cultivos y el saber de los pueblos originarios que se ha sustanciado en la farmacopea tradicional. Las multinacionales, con sus ejércitos de abogados y mucho dinero, están consiguiendo patentar los fundamentos mismos de la vida y la ley occidental les protege, es decir, la policía y los ejércitos defenderán a sangre y fuego el derecho de estas empresas a enriquecerse, a costa de lo que sea.
Al principio no fue así, pero ahora estamos todos afectados de anosognosia y eso nos impide salir de nuestra enfermedad mortal.

3 comentarios:

Martín dijo...

Evidentemente que al principio no fue así. Al principio, según la voluntad de Dios, los bienes de la tierra estaban destinados a todos. Esa voluntad sigue en pié: "Del Señor es la tierra y cuanto la llena". Y como es del Señor, el hombre sólo es un administrador, que debe administrar según la voluntad del amo. Cuando los bienes no llegan a todos no se cumple la voluntad de Dios. Al menos los cristianos deberíamos tenerlo claro.

Winibal dijo...

Llevo unos días en silencio, ...que no dormido. En estos temas que nos has planteado no me siento con nada que decir, comentar, matizar... Camino muy perdido en ellos, y cuanto más leo, más me pierdo. Será que lleva razón M. Zambrano cuando afirma que todo método exige un "perderse" antes... o será que no tengo ni idea...No se. La revista éxodo fue sacando una serie de reflexiones bajo el título "Otro......... es posible" Ahí aparecían diágnçosticos, marcos hemeneuticos, propuestas.... Yo tenía la sensación de "David contra Goliat". Y probabñemente deba ser así. El problema es práctico. A modo de confesión personal, yo me planteo que haría ante una eventual enfermedad grave...¿me quedaría en la seguridad social?.... o me hiría (si pudiera)a la mejor clínica privada. El difunto liturgo Burgaleta escribió hace tiempo algo muy bello sobre eso... pero yo no se lo que haría. No tengo nada claro, en el ámbito de la praxis personal-testimonial. Querría poner algo mas pero tengo prisa...si acaso, ya seguiré. Un abrazo

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado Winibal: te aseguro, por propia experiencia, que a menos que te vayas al Mount Sinaí de Nueva York, la privada siempre es peor en comparación con la Sanidad Pública, pero, en todo caso, es una cuestión de número. La sanidad privada existe porque la pública atiende a todo el mundo. Si la pública no estuviera, como pasa en USA, la atención sería y muy escasa.

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