Dice el Evangelio que no hay verdad que no salga a la luz, que todo lo oculto será conocido. También dicen en mi tierra que cada marrano tiene su San Martín, que es el día, 10 de noviembre, en el que son sacrificados los cerdos para hacer los embutidos de cara a la Navidad. En fin, que sea como fuere se cumple que la verdad es imposible de ocultar
in saecula saeculorum. Las revelaciones de Wikileaks no son precisamente manifestaciones de algo oculto, pues todos sabíamos o intuíamos lo que allí podemos leer. En este blog nos hemos referido a este portal en varias ocasiones, en
agosto, cuando revelaron las barbaridades de la guerra, y en
abril, cuando la masacre del helicóptero en Bagdad. Lo que ahora está haciendo la web, al menos es esa la impresión que tengo, es intentar sacar cuanto antes toda la información de que disponen, en previsión de que pueda ocurrir alguna desgracia inesperada. El acoso contra el creador del portal y los ataques cibernéticos contra el mismo nos dan pistas por donde va el asunto. Wilikeaks tiene prisa y por eso lanza en andanadas todo lo que tiene. Este material, sobre la guerra contra el terrorismo, que como dice Todorov amenaza con convertirnos a todos en terroristas, sobre las conspiraciones y demás tretas que el Imperio es capaz de urdir para llevar a cabo sus planes, no hace sino poner en el candelero público lo que todos sabemos desde hace mucho: que el Imperio se mantiene por cualquier medio y que la moral no es un impedimento a la hora de ejecutar planes.
Los papeles que El País, junto con otros cuatro rotativos internacionales, está publicando, nos ponen ante los ojos el modo como funciona la diplomacia, la basura moral que ahí se esconde y los medios que se utilizan para conseguir los fines perseguidos: Maquiavelo en estado puro, la justificación de los medios, sean los que fueran, para obtener un fin; la razón de estado por encima de cualquier otra cosa. Pero esto todos lo imaginamos, lo que de verdad revelan los documentos es cómo se someten los demás países a las presiones de Estados Unidos. Mucho me temo que lo que conocemos no es ni la punta del iceberg de lo que sucede y que la extorsión, cuando no el soborno, son la moneda común en todo este tinglado.
El día del juicio, el día de la ira que decía el adagio latino, es el día aquel en el que cada uno se pone ante su verdad desnuda y no puede ya ocultar nada, debe reconocer que es quien es y asumir sus actos. Pero estos gobernantes del Imperio saben muy bien cómo hacer para salirse por la tangente. Primero intimidan y persiguen, si no lo consiguen, desacreditan y difaman y si aún así no logran nada intentan utilizar métodos más contundentes. Ahora vemos la estrategia del Departamento de Estado: denunciar las filtraciones y acusar de criminales a quienes las realizan o, quizás lleguen a eso, a quienes las publican. Es muy posible que pronto veamos que se incluye en el elenco de delitos de terrorismo la publicación del material secreto, con lo que eso supone.
1 comentario:
A mi las razones de estado siempre me han aterrorizado. Creo que son el estado de la sin razón. Y, cuando estas razones apelan a los grandes valores, dan todavía mas miedo. Cuando la única razón que se tiene es que así lo requiere el bien de la patria es para echarse a temblar.
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