viernes, 3 de diciembre de 2010

El molino de sangre

El economista y pensador Karl Polanyi nació en 1886 en Viena, capital del entonces imperio austrohúngaro (esto le hubiera gustado a Berlanga) y desde allí emigró a Canadá. Publicó en 1944 uno de los libros que mejor explican el funcionamiento del capitalismo: La gran transformación, allí es donde califica al capitalismo como El molino de sangre, porque es un sistema económico ideado para convertir todo en beneficio, incluyendo a los seres humanos. Sería bueno que los dirigentes actuales leyeran aquel libro que Capitán Swift ha publicado últimamente. Por desgracia, la historia se repite y los mismos acontecimientos que se vivieron en los años veinte y treinta se reviven, pero ahora será como farsa sangrienta (Hegel). Los muy famosos mercados no dejan de hacer su agosto con las deudas soberanas, no dejan de engordar sus cuentas de resultadas a costa de la prima de riesgo de los países como España y esto no deja de ser incentivado por el jefe de la banda, el presidente del Banco Central Europeo. Ayer, en un alarde de claridad absoluta dijo lo que ningún medio de comunicación ha explicado suficientemente: que seguirán dando munición a los mercados con la que seguir ganando dinero con la deuda pública de los países de la eurozona.
Hay que saber que el Banco Central Europeo presta dinero a los inversores privados al 1,75% y estos toman ese dinero barato, fácil y fresco y lo "prestan" a los países para financiar su presupuesto. Es decir, que los mercados financieros toman el dinero que el Banco de todos los europeos crea artificialmente para especular contra los estados europeos. De esta forma está asegurado hasta junio, según indicó ayer el presidente del BCE, que los mercados tendrán dinero líquido para especular con toda tranquilidad. Repito, con toda tranquilidad, porque si hubiera alguna contingencia como la suspensión de pagos de un país, ese ha sido el caso de Grecia e Irlanda y podría ser el de Portugal y España, el BCE asegura la intervención inmediata. Esta intervención (no sin ironía hay que llamarle "rescate") lo que hace es saldar la deuda contraída con los mercados e imponer un plan de ajuste brutal al desdichado Estado. De este modo, los mercados tienen asegurado el beneficio y su especulación está más que justificada, en ningún caso pueden perder dinero y siempre ganan. La última reunión de los ministros de finanzas, según informó Liberation, aseguró que en ningún caso habría reestructuración de las deudas soberanas. Esta medida, que también aprobó la ministra española del ramo, asegura a los especuladores que nunca perderán. La reestructuración de deuda es el instrumento habitual para saldar las deudas de los que no pueden, como hizo Argentina en su momento. Gracias a ella, los especuladores saben que pueden perder, que invertir sí es un riesgo y eso frena la especulación. Pero con las medidas que se han adoptado en Europa, la especulación está asegurada.

Lo peor de este caso es que El molino de sangre está funcionando a pleno rendimiento y que los pobres y los trabajadores están empezando a sufrir las consecuencias de las políticas especulativas de los mercados. De alguna manera, los que nos gobiernan entienden que los mercados son el azote de los ineficientes, porque castigan a los que no saben medir su gasto, pero ese castigo lo hacen con la seguridad de que nunca perderán. Esos mercados financieros están formados por los capitales de todos los que se benefician del molino sangriento que es el capitalismo y juegan con la ventaja de tener todo el poder. A nosotros sólo nos queda tomar la decisión de acabar de una vez con esto, salir del euro, reestructurar la deuda, nacionalizar las finanzas, detraer los caudales de los ricos y volver a empezar de cero. La otra alternativa es la demolición de la sociedad y el sufrimiento generalizado durante décadas.

1 comentario:

Martín dijo...

Si es como tú dices, y tengo la sospecha de que dices bien, estamos en un mundo de locos y ladrones. Y uno no se explica cómo es que nuestros queridos políticos están enredados en este asunto demencial y usurero, a no ser que ellos participen de la locura y el latrocinio. Con lo que uno se pregunta en qué manos estamos y tiene cada vez más ganas de bajarse del tren. Pero, eso de bajarse del tren ¿cómo se hace? Por cierto eso de los mercados cada vez se parece más a un fantasma que nadie ha visto, pero al que todos le tienen pavor.

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