Uno de mis más admirados escritores, Chesterton, decía que sólo un pueblo conservador puede rebelarse, porque sólo un pueblo que ha conservado razones para rebelarse puede hacerlo. Los pueblos, en esta era postmoderna de secularización voraz, han perdido todo aquello que los construye como tales y por tanto han perdido las razones para rebelarse. Por esto mismo, nos encontramos ante una de las eras más complicadas de la historia. Durante muchos siglos existieron pueblos con una rebeldía innata ante las injusticias que sufrimos a diario en el Imperio Global Postmoderno. Eran pueblos, como el judío en sus tiempos, que luchaban por su propia dignidad, conservando aquello que les hacía ser un pueblo. Son estos, los pueblos más conservadores, los más levantiscos, como decía Tácito. Judíos y cántabros cita él como los menos dados a la sumisión. Hoy encontramos pocos pueblos de estos, aunque algunos quedan. Especialmente pocos los hay en occidente, donde la acción demoledora de la posmodernidad, arrancando las raíces sociales, económicas, ecológicas y religiosas ha tenido un efecto demoledor sobre la conciencia de los grupos humanos.
Habría que decir que en la historia de los pueblos, repetir su ser es resistir ante el ataque de las estructuras globalizadas postmodernas que sólo quieren individuos desenraizados a los que poder manipular con facilidad. Estos individuos postmodernos se encuentran solos ante la gran maquinaria del poder fáctico actual y su soledad sólo puede ser colmada con el consumo impulsivo o con los psicótropos que por toneladas se recetan día a día. Esta misma necesidad de atenuar el impulso agresivo del ser humano con drogas es un indicio del potencial de cambio social que existe, pero estamos llegando al punto en el que ya no será posible hacer grupos humanos unidos, porque lo que nos une como pueblo se habrá perdido, no podrá ser recuperado. Es necesario conservar lo que nos hace humanos unidos en pueblos y es necesario repetir nuestro ser para resistir ante el embate de la nada que nos anula en la sociedad postmoderna.
Se me ocurría ayer, en clase, que una manera de repetir que puede hacernos resistir es clarificar las posturas éticas ante un mundo pleno de injusticias. En qué medida puedo yo no tomar partido ante tanto sufrimiento. Pongamos por caso la empresa Nike que explota a 75.000 personas, muchas de ellas niños y niñas en Asia. Si Nike pudiera, explotaría a mis hijos. Lo que lo evita es la circunstancia azarosa de que mis hijos no son asiáticos o que Nike no puede hacer eso mismo aún en España. Pero, qué me dice que en un futuro no sucederá tal cosa. ¿Puedo yo, sencillamente porque mis hijos no son explotados por Nike quedarme sin hacer nada?, ¿no estaré siendo cómplice del crimen que Nike comete a diario?, ¿no debería yo intentar evitar ese crimen o al menos no colaborar con él? Creo que la única manera de resistir hoy es tener razones de peso y una de esas, de esas razones que conservan la utopía y las ganas de rebelarse, son los hijos. Si no soy capaz de hacerlo por los hijos de otros, al menos debo hacerlo por los míos, porque ningún niño está a salvo de la voracidad de las empresas multinacionales. Considero, honestamente, que estamos legitimados para tomar todas aquellas medidas legítimas que impidan a estas empresas explotar a nuestros hijos. Estas medidas pueden llegar hasta el ejercicio de la fuerza necesaria para impedir que el mal se realice. Tenemos, tengo, la legitimidad de defender a mis hijos de vampiros que quieren extraerles su vida y el grado de fuerza a utilizar sólo puede estar a la altura del nivel de agresión. Espero no encontrarme por la calle con el señor Phil Knight, director ejecutivo de Nike, su vida correría grave riesgo.
Por cierto, dada la deriva "democrática" actual, esto que escribo puede ser considerado "terrorismo", pero no lo es que Nike explote a niños en Asia y tenga la intención cierta de explotar a nuestros hijos. Eso es considerado simple extensión del legítimo lucro empresarial. Ampliando el logo de Nike Just doing it for money. No se trata de una cuestión personal, sólo es por dinero.
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