La especulación, sustantivo que indica algo que es, que tiene sustancia, se define como el acto por el que se compra algo con el propósito de venderlo por un precio superior ulteriormente, por tanto es la médula espinal del sistema económico capitalista. No lo es la producción de bienes y servicios, sino la obtención de un beneficio en la intermediación del producto. El comercio es, en sí mismo, especulación, pero en el capitalismo ha sabido organizar la especulación y ha creado, por este orden, los bancos, la bolsa y los fondos de inversión financiera. Por su mediación, los grandes vampiros de la humanidad han podido apropiarse con sólo mirar, de toda la riqueza del planeta tierra producida por un ejército de trabajadores que supera los 3.000 millones. Primero los bancos que, según mienten todas las facultades de economía, crean la riqueza; después la bolsa que es el casino donde los grandes capitalistas juegan con cartas marcadas y ganan siempre; por último, los fondos de inversión, buitres o no, por medio de los cuales se organiza el expolio mundial.
Por todo lo dicho queda claro que la especulación es la organización sistemática del robo global de la riqueza de la naturaleza producida por los miles de millones de seres humanos que trabajan en su producción. Un especulador es un ladrón legal que tiene todos los instrumentos para ejecutar su latrocinio. Si en algún momento hay algún problema se han creado los paraísos fiscales y legales para que estos sinvergüenzas puedan disfrutar de sus sucios lucros. Si aún quedan dudas, el sistema judicial y policial se encargará de asegurar sus posesiones.
La única manera posible de salir de esta situación es crear una economía social que esté gobernada por criterios de racionalidad humana y social, sin intervención de los que hasta ahora se han dedicado a producir el pensamiento económico y a gobernar las finanzas. Debería desaparecer el dinero como forma normal de organizar las relaciones económicas y sustituirlo por el intercambio del trabajo. Al final llagaríamos a una economía basada en el don, en la pura gratuidad del ser que se entrega a los otros por puro amor y recibe de los demás sus capacidades, a una sociedad humana y justa. Llegaríamos al Reino de Dios.
* A Rubén Gabaldón
1 comentario:
Sociedad sin dinero, ¿eso es la Utopía de Tomás Moro? Una isla que no existe en ningún lugar. Y, sin embargo, la Utopía es una crítica de la sociedad inglesa del siglo XV, en el que las leyes estaban pensadas para beneficio de los poderosos. Eso es lo que hoy seguimos necesitando, utopías, primero como crítica de la situación y luego como lugares a los que tender. Eso requiere constancia, valor, fidelidad y sacrificio, porque las fuerzas anti-utópicas no van a permitir ningún cambio. El Reino de los cielos requiere violencia, el escatologico y sus anticipaciones terrestres.
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